La situación
económica es desastrosa. Los anaqueles de los supermercados y otros negocios
dedicados al ramo de distribución de alimentos se encuentran vacíos. Las
predicciones que alertaban que el país se encontraba enrumbado hacia una
situación de crisis de naturaleza humanitaria se han cumplido. La población del
país confronta una escasez que pone en peligro la salud y bienestar de la
familia venezolana. Es bueno señalarlo. Estas circunstancias afectan por igual
a los sectores medios. En fin, el chavismo-madurismo logró lo impensable: al
estilo cubano estamos atravesando nuestro “periodo especial”.
Es bueno recordarlo.
En ese lapso, los cubanos se vieron afectados por un severo racionamiento, una
destrucción de su industria y reformas en el sector agrícola que termino por
arruinar a este sector. En general el empobrecimiento de la población genero
problemas de salud y una desmoralización generalizada que se expresó en
migraciones (balseros) y prostitución de la juventud, entre otros males.
Ahora bien, ante este
panorama ¿Cuál ha de ser la conducta política apropiada de parte de los
sectores democráticos? O en términos más generales ¿Qué espera la población que
sufrago mayoritariamente el 6D por la MUD?
Vamos a intentar
responder esta interrogante. La respuesta apunta a un terreno movedizo y
sujeto, desde luego, a diversas interpretaciones. Me permito postular lo
siguiente. Ambas, la oposición y el oficialismo optaron por la confrontación y,
su consecuencia inmediata, la polarización.
El gobierno no ha dado
un paso atrás. No ha enviado señales en busca de un entendimiento que pudiera
sentar las bases para una salida acordada a la profunda crisis que confronta el
país. Por el contrario, bajo la dirección del diputado Cabello se intentó un
“fujimorazo” para desconocer la institucionalidad del parlamento. Previamente,
el gobierno se apodero del Tribunal Supremo de Justicia, en un jugada de corte
antidemocrático y sin fundamento legal. La oposición, por su parte, desde la
primera intervención en la Asamblea Nacional de su Presidente, el diputado
Ramos Allup, anunció una política orientada a precipitar la salida del
Ejecutivo. En cierto sentido envió señales que advertían que la bancada de la
oposición no estaba en disposición de abrirse a un proceso de negociación. La
precipitada salida de los cuadros del parlamento pudiera verse como símbolo de
esa política.
Pareciera, entonces,
que aun los actores políticos se encuentran atrapados dentro de la lógica de la
polarización. Esta narrativa, ojo es importante insistir sobre este punto, no interpela a la mayoría de la población que
voto por un cambio que abriera horizontes de futuro. Tengo la impresión que los
electores que hicieron posible este cambio no están siendo escuchados con la
debida atención. La polarización no ayuda a construir la nueva mayoría que
sustentara los anhelos de cambios que anidan entre los venezolanos.
Se aproxima un nuevo
ciclo electoral (elecciones de alcaldes y gobernadores). Estos comicios se van
a dar en el marco de una situación desastrosa desde el punto de vista
económico. Déficit fiscal que sobrepasa los 18 puntos del PIB; cuatro tipos
diferentes de cambios: caída de la actividad económica que alcanzo más de 10
puntos de PIB e inflación por encima del 270%.
La mesa económica
está servida para formular una política que despolarice y vaya a la búsqueda
de acuerdos políticos que proporcionen
soporte para enfrentar los retos políticos y económicos que demanda esta
desastrosa situación económica.
Desde luego, no es
fácil implementar una política de esta naturaleza. La presión social, por
ejemplo, pudiera constituir un mecanismo
que ayude a disolver esta lógica de la polarización política. Siempre y cuando
se encuentre en sintonía con los anhelos de la población que se pronunció el
6D.
Nelson Acosta
Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo - Venezuela
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