jueves, 17 de enero de 2019

JOSÉ ANTONIO GIL YEPES, ANOMIA Y CONSECUENCIAS


La anomia es una enfermedad psicosocial generada por la incoherencia entre los fines propuestos por la cultura y los medios que aporta la sociedad para alcanzarlos. Venezuela sufre de anomia por el contraste entre las aspiraciones producto de los mitos de que somos un país rico porque disponemos de recursos naturales y de que somos buena gente, lo cual contrasta con las carencias que sufre la mayoría de la población. En esta medida, surgen varios síndromes. 

En lo social, se rompen los vínculos existentes y se buscan otros, o la persona se aísla, careciendo así de los soportes necesarios para que cualquier ser humano se pueda realizar en la vida. 

En lo psicológico y emocional, la frustración genera tensiones que hacen que los afectados se movilicen para buscar nuevas relaciones sociales (trabajos, partidos, parejas, amistades, la emigración, etc.), otros se retraen y deprimen, mientras que una minoría tiende a reaccionar con ira y se moviliza para construir un nuevo modelo de sociedad. Lo más grave es que la mayoría tiende a sentir tristeza, desconfianza, desorientación y miedo; sentimientos desactivadores que le dejan el camino libre a los pocos que sí tienen un proyecto. 

En lo económico, la anomia hace que quienes la sufren busquen nuevas formas de ganarse la vida, migrando, cambiando de trabajo, robando, empobreciéndose o arrimándose a un poderoso que les resuelva. Este último fenómeno se llama clientelismoy refleja el reconocimiento de la impotencia propia y la disposición a lograr los fines mediante el apoyo de otro que se supone que sí tiene el poder para lograr lo que otros no pueden. El clientelismo es una forma ligera de corrupción en la medida que es jugar con ventaja a favor de unos pocos y excluyendo a muchos. 

En lo cultural, se crea el ethos moral de la codependencia. El débil asume que tiene que arrimarse al fuerte y este último necesita al débil para que le aplauda y apoye en mantener el andamiaje de lo que explica todo esto: el autoritarismo, el cual trae como consecuencias estructuras de concentración del poder, una economía rentista y de reparto clientelista de los bienes sociales, un individualismo extremo y la desconfianza. 

Este es el ethos de la Venezuela que no ha dejado de ser, como dijo Arturo Uslar Pietri, el país de las grandes oportunidades perdidas. Para resolver esto, tendremos que partir del principio de que nuestra riqueza no está en los recursos naturales sino en poner de lado el individualismo, dejar de imponernos sobre los demás y jugar en equipo.

José Antonio Gil Yepes
Directiva Datanalisis
04249909099
@joseagilyepes

No hay comentarios:

Publicar un comentario