LOS CULPABLES DEBEN SER CASTIGADOS
Con un agrio aroma a vinagre rancio y tierra seca, la emergencia de
adultos ofrece un triste espectáculo al transeúnte o visitante. Sumado a la
condición humana del pobre y humilde
ciudadano que busca en ellos la esperanza del galeno como en la suerte o el
azar en tan mortales condiciones de las esperanzadoras expectativas, que mueren
bajo los anuncios de papel mal escrito en las vidrieras del lugar. No hay
adrenalina, No hay jeringas, No hay guantes, No poseemos reactivos, No hay
algodón y mucho menos medicamentos es tales instancias.
Sentados en sillas a veces metálicas, con bordes oxidados por el tiempo,
intercaladas a veces con unas en semicuero, corroídas, curtidas y sucias de
miserias. La emergencia de adultos, acompañadas de escritorios destartalados,
espaldares sueltos o de plásticos desgastados y divisorios para desvestirse,
amarillentos curtidas de vestigios con sangre vieja. El escenario viste de con
caras desencajadas, agrietadas y fungidas del dolor que padecen ciudadanos de la vida en el país y que se
debaten en el día a día en la permanencia del único recurso que les queda,
nuestros hospitales. Con voz baja, casi imperceptibles se dejaba escuchar por
los decesos del día, sean por falta de medicamentos o un estado crítico que los
acompaño en sus desgracias, la noticias del pasillo hospitalarios.
A pesar de una aparente limpieza
de los pasillos, estas encierran una lúgubre y triste devenir de la vida de un
pueblo que por desgracia y no por virtud, deben acudir a estas mortuorias
instalaciones buscando la vida; que paradoja tan cruel. Los rostro de hombres y
mujeres aquejadas de miles de enfermedades, algunas de ellas de fácil contagio,
centradas en cuartos con ventanas selladas y sin funcionar los aparatos de
enfriamiento llamados aparatos de aire acondicionado. Hacen del ambiente un
cultivo fértil de contagio, bajo la indiferencia de todos.
Dentro de este bullicioso coro de dolor, nos encontramos de pronto, los angustiosos
gritos de madres, familiares de pacientes que aterrorizados se sacuden
exacerbados que suman en nuestras vidas una desesperanza profunda ante la
muerte. Todos a callar sin derecho a hablar por el miedo de milicianos
violentos y autoridades cómplices del salvaje y abandonado sistema socialista a
la cubana de la salud en la República Bolivariana de Venezuela.
Un ciudadano sin derecho a la
protesta y con la enfermedad en sus cuerpos, sueltan “borrascas de miserias”
que en tono alto y a veces bajo, ofrecían expresiones que sellan tan vil permanencia. “Aquí nos
matan a todos”, “no hay una curita que ponerse” y “menos una jeringa”,
“asesinos del pueblo” exclamaban en frágil pero alta voz.
Para colmo, nuestros galenos con mística y el corazón en las manos
ofrecían sus conocimientos y buscaban en mil cosas aliviar los males de nuestro
pueblo; con mucho amor, pero con hospitales bien destruidos por el socialismo
del siglo XXI. Es por esto y convencido de ello, que motivados en los Derechos
Humanos y no solo por la corrupción existente, la justicia, el castigo en la
vida de los responsables se convierte en punto de honor en la democracia del
país.
Jose Ernesto Pons Briñez
buzondecorreodejosepons@gmail.com
@joseponsb
@ascenso_social
Movimiento de Acenso Social/MAS
Zulia – Venezuela
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