sábado, 10 de octubre de 2020

ROMÁN IBARRA, INCERTIDUMBRE

La incertidumbre es exactamente el signo de la vida de los venezolanos de este tiempo crítico y miserable en grado terminal.

Para la mayoría de la sociedad persiste la condición de supervivencia en medio de la más pavorosa desgracia socioeconómica jamás vista en toda la historia republicana. Todo ello exacerbado por la polarización política del país entre dos bandos que se repelen, a veces de manera racional, y otras tantas irracionalmente; ¨dueño cada uno de su verdad¨, sin detenerse a pensar por un momento que sus respectivas formas de hacer la política están alejadas, muy distantes del sentir, y sobre todo de las necesidades de quienes dicen representar y/o defender.

Es desesperante ver como se profundiza cada día la crisis y la subsistencia de los venezolanos de a pie, mientras los dos polos de la toma de decisión política, se desconocen y son incapaces de negociar y discutir salidas para los problemas reales de la gente. Me refiero a que en Venezuela se vive en condiciones de marginalidad generalizada, producto de que no hay luz; agua; gasolina; gas; medicinas; salarios, ni empleos dignos; alta inseguridad; violación sistemática de los DDHH, tal como lo demostraron, tanto la comisión independiente de expertos, así como el informe de la Alta Comisionada de los DDHH de las Naciones Unidas.

Según la última encuesta ENCOVI, reconocida publicación periódica de tres prestigiosas universidades como la UCV, la UCAB, y la Simón Bolívar, más del 80% de la población vive en condiciones de pobreza extrema; más que insuficientes, imposibles para alcanzar el sustento de la familia, con lo cual, hay una extendida expresión de la deserción escolar; del crecimiento no siempre racional y planificado del emprendimiento, y muy especialmente el incremento exagerado de la diáspora que aspira abrirse paso en otros países para alcanzar una vida mejor, no siempre bien recibida, o aceptada por los países a los cuales nos dirigimos los venezolanos.

Por una parte, la oposición venezolana atomizada, e incapaz de articular inteligencia política, y solo dedicada a profundizar las sanciones de los aliados internacionales para intentar destruir al régimen totalitario de Maduro, sin detenerse a observar los daños colaterales que afectan directamente a la población que dicen defender o acompañar. Es decir, a la espera de que las presiones económicas y financieras hagan el trabajo que la oposición no ha sido capaz de hacer.

Tras esos fines, más de uno de estos ¨dirigentes¨ insensibles en su exilio dorado, proponen a la sociedad que aguanten porque ¨lo primero es salir de Maduro¨, y el hambre y las necesidades que esperen.

Por el otro, un régimen absolutamente corrompido; inmoral, e insensible a quienes solo les importa mantenerse en el poder para poder seguir destruyendo las condiciones materiales y espirituales de los ciudadanos, y continuar controlando sus vidas por la vía del hambre y la necesidad. Repartiendo –cada vez menos- dádivas para dominarlos a su antojo.

Como si fuera poco el desastre causado por 21 años ininterrumpidos de pésimos gobiernos y corrupción de Chávez, y ahora de Maduro, acaban de aprobarse a la medida de sus apetencias dictatoriales una ¨Ley anti bloqueo¨, con la cual, terminarán de destruir lo poco que queda, y sin contención, porque la oposición está desarticulada y buscando salidas inviables, o de imposible materialización como las guerras ridículas del 30 de abril, y la operación Gedeón, conocida como el Macutazo.

No se dan cuenta que en el camino van dejando un reguero de gente abandonada; triste; enferma o muerta de hambre y desesperanza.

Se perdió un tiempo precioso para que ambos bandos pusieran de acuerdo sus respectivas fuerzas para resolver los problemas de la gente, y ganar calidad de vida. En Enero habrá lamentos.

Roman Ibarra
romanibarra@gmail.com
@romanibarra

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