Unasur está sumida en una espiral de desprestigio por su “acompañamiento
electoral” el 6D en Venezuela. Modalidad de turismo electoral que ya muchas
personalidades e instituciones regionales no han querido convalidar, para no
comprometer su prestigio. Es el caso del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y el
de Uruguay.
Mucho le costó al expresidente Ernesto Samper conseguir la cabeza
visible de esta misión de “acompañantes”. Tuvo que echar mano de su amigo el
expresidente dominicano Leonel Fernández, pues no consiguió a nadie de ese
calibre en Suramérica. La misión contará con unas 50 o 70 personas que
dispondrán “de una total libertad de movimiento” según Samper. Pero no es la
cantidad el principal problema -que lo es- sino la calidad de ellos, pues no se
conoce la preparación técnica de los mismos. Y Unasur no tiene un equipo
técnico especializado.
Fernández no viene solo. Su mano derecha y coordinador es el
expresidente de la Corte Nacional Electoral de Bolivia y actual vocal, José
Luis Exeni quien ha sido acusado de ser cercano a Evo Morales. Ambos tendrán
que demostrar no solo la imparcialidad de esa misión sino también que son
infundados los temores expresados en la región y el mundo en el sentido de que,
como dijo el TSE en su comunicado, no hay “las garantías necesarias” para una
“observación objetiva e imparcial”.
Fernández viene precedido por la una carta del Secretario General de la
OEA, Luis Almagro que junto al comunicado de la misión exploratoria del
Parlamento Europeo sientan las bases para una seria observación electoral.
Ellas muestran, como bien lo puso Almagro en esa carta, que “el nivel de
transparencia y justicia electoral, que… el CNE debería garantizar” no está
garantizado. Punto clave sobre el cual Fernández debería trabajar, para al
menos mejorar tardíamente unas reglas y una “chancha de juego” que solo
favorecen al régimen. Ya debería estar hablando con Tibisay Lucena del CNE.
Pero el prestigio de Fernández se jugará en el momento del conteo de
votos, en los anuncios de ganadores así como en las denuncias de fraude,
intimidación y de las trapacerías electorales del CNE, como no cerrar las mesas
a tiempo, que afectarán un avasallador triunfo opositor, si las elecciones
fueran “libres y justas”.
Se requerirá de su rápida mediación e incluso de una
verdadera auditoría integral, si fuera el caso. No se puede repetir un abril de
2013 donde una Unasur blandengue -por no hablar de la oposición- le dio seis
años más de vida a un régimen que en sus estertores está acabando con país.
Alfredo
Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
Caracas -
Venezuela
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