viernes, 29 de abril de 2022

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ: DIOS APRIETA, PERO NO ASFIXIA. DESDE VENEZUELA

“El proceso de destrucción de nuestra base económica material ha sido inmenso en los últimos tiempos. Sin embargo, circunstancias de orden internacional apuntan hacia el desarrollo de un horizonte con una importante demanda de combustibles fósiles a buenos precios de realización en el mercado energético global. Más que nunca continúa vigente aquella idea fuerza que formulara el profesor Asdrúbal Baptista: El futuro de Venezuela no está en la renta petrolera, pero sin la renta petrolera Venezuela no tiene futuro. Dios aprieta, pero no asfixia”.

La renta petrolera tiene su origen en la liquidación progresiva de un activo público como lo es la riqueza del subsuelo. Cada barril de petróleo que extraemos de las entrañas de la tierra y vendemos en los mercados internacionales, es un barril que debemos restar a nuestras reservas. Por eso, lo sensato es darle a esta renta un destino que propenda a convertirla, no sólo en consumo, sino en capital humano, capital financiero y capital físico, a fin de preservar en el tiempo su valor y garantizar la expansión de nuestra base material para provecho de los venezolanos de hoy y del mañana.

Sin embargo, en Venezuela, durante las últimas décadas, esto no se ha hecho así. La renta petrolera, ni antes ni ahora, ha estado al servicio del pueblo, sino bajo el control de los gobernantes de turno, una usurpación que nos ha empobrecido por décadas. Miles de millones de dólares
petroleros se han despilfarrado o han sido capturados por grupos vinculados al poder político, generando incremento de la deuda pública, fuga masiva de capitales, devaluación, descapitalización, inflación y pobreza.

Transferir directamente poder económico a los venezolanos, a través de los beneficios del negocio petrolero, que por derecho nos corresponde, sería la manera de reparar parte del daño ocasionado durante años por éste y todos los malos gobiernos anteriores, los cuales, actuando en nuestro nombre, lo que hicieron fue empobrecernos.

Se estima conservadoramente que, por concepto de ingreso fiscal petrolero, Venezuela recibiría durante los próximos 20 años más de 300 mil millones de dólares tan sólo elevando su producción de crudo a 2 millones de barriles diarios a un precio de realización US 50 por barril. La sociedad venezolana debe hacerse estas preguntas: ¿qué destino les va a dar a estos cuantiosos ingresos? ¿Se permitirá que suceda lo mismo que ya ocurrió entre los años 1976 y 2014, cuando en virtud de la destrucción sistemática del valor de nuestra moneda y otros desaciertos en política económica se crearon todos los incentivos para que más de más de 350 mil millones de dólares (dólares constantes de 1998) abandonaran el país mediante fuga de capitales? ¿Se producirá nuevamente un proceso de descapitalización masiva semejante? No hay preguntas más pertinentes.

Hay que impedir que se consuma nuevamente tal despropósito. No es suficiente confiar en el buen juicio de eventuales nuevos gobernantes. Es menester promover un cambio radical. Una alternativa viable sería distribuir de inmediato entre todos los venezolanos mayores de edad títulos de participación y/o bonos populares petroleros, de carácter intransferibles, que permitan disfrutar directamente a los ciudadanos de los beneficios económicos producto de las regalías que genera la industria de los hidrocarburos y los dividendos que produce anualmente PDVSA. Igualmente, titularizar masivamente a la población democratizando una porción de la propiedad del petróleo emitiendo acciones populares de las empresas filiales de PDVSA, utilizando un esquema parecido al que se puso en práctica en Colombia con la reforma petrolera de 2007-2008 que convirtió en accionistas de ECOPETROL a millones de colombianos.

En tal sentido la idea es crear un sistema nacional de capitalización popular de la renta petrolera, que estará conformado por la totalidad de los ingresos correspondientes a las regalías que paga la industria de los hidrocarburos y por los dividendos que declara anualmente PDSVA. Estos ingresos se utilizarán para crear un vasto fondo de ahorro nacional destinado a capitalizar un amplio sistema de fondos de pensiones o de retiro personal de capitalización individual y de carácter privado para cada venezolano mayor de edad a fin de que pueda acumular recursos y contar en el futuro con el amparo de una pensión digna al momento que arribe a la edad de su retiro laboral, ya sea trabajador dependiente o por cuenta propia del componente formal o informal de la economía.

Los ingresos derivados de la explotación y comercialización de petróleo y gas podrían también financiar planes de educación y salud mediante la emisión vouchers nominados en dólares, los cuales serán distribuidos entre todos los venezolanos mayores de edad para ser canjeados por servicios de educación dentro del sistema de enseñanza básica, ya sea en una institución pública o privada de su preferencia, al igual que para costear anualmente un seguro médico de hospitalización, cirugía, maternidad, consultas y medicamentos, o afiliarse a un sistema pre-pagado de salud. En definitiva, se trata de crear un sistema universal de seguridad social a partir de la renta petrolera.

Para que todo esto sea posible hay un prerrequisito indispensable. Desde luego la industria petrolera venezolana en general, deberá abrirse cada vez más a la masiva inversión privada, tanto extranjera como nacional, ya sea asociada o no a PDVSA, a objeto de aumentar el tamaño del negocio. En tal sentido, se debe retomar la exitosa estrategia petrolera que tuvo Venezuela desde 1922 hasta 1971 que no fue otra que un creciente aumento de sus volúmenes de producción.

Tales cambios hay que hacerlos pronto, ya que la era petrolera, aunque todavía le restan unas tres décadas aproximadamente, sin duda será afectada `por la captura de carbono y transición energética global que ya está en marcha. De esta manera el país se prepararía mejor, para una vez llegado el momento, prescindir económicamente del negocio de los hidrocarburos, ya que se dispondría del suficiente capital financiero, físico y humano para salir adelante

El proceso de destrucción de nuestra base económica material ha sido inmenso en los últimos tiempos. Sin embargo, circunstancias de orden internacional apuntan hacia el desarrollo de un horizonte con una importante demanda de combustibles fósiles a buenos precios de realización en el mercado energético global. Más que nunca continúa vigente aquella idea fuerza que formulara el profesor Asdrúbal Baptista: El futuro de Venezuela no está en la renta petrolera, pero sin la renta petrolera Venezuela no tiene futuro. Dios aprieta, pero no asfixia.

Pedro Elías Hernández
@pedroeliashb
Venezuela

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