miércoles, 18 de enero de 2017

BEATRIZ DE MAJO, DE UN ARZOBISPO A OTRO ARZOBISPO (1957-2017).

SOBREDOSIS

La iglesia católica venezolana nunca ha sido apática, indiferente o silenciosa en torno a los hechos nacionales. Lo que ha sido es sabia, prudente y oportuna .Su voz política se alza solo cuando los signos de agotamiento de la población o el tenor de los excesos es tal que el costo de mantenerse a un lado es mayor que el riesgo de ser tildada de intervencionista o de subversiva.  

Desde la Celebre carta pastoral de Monseñor Rafael Arias Blanco a esta parte han transcurrido 60 años.  Para quienes la memoria o el conocimiento es corto en torno a este decisivo episodio de nuestra historia, es bueno recordar que fue una pastoral leída desde los pulpitos de las iglesias venezolanas del momento lo que confortó el ánimo y la moral de la resistencia popular acelerando el proceso libertario que culminó el 23 de enero de 1958 con la caída del gobierno de Pérez Jiménez.

Algo paralelo viene ocurriendo en la época actual en la que se está volviendo muy magra la tolerancia de la ciudadanía frente a las tropelías del gobierno de Miraflores, frente a la perversa complicidad de las gorras militares y la avalancha de nefastos hechos orquestados entre ambos que conforman una ausencia total de libertades, el secuestro de las instituciones garantes de la democracia, al tiempo que el país, depauperado y enfermo, marcha  a gran velocidad hacia el destrozo de la calidad de vida de los compatriotas.

 Ya llevamos semanas- si no meses- observando las actitudes hidalgas y valientes de unos cuantos sacerdotes que marcan opinión en el país, en torno a los atropellos gubernamentales. La Iglesia se ha convertido en la defensora del dolido hombre de a pie, quien comienza a reconocer en los representantes de su Iglesia una voz calificada que sostiene la imperativa necesidad de un cambio.

Después de los exigentes escritos del respetado padre Luis Ugalde sobre la crisis nacional, las verticales posiciones de los Cardenales Baltazar Porras y Jorge Urosa Sabino, ahora es Monseñor Antonio Lopez Castillo, Arzobispo de Barquisimeto, quien desde el Templo de Santa Rosa y encabezando la procesión de la Divina Pastora, le lee la cartilla a los jerarcas del régimen y de viva voz califica al gobierno actual como el representante de un “ modelo comunista fracasado” que ha traído hambre, miseria y desastre a Venezuela. Se refirió con pasión, el pastor de almas, a la carencia de alimentos y de medicinas y defendió la libertad de prensa como un sagrado signo de la democracia.

Hacia pocas horas del pronunciamiento formal de la Conferencia Episcopal en donde no faltó una posición contundente de los arzobispos del país en torno a todos y cada uno los hechos de la vida nacional, política, social, económica y ética que mantienen al país descalabrado e inerme y en el que la Iglesia exige soluciones a los gobernantes y acciones a los administrados.   

En definitiva le está tocando el turno a la Iglesia católica de destapar la agresión a la ciudadanía por parte de sus gobernantes. Ya en una ocasión, hace más de medio siglo, desde la jerarquía eclesiástica nos fue enseñado el camino para salir de los atolladeros.


Esta puede ser la segunda vez, un fresco, nuevo y responsable llamado a la acción, si desde todos los rincones del país lo sabemos escuchar.

Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
El Nacional
Miranda - Venezuela

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