HUYEN DESPAVORIDOS CUANDO HABLAN DE ELECCIONES
En algo coinciden los grupos radicales del chavismo y la oposición:
ambos creen que el gobierno es fuerte, asumen con ironía la debilidad crónica
del régimen y no pierden oportunidad para asignarle cualidades que no tiene. En
particular, los radicales no-chavistas desconocen las victorias propias, tienen
tendencia al pesimismo, a la autoflagelación y aunque son minoría, lesionan la
autoestima colectiva de la mayoría opositora. Esta realidad que bien aprovecha
el gobierno, no es una peculiaridad de la política venezolana. En sicología
social, la identidad colectiva negativa de las minorías se define por la
negación de sí y una valoración del alter, interpretada como imagen positiva de
los grupos dominantes, "estableciendo una comparación asimétrica, cuya
desigualdad resalta y reitera -por desequilibrio- los aspectos negativos de la
propia identidad social, produciendo un fenómeno de devaluación de la
misma" (Maritza Montero, Psicología Política Latinoamericana, 1987). Al final,
la identidad social es -por definición- una síntesis, en el más puro sentido
hegeliano del término.
En realidad la fortaleza de un sistema político tiene dos componentes
esenciales: su legalidad y su legitimidad, ambos seriamente comprometidos hoy. Si
un gobierno no tiene gestión que mostrar, ni es incapaz de enfrentar los
problemas y satisfacer las expectativas de la población, si no tiene pueblo y
tiene más de 80% de rechazo, si además ha violado el orden constitucional y los
DDHH, si ya casi ningún país lo reconoce como un régimen democrático, si existe
una confrontación voraz en su partido, si se ha fracturado la poca
institucionalidad que quedaba en la nación y si los poderes públicos no
inspiran respeto, salvo la Asamblea Nacional liderada por la oposición;
entonces ¿cómo alguien puede inferir que éste es un gobierno fuerte? Si así
fuera, las dictaduras serían eternas y no lo son. Por supuesto, el gobierno se esfuerza en
mostrar una fortaleza que no posee, es su forma de intimidar, sembrar desaliento
y promover un sentimiento de resignación, lo único que realmente podría
perpetuarlo. Algunos dirán que su fortaleza radica en el TSJ y una cúpula
militar corrupta que posibilita su permanencia en el poder. ¡Craso error! No es
fortaleza someter a un hombre indefenso con una pistola en la cabeza. No es una
virtud, ni se requiere inteligencia o ser un gran estratega para abusar del
poder y utilizar las armas para quebrar la voluntad de un país.
No es un gobierno fuerte aquel que huye despavorido cuando alguien habla
de elecciones y para sobrevivir, se ve obligado a sembrar miedo con una
"fuerza civil antidisturbios", unas ilegales milicias o supuestos
colectivos violentos. Eso no es fortaleza, es cobardía. Un gobierno fuerte
garantizaría la paz, uno débil debe recurrir a esos recursos deleznables e
inmorales. En fin, un delincuente armado no es fuerte, es solo un
delincuente.
Y como toda dictadura, su
capacidad de atemorizar es limitada: Dicen "Aquí no se habla mal de
Chávez" y estallan las redes sociales, en la calle, en todas las esquinas,
la gente se burla de la medida y vocifera la rabia que le sale del alma.
Persiguen y meten presos a dirigentes políticos pero no pueden silenciar al
país. El gobierno cobarde con su rostro de esbirro apela a la represión, pero
vemos decenas o quizás cientos de protestas todos los días y por todos lados.
Ahí está el país, venciendo el miedo y exhibiendo sus fortalezas. Gloria al bravo pueblo… #EleccionesYA
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
Colegio de Ingenieros
Movimiento Progresista
Caracas-Venezuela
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