miércoles, 22 de diciembre de 2021

RICARDO VALENZUELA: DONALD, DONALDO, JACKSON. DESDE MEXICO

Me impresiona el darme cuenta de que, al haber leído el discurso de Colosio después de 27 años de haberlo pronunciado, la luz que ha iluminado a mi conciencia que, por mi hartazgo de política ante su asesinato, no había decidido regresar para llevar a cabo esa tarea inconclusa. Estos últimos días lo he leído y releído no menos de 10 veces, y debo hacer una afirmación que tal vez me cueste un intento de linchamiento de los millones de paisanos odiadores de una persona que debo incluir en esta nota. Donald Trump.

Con estas lecturas poco a poco se me fue develando algo que me ha dejado realmente sorprendido. En cada repaso que hago, más se aclara que la ideología de Colosio era muy similar a la de Trump lo mismo que ciertas tácticas temerarias como los ataques de frente al podrido establecimiento político de los dos países, a las reformas económica sin reformas políticas, a la concentración del poder, la corrupción etc. Sus mensajes eran dirigidos a esas clases populares trabajadoras similar al que hubiera ejecutado Trump quien, como Colosio, al no pertenecer ni haberse formado en la política, sin esos candados pudo entender mejor la realidad. Y, de forma agresiva, pero muy a destiempo, arreciar sus campañas en contra de los monopolistas del poder.

Sin embargo, ambos se equivocaron al definir ese tiempo. Colosio debía haber asegurado su elección y, ya en la silla presidencial, iniciar su ataque para sanear la política tan podrida. Colosio inició una agresiva declaración de guerra sin antes haber consultado las palabras que pronunciara el Gral Obregón: “Los ilusos dicen lo que van a hacer, pero los triunfadores cuentan lo que hicieron”. Colosio enviaba una declaración de guerra junto con su plan de batalla, pero, a destiempo. Trump atacaba mostrando la potencia de sus golpes en los primeros rounds de la pelea que, al provocar el pánico del enemigo, acudían a lo que los militares llaman tácticas para “terminar con perjuicio extremo” sin importar los costos. Se trataba de algo más que evitar la derrota, era salvar su pellejo.

Trump entendió mejor el peligro que le asechaba pues durante la campaña tuvo un atentado que, como era la norma, la prensa totalmente lo ignoró. Fue cuando contrataba los servicios de protección privados más efectivos del mundo y ajenos al Servicio Secreto. En el caso de Colosio, no me explico cómo no hizo lo mismo y durante su corta campaña estuvo rodeado de sus verdugos.

Trump y Colosio exhibían un perfil muy similar al del presidente Andrew Jackson. Un hombre que emergía para romper el hilo de presidentes originarios del estado de Virginia. Era populista, pero en el concepto positivo original. El populismo que fuera rebelión de los propietarios agrarios contra gobiernos, altos impuestos, regulaciones, globalismo, las guerras, la monarquía, porque ellos preferían la libertad frente a la igualdad y fueron los que construyeron el mundo occidental. EU se había edificado con ese populismo de pequeños propietarios autónomos. El otro era el populismo de la plebe saqueando y destruyendo tan despreciado en Roma y Esparta. Era, también, gran enemigo del establishmente que le valió tener un atentado a su vida cuando cancelara la segunda versión del Banco Central de EU, propiedad de la primera ola del EP, provocando el odio de Rothschild y apoyar al norte en la guerra civil.

Jackson, como los dos Donald, era feroz enemigo de las burocracias y políticos profesionales, de los empresarios estatistas, de la concentración de poder. Era un hombre rudo que frecuentemente participaba en pleitos de cantina y en duelos que le dejaran una bala en los pulmones. Pero, tal vez lo que más se pudiera identificar como algo que portaban los tres, fue el que, ante la posibilidad de ser presidentes, con sus ideas y su independencia para implementarlas provocaban terror entre el establishment. Trump nunca ocultó que Jackson era su héroe y mantenía su foto en la oficina oval.

El esquema básico del credo de Jackson era simple, pero tuvo un impacto duradero en el curso de la nación y se conocería como Democracia Jacksoniana con dos elementos básicos.

El primero fue combatir los intereses arraigados en los lugares de poder político que amenazaban las libertades. El aseguraba que los funcionarios públicos consideraban sus oficinas como propiedad privada, sin esfuerzo habían escalado posiciones y se habían vuelto perezosos, incompetentes y corruptos. Desde el primer día anunciaba la intención de drenar el pantano.

El segundo fue su oposición al capitalismo de compadres, esa relación entre el gobierno y las grandes empresas que provoca al gobierno interferir el libre mercado para elegir ganadores y perdedores. Él era un creyente del mercado libre sin la mano del gobierno. Los olvidados para él eran los ciudadanos promedio sin influencia en los pasillos del poder, aquellos que trabajaban duro respetando las reglas. La solución de Jackson no eran subsidios, ayudas, ni llevar a cabo interferencias para controlar los negocios, sino darse a cortar los lazos corruptos entre los negocios y el gobierno.

Jackson denunció el capitalismo de compadres cuando vetó el intento del Banco central de los EU. Él sabía era un poder que terminaría en manos de extranjeros para controlar el país y su economía. Muchos políticos ya estaban en la nómina del banco y él expresaba: “Es lamentable que los poderosos manipulen los actos de gobierno para su beneficio. Cuando las leyes se comprometen ante las ventajas naturales del mercado para agregarles ventajas artificiales, los miembros humildes de la sociedad sin los medios para obtener favores similares tienen derecho a luchar contra la injusticia, porque, si permanecen inmóviles estarán dictando su futuro”.

Trump no requería comprar esas ideas, Jackson era su inspiración. Colosio en su discurso coincidía con Jackson y Trump. Denunció la estructura política corrupta que detenía las reformas económicas. Denunció la concentración de poder que provocaba concentración de riqueza. No pedía redistribuciones estúpidas de riqueza. El pedía reformar la estructura política, el federalismo. No pedía aumento de impuestos, pedía aumento de las oportunidades eliminando la visible mano del estado escogiendo ganadores y perdedores. Pedía una presidencia que respetara sus límites constitucionales.

Jackson dejó como legado su democracia Jacksoniana que todavía vive especialmente en áreas rurales. Trump le pegó una pedrada al panal y provocó que el avispero lo atacara. Pero, seguro que siga tirando sus peñascazos al mismo panal. A Colosio, cuando le vieron las intenciones, ni si siquiera lo dejar recoger la piedra.

Ricardo Valenzuela
elchero@outlook.com
@elchero
http://refugiolibertariol.blogspot.com
Mexico

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