martes, 20 de octubre de 2015

AMÉRICO MARTÍN, ABAJO EL TELÓN

Nada resultó casual en esta díscola aventura de socialismos y revoluciones postmarxistas que configuró la segunda gran utopía latinoamericana, la del siglo XXI. “La primera” transcurrió entre mediados del siglo XIX y finales del XX, menos de una centuria antes de nuestros desvelos de hoy. Fue un destino marcado. Sus hombres y mujeres de pensamiento y acción se desvanecieron. Y permítanme aclarar que la alusión a “hombres y mujeres” no la hago para premiar la moda actual, sino porque entre las socialistas más descollantes de la primera mitad del siglo XIX estuvo Flora Tristán, una peruana impresionante e inolvidable.

Pero dejemos eso ahí. Más interesante es el “omega” de la sedicente izquierda latinoamericana que en el siglo XXI se expandió vertiginosamente por la epidermis latinoamericana debido al auge de precios de los commodities, y no por obra de algún socialismo “aggiornado” del que ni sus propios autores pudieron desentrañar significados.
Brasil y sobre todo Venezuela cerrarán el año con cifras deplorables. Los países del Pacto del Pacífico, en cambio, soportaron la caída de exportaciones primarias, han diversificado economías y con inversiones crecientes y absorción de tecnologías avanzadas marchan hacia la condición desarrollada. Precios estables, moneda no envilecida, salario y empleo satisfactorios, sin inflación, sin recesión, acceso a los mercados más solventes del mundo, en fin…
Venezuela, prendida de su raído paracaídas ideológico no tiene salida y aferrada a una retórica revolucionaria desahuciada, menos. Compárese su pobreza con el notable acuerdo de Transpacífico, que cubre cerca de la mitad del producto mundial y que dará ímpetu adicional a Perú, México, Colombia y Chile en sociedad con EEUU y Japón, muy por encima del aturdido Mercosur, cuyo drama corre parejo con el de sus dos motores: Brasil y Argentina. Tampoco es casual que estos países estén siendo estremecidos por la más detestable corrupción. Venezuela los acompaña y supera holgadamente.
Bien dice el refrán: “el lobo pierde el pelo pero no las mañas”. La presidenta Rousseff, a quien siempre respeté, le ha dado vuelta al guante: el asunto ya no es la corrupción que la envuelve por todos los frentes, ni el retroceso económico, sino “el golpismo”. Válgame Dios. ¡Una oposición que todo cuanto ha hecho es mover las instituciones para combatir el delito!
¿Y del gobierno de Maduro qué podemos decir? A medida que nos acercamos al 6D se hace evidente que su arsenal se agota. No puede revertir la tendencia que lo enrumba hacia el colapso electoral. Ha mentido, ha provocado, ha inhabilitado y fomentó tensiones fronterizas en nombre de las cuales pretendía encausar por traición a la patria a los líderes opositores, o al menos posponer las parlamentarias en busca de un agónico respiro. Cuando se pierde la brújula, nada sale. Las argucias que desplegó fortalecieron a los perseguidos lo que a contrapelo incrementó su sorprendente aislamiento mundial.
Infundios, acusaciones inverosímiles y desprovistas de pruebas (que siempre promete y jamás concreta) revelan una desoladora incapacidad para apagar la luz del 6D e impedir el inexorable cambio democrático.
Que si el FMI le otorgará US$ 6 decenas de millones a la MUD para que dé un golpe de Estado.
Que los bancos mundiales están conspirando contra su gobierno
Que si la MUD saboteará unas elecciones- que tiene en el bolsillo.
¿Y de pruebas qué, amigo?
Esperen que ya vienen
¿Pero señor cuándo?
Cuando la NASA resuelva el problema del agua líquida en Venezuela
Humo, vacío, cero, oquedad, nada.
@AmericoMartin

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