Decíamos en
la última columna que el chavismo, a pesar de la presión internacional y de
tener un rechazo interno superior al 85%, tiende a atornillarse en la silla de
Miraflores, a pesar del increíble daño que le causa la abstención, pues está
claro que cada vez que la oposición deja de votar el régimen se tambalea muy
feo. A tal punto de que Maduro le dice a Lucena, invéntate otra elección lo más
rápido que puedas. Y casi de inmediato llaman a otros comicios. De lo que sea.
De allí que
se haga necesario adoptar ciertas costumbres sociales y legales que le den
organicidad a la forma de vida en chavismo y así no tener más problemas ni
inconformidades. Se trata de hacer del chavismo una modalidad de existencia,
sin pena y sin la lloradera oposicionista que, entre abstención y salidas
violentas fracasadas, apenas si le han cortado una uña a Maduro. Toca, pues,
como decíamos, prepararse para resistir como gato contra Pitbull y buscar la
manera de amoldarse. Así lo señalamos: acostumbrarse, amañarse, ajustarse,
habituarse, aclimatarse, acomodarse, adaptarse, familiarizarse. ¿A qué cosas o
a qué situaciones? Sigamos revisando el mapa donde aparecen cantidad de
detallitos que molestan, pero que ahora mismo se asumen sin mayor problema.
Veamos, pues.
El metro,
las busetas, los buses, las perreras. Claro. Depende del servicio de transporte
que usa con regularidad, pero el problema es el mismo. El régimen y sus
políticas han generado la caída general de todo lo que sea posible imaginar.
Entre otras cosas, la movilidad de los ciudadanos. No hay suficientes cupos y
asientos para quienes todavía trabajan o se mantienen en el país. Pero, alguna
ventaja tiene el “apurruñamiento” obligado en diferentes horas del día. La
gente se conoce mejor, hay más intimidad y cercanía. Se han reportado casos de
matrimonios y hasta embarazos no planificados. De todo puede pasar en el metro
o en una perrera. Es algo así como hombre con hombre, mujer con mujer y
viceversa, como dijo las mis aquella en Colombia. También han aparecido algunos
atletas no pensados de tanto andar colgados en las puertas y ventanas de las
camioneticas. En todo caso, con la limpieza que tiene el régimen después de
haberse llevado miles de millones de dólares en pleno ejercicio de necesidades
socialistas individuales y grupales, tipo Alejandro Andrade, alias El Tuerto,
pana eterno y supremo del líder fallecido también eterno y supremo; está muy
claro que esta modernidad de servicio se mantendrá así por muchísimo tiempo. Y,
además, hay que tomar en cuenta que para esta materia no hay Clap posible ni
militar mágico. A la cola, a pegarse, pues.
Líneas
aéreas. Quedan pocas internacionales. Tampoco hay mu¬chas opciones nacionales.
Y varias con propietarios identificados como miembros de la cúpula chavista y,
no obstante, la gente por esa razón no dejan de usar sus aviones. No importa
que sean magistrados o militares. Qué más da. Lo cierto es que esto tampoco
cambiará mientras el chavismo sea jefe. Cuatro cosas para acostumbrarse.
Tremendos maratones con varias conexiones para llegar a destinos que antes eran
directos, extraños aviones arrendados, líneas aéreas de tierras lejanas que
salen y llegan vacíos y, lo mejor, solo se compra pasajes si tiene dólares. De
resto, le sale autobús hasta Argentina. En contraparte, el chavismo vuela en
aviones privados, de Pdvsa o de la oligarquía cubana.
Agua.
Construya o compre su tanque. Cero inversiones en redes de distribución o
grandes represas. Lo que ahora mismo enfrenta gran parte del país en materia de
desierto socialista en plena ciudad, se agravará sin dudas. Si el chavismo no
mejoró el servicio de agua potable cuando tuvo plata, menos lo hará después del
asalto. No hay con qué y los chinos no prestan para estas cosas. Menos los
rusos. Así que prepare su perola.
Comida. O
vende las joyas de la abuela o se inscribe en la lista Clap. No se siembra ni
se cría suficiente para todos los súbditos y eso no cambiará. El chavismo, a
punta de expropiaciones, confiscaciones e invasiones destruyó todo. Y está
limpio. Y lo que compra afuera para alimentar a la gente es en realidad un
tremendo negocio para los de siempre dentro del régimen. Así que haga caso al
comandante muerto y siembre su conuco en el cuarto, en el baño o en la terraza.
Usted escoge.
Esta lista
es larga. Da para más.
Elides Rojas
elidesr@gmail.com
Twitter: @ejrl
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