El titular del artículo de hoy lo tomé prestado de los
sabios pensamientos de Simón Bolívar, …aprender en las derrotas. Ahora, si no
nos separarnos, por ejemplo, de Venezuela Heroica del escritor Eduardo Blanco y
su narración de la gesta emancipadora sobre la cruenta guerra a través de la
cual este rinde homenaje exaltado a quienes lucharon por la independencia
venezolana, no percibiríamos los errores y fracasos en los que incurrió nuestro
Libertador.
Quise destacar este hecho con la idea preconcebida de
que no tenemos por qué sentirnos avergonzados, ni frustrados por los errores
incurridos en estos veintidós años de lucha en contra de un régimen implacable
con la disidencia. Un gobierno obsesivo en imponer su supremacía y mantenerse
en el poder echando mano de métodos brutales. Utilizar todo su inmenso poder
militar, estos sus aliados incondicionales, para arrinconar y aplastar a sus
contrincantes la mayoría de ellos jóvenes recién egresados de la universidad,
sin ningún tipo de experiencia política. Por lo tanto, es un hecho indigno de
unos pocos que dicen ser opositores, celebrar en la sombra cualquier traspiés
de la fuerza democrática representada, hasta ahora, por el liderazgo de Juan
Guaidó. De modo que esas batallas hay que darlas en dos frentes, ambas grandes
trancas para meter de nuevo a los diablos dentro del frasco de donde un mal día
se salieron, como dijo oportunamente el historiador Ramón J. Velásquez.
Con todos los inconvenientes de por medio y siendo
este uno de los más difíciles momentos de las fuerzas que enfrentan a Nicolás
Maduro, el presidente interino indicó que está en contacto con sus aliados de
la comunidad internacional, Estados Unidos, la Unión Europea, Noruega y el
Grupo de Lima, “para buscar apoyo en varias direcciones” y llevar adelante el
Acuerdo de Salvación Nacional que dio a conocer este mes de mayo. Al margen de
si de esas gestiones se logran o no resultados para destrancar el juego, el
hecho es que existe un tema de discusión y un cronograma de elecciones libres.
Lo más sensato es, entonces, esperar a ver que surgen de estas reuniones; frenar
los delirantes ímpetus de candidatos a gobernaciones y alcaldías que no tienen
el más mínimo apoyo en la colectividad. Por cierto, Carabobo es víctima de esas
alucinaciones. Avanzando y consecuente con el titular de este escrito,
“aprender de las derrotas”, pues esto no aplica para los aspirantes que en
elecciones recientes fueron vergonzosamente revolcados por contrincantes afines
al régimen. Ya algunos, lo dijimos en otras ocasiones y lo repetimos hoy, si no
se va a las elecciones bajo el manto de la unidad, serán nuevamente vapuleados
sin necesidad de que los aspirantes afines al régimen tengan que recurrir a la
trampa; lo alcanzarán incluso dentro de un ambiente de rectitud. Más en unas
elecciones con pocas garantías, con el régimen nucleado alrededor de un solo
candidato, con recursos de todo tipo, con el Plan República a sus órdenes, con
la covid que le favorece por el hecho de que en la administración pública
trabajan cerca de seis millones de compatriotas a quienes pueden coaccionar,
pues será una calamidad ir a un proceso electoral en desigualdad extrema.
En conclusión, llama profundamente la atención que
dirigentes políticos que se dicen de oposición hacen maromas argumentales para
convencer de las conveniencias y virtudes de ir a elecciones en lugar de
ocuparse de que haya mayores garantías para hacerlo de manera equitativa,
imparcial. A los venezolanos, que han sido víctimas del régimen, no lo van a
convencer con argumentos retorcidos, y cada quien jalando por su lado para
satisfacer sus aspiraciones personales. Todos aquellos que participen en esa
orgía electoral de esa manera, léase bien, de esa manera, se van a achicharrar
por lo que les resta de vida.
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
Venezuela
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