sábado, 1 de diciembre de 2018

ALBERTO JOSE HURTADO B., VENEZUELA: NUEVA ECONOMÍA


La dinámica de la economía está condicionada por el comportamiento de los individuos que fungen como agentes económicos y toman decisiones de consumo, producción, ahorro e inversión sujetos al conjunto de incentivos existentes en la realidad. De igual forma, los esfuerzos de grupos de presión para lograr objetivos políticos conlleva al uso de estrategias para manipular, tergiversar e influir en las señales que reciben las personas al momento de interactuar en los mercados, dando lugar a experiencias inauditas de relaciones entre oferentes y demandantes, donde los que ofrecen bienes y servicios pretenden controlar las fuerzas del mercado para asegurar determinadas conductas por parte de los consumidores. 

En una economía como la venezolana, atiborrada de precios máximos que se actualizan cada día con mayor frecuencia, se presentan sucesivos esfuerzos para controlar, regular y supervisar la actividad económica. Esto trae consigo recurrentes aumentos de la demanda de mercancías en detrimento de la actividad productiva, que se ve forzada, para obtener rendimientos, a la participación en mercados paralelos infringiendo el marco normativo vigente. El agente económico sin capacidad para adentrarse en los mercados negros, solo dispondrá del sistema de racionamiento ideado por la autoridad para acceder a los productos básicos que garantizan una vida de calidad, convirtiéndose de esta manera en blanco fácil de los intereses políticos de quien maneja dicho sistema.

Ya sin alternativas, la dinámica de los consumidores que deben adentrarse en el sistema de racionamiento oficial incluye: destinar tiempo para realizar cola en compañía de otros ciudadanos en igual situación; aceptar la estructura jerárquica que facilita un rol preponderante al vigilante del establecimiento comercial por sobre el cajero o supervisor; evitar seguir gustos y preferencias al momento de escoger los productos a comprar; condicionar la adquisición de mercancías a la gentileza, disposición y carácter revolucionario de los funcionarios encargados de la administración del racionamiento; y utilizar los mecanismos de pagos ideados e implementados por las autoridades.

De esta manera, toneladas de leche en polvo, azúcar, arroz, y demás productos de primera necesidad, son más útiles si se dejan guardadas en un cuarto cuya puerta se abre y se cierra estratégicamente para obtener la reacción de los consumidores en cola; es más provechoso actualizar precios que permitir el común acuerdo entre oferentes y demandantes acerca del precio de los productos; es útil reforzar conductas gerenciales del “no hay” – “se acabó” para garantizar la disminución del número de personas en cola, y hacer que los consumidores supliquen por el acceso a los productos regulados; y es más fácil presentar nuevos precios regulados que garantizan disponibilidad temporal de las mercancías en los estantes, que implementar una seria política de recuperación de los mercados que permita la pronta estabilización de la economía.

Esta forma de llevar la nueva economía, administrando mediante leyes la relación de oferentes y demandantes, no ve ningún problema en la generalización de los estantes vacíos; y tampoco considera incorrecto que los miembros del sistema de racionamiento tengan acceso a una mayor cantidad de mercancías en comparación con los niveles que puede adquirir el resto de la población. Conductas de este tipo persiguen objetivos políticos en lugar del bienestar de la sociedad, fragmentan las bases de nuestra economía, incrementa los niveles de desigualdad de la población y demuestra uso ineficiente de los recursos por parte del sector público.

Alberto Jose Hurtado B.,
@ajhurtadob

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