Sostener que en el
conjunto de la oposición política de Venezuela no hay voluntad política de
cambio, sería una gran injusticia. Pero sostener que la voluntad existente es
suficiente para producir un cambio político sustancial, sería faltar a la
verdad. A ver, hay que ser justos para no errar, y no estamos como para errores
irreparables.
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Se ha recorrido mucho
trecho, y ello no habría sido posible sin una dosis importante de voluntad
política. Eso por lo menos este columnista no lo discute. Al revés, lo destaca
y lo encomia. Pero hace falta más voluntad política. Se siente que hace falta.
El centro de la oposición nacional es la Asamblea y la temática legislativa
tiene su importancia y su lugar, pero ahora la prioridad debería ser la lucha
política para la cesación constitucional del desgobierno de Maduro, y la
apertura de una nueva etapa en la vida venezolana.
Debe recordarse que
la Constitución formalmente vigente es amplia y flexible al respecto, pero la
ruta más expedita y menos compleja sería la renuncia. Así, voluntaria por las
buenas o las mejores no va a ocurrir. Eso se sabe bien. Tiene que venir como
consecuencia de una gran presión socio-política que la induzca, que ponga muy
de manifiesto que es necesaria. Alegar que como Maduro no querría renunciar,
entonces la renuncia debe descartarse, es un absurdo. Maduro renunciaría si la
necesidad nacional lo conllevara a ello, con o sin su voluntad preferencial.
Y eso también
requiere de muchas iniciativas, de mucha explicación, de mucha persuasión, en
fin de una lucha política propiamente dicha, firmemente comprometida y llevada
hacia adelante con toda decisión. Es decir con más empuje. Con mucho más
empuje. Es por el bien de Venezuela y su pueblo. En donde hacen faltan los
anunciados “motores” es precisamente aquí…
En ese sentido, el
consenso que se expresó en la “Hoja de Ruta” como que no era tan seguro. Uno
lee y escucha declaraciones de voceros y analistas, en las que se cuestiona la
conveniencia de una salida “anticipada” de Maduro. Es probable que no con esas
palabras, pero esa es la idea. Se prefiere la opción de las elecciones
sucesivas de aquí hasta el 2018, para que el poder real sea transferido,
supuestamente, de manera natural y sin mayores contratiempos… Esa manera de
pensar puede que tenga sus razones y sus lógicas, pero la experiencia de estos
largos años no la abona. Al contrario.
Por lo demás, ese
concepto de lo idóneo, tiende a bajar la presión sobre el revocatorio, sobre la
enmienda, sobre la renuncia, y mientras tanto el país cruje por la crisis
humanitaria que nadie sabe a ciencia cierta a dónde puede conducir, aunque sí
se sepa que el despeñadero de seguro será más y más gravoso.
Hay voluntad
política. Sí la hay. Se necesita más voluntad política. Sí se necesita. Es
posible que esa voluntad política que hace falta se acuerpe y produzca frutos.
Es posible. Pero hay que hacerla posible.
Fernando
Luis Egaña
flegana@gmail.com
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