La universidad nace autónoma.
El universitas magistrorum et scolarium, como gremio o colectivo de
la edad media nacido en Bolonia, debió enfrentar el poder de los reyes y de la
Iglesia, para llevar adelante sus actividades sin las limitaciones que estos
quisieron imponerles desde un principio. Tratar de conocer en aquella
época era un pecado, muchas veces mortal, pues cuestionaba o negaba el
contenido de las santas escrituras. El conocimiento también hacía comprender
las relaciones del poder ejercido sobre las sociedades en las nacientes
ciudades y sus consecuencias, generando sentimientos de libertad y de
justicia, a la vez que socavaba la hegemonía política existente de
carácter feudal, al facilitar el desarrollo económico e influencia de la
clase revolucionaria de aquel tiempo: la burguesía, en
su enfrentamiento de la monarquía y el sistema feudal.
Desde
entonces, y pasando por diferentes momentos muy importantes en distintas partes
del mundo, la Reforma de Córdova entre ellos, la contraposición
universidad/gobierno ha estado siempre presente a lo largo de la
historia. Venezuela no ha sido una excepción: Gómez, Pérez Jiménez,
Betancourt, Leoni, Caldera, Lusinchi, Chávez, hostigaron en sus momentos a
la universidad, la agredieron con las fuerzas de seguridad pública o con
bandas de delincuentes, impidieron sus manifestaciones de protesta, detuvieron
y asesinaron estudiantes, la sometieron a importantes limitaciones
presupuestarias, la calificaron como un Estado dentro del Estado, la
allanaron, las cerraron por períodos diversos y efectuaron
modificaciones legales y reglamentarias para controlarlas.
En el
caso de la UCV, siempre la más afectada por la represión
gubernamental, Gómez la cerró durante 10 años, Pérez Jiménez lo hizo por 2
años, Leoni durante 2 meses y Caldera, en su primer período, por casi dos
años. Más adelante, el hostigamiento continuó en las formas descritas y no
se detuvo con la llegada de Chávez al poder, independientemente que
hasta 2004 la actuación del gobierno era muy contradictoria en su
relación con las universidades. Maduro no ha sido la excepción, todo lo contrario;
su intervención de las universidades, el daño y grave deterioro que les ha
producido, aunque escondido detrás de un discurso falso y muy cínico,
han sido más que evidentes y están a la vista de quien no esté
ciego por el dinero que recibe, por estar ideologizado o por la
estupidez supina.
La
universidad frente al Estado, en general, es la lucha de la luz
contra la obscuridad, del conocimiento frente a la ignorancia, del poder de
quien discute y argumenta contra el poder de quien se impone por la
fuerza, de quien enseña frente a quien embrutece, del comportamiento ético
contra la inmoralidad y la corrupción, del trabajo tesonero contra el facilismo
depredador, de la posibilidad del desarrollo frente al mantenimiento de la
dependencia, de la justicia frente al desafuero, del bienestar nacional contra
la desventura. Es el caso de la razón frente a la fuerza. Por ello, las
contradicciones, el enfrentamiento y las luchas nunca dejarán de estar
presentes, a menos que los intereses del Estado cambien en función de los intereses
nacionales y del más amplio bienestar de la población.
Estos
últimos 20 años no nos han conducido a un cambio radical en la relación del
gobierno con las universidades, sin desconocer que éstas no han actuado de
la mejor manera posible ni en el pasado ni en el
presente. La represión y agresiones de hoy son más siniestras y alevosas
que las del siglo anterior y, trágicamente, son llevadas adelante por
quienes en ese entonces se presentaban como luchadores al lado de la
universidad. La abandonaron y se volvieron en su contra y contra sus principios
esenciales, de la misma manera que lo han hecho con el pueblo y con toda la
nación venezolana, cancelando las posibilidades reales de
libertad.
Luis Fuenmayor Toro
@LFuenmayorToro
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