Una de cada
dos ciudadanos chinos es mujer. El Banco Mundial en sus indicadores de
desarrollo poblacional señala que la población femenina en 2019 fue de 48,69 %.
La
modernización acelerada del país ha permitido a los gobiernos mejorar la
calidad de vida de todos sus administrados pero las ganancias para hombres y
mujeres no han sido parejas. No ocurre allí nada diferente al mundo exterior en
el que los ingresos por trabajo remunerado tampoco similares y donde su
representación política también está desbalanceada. El desarrollo socio
económico del gran coloso de Asia sí se encuentra orientado a disminuir la
distancia entre ellos y conseguir un ambiente más igualitario pero le queda aún
un largo trecho por recorrer.
Los índices
chinos que tienen que ver con el posicionamiento de la mujer están lejos de ser
satisfactorios en terrenos como la expectativa de vida o la inserción en el
sistema educativo, donde países cercanos como Japón o Corea del Sur han
alcanzado avances bien significativos. Lo que si es necesario subrayar es que
el universo a atender es tan vasto, dado el tamaño de su población, que los
logros sanitarios pueden ser calificados de hazañas. Desde hace 10 años, 95% de
los ciudadanos reciben un modesto nivel de cobertura de salud. Hoy está en
ejecución un Programa Nacional para el Desarrollo de la Mujer que atiende
necesidades muy sustantivas del universo femenino como educación nutricional,
salud preventiva y que ha traído importantes ganancias.
Hay, sin
embargo arraigos culturales contra los que no es fácil batallar. La inclinación
fuertemente atornillada a preferir hijos varones, sobre todo en las áreas
rurales, lo que es una reminiscencia de la política de “un solo hijo”, hace que
persista un desbalance en las tasas de natalidad por género, de nuevo a favor
de los hombres. Esto deriva en un escollo socio-económico preocupante para las
autoridades ya que se traduce, por ejemplo, en que hoy se encuentren en China
más de 30 millones de hombres adultos solteros. Peor que ello, la existencia
del recurso a las ecografías durante los embarazos provoca aun hoy, la
supresión de la vida de cientos de miles de fetos de niñas al año.
Una visión
del tema de salud en cuanto al desbalance de los géneros dentro de la sociedad
china es muy parcial para calificar el problema, pero nos provee elementos para
comprender porque las mujeres continúan en desventaja a pesar de que la
liberación de la mujer y la utopía igualitaria fueron parte del sueño
inalcanzado y del ideario de Mao. Los retos son aun inmensos.
Hay que
remarcar que el contingente femenino profesional por si solo ha podido avanzar
notablemente en algunos terrenos contraviniendo el viejo adagio tradicional de
que “es mejor criar cisnes que tener hijas”. Fe de ello es que de acuerdo a
informes de Grant Thornton la mitad de las mujeres billonarias del mundo hechas
por si mismas son chinas y que de las cuatro empresas billonarias del mundo que tienen
Consejos de Administración formados exclusivamente por mujeres, la mitad son
chinas.
Ello nos
lleva a concluir que lo que el modelo comunista no ha inhibido es la
determinación de la mujer con formación suficiente, de perseguir su propio
crecimiento profesional y el éxito financiero. No es infrecuente encontrar en
las ciudades mujeres que no solo son independientes económicamente, sino que se
ha convertido en muchos casos en el sostén familiar.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
Venezuela – España
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