Viví por 30 años en la Guayana venezolana, un espacio cultural que en los tiempos de la colonia pertenecía al virreinato de la Nueva Granada. Por esta razón y quizás por otras, los guayaneses siempre se han sentido pertenecientes a algo más importante que una capitanía, audiencia o república. Sus actividades cotidianas por siglos estuvieron marcadas por las referencias político-administrativas, financieras y comerciales directas con la capital imperialmadrileña o con Santa Fe de Bogotá, en la tierra de los muiscas. Los hijos de la élite angostureña salían por vapor directo a las islas inglesas del Caribe o de habla francófona, para dirigirse a París, Londres o Madrid. Eras súbditos de la corona española y así lo fueron por siglos.
Fue en el siglo XX cuando el Benemérito Juan Vicente Gómez impuso su paz del silencio y unificó al país incorporando esa extensa región a lo que se conoció como Estados Unidos de Venezuela. Pero la Ciudad Bolívar de la era republicana siguió conservando su estirpe y prosapia virreinal en su hacer cultural ancestral y de glorioso pasado. Así también el resto de los antiguos pueblos, como Nuestra Señora del Rosario de Guasipati, capital de la tierra del oro,y tierra de los indígenas kamaracotos, los grandes cazadores de zorros guaches. En esa población nació, el 15 de noviembre de 1928, Leopoldo Villalobos Boada, el cronista emérito de Ciudad Guayana.
Lo conocí a propósito de una confrontación sobre el nombre a unas páginas culturales, ‘Puerto de Tablas’, que coordinaba en el extinto diario El Pueblo, de San Félix, a mediados de 1984. Después se hizo común encontrarnos para conversar sobre la historia de este vasto y telúrico territorio de aguas dulces y cielos cristalinos.
De Leopoldo me sigue sorprendiendo su constancia para coleccionar todas las publicaciones regionales y muchas nacionales. Su casa de dos plantas, era un verdadero museo hemerográfico. Tenía en su haber todas las publicaciones, diarias, de los periódicos de Guayana: El Expreso, El Progreso, Correo del Caroní, El Pueblo, El Bolivarense, El Diario de Guayana, El Luchador, Diario Primicia, La Esfera, El Guayanés, Nueva Prensa, entre otros. De todas esas y otras publicaciones la que más atesoraba era la revista El Minero, de la cual fue redactor y posteriormente su editor.Sigue así, Leopoldo Villalobos, la tradición de Guayana como la cuna del periodismo republicano y donde, hasta mediados de los años 80-90, era la región que poseía la mayor cantidad de publicaciones diarias y donde más periódicos se leían.
Cierto día entré a su morada, mientras me mostraba su casao bservaba habitaciones enteras llenas con cerros de diarios que iban del suelo al techo. La sala completa atestada de periódicos, revistas, libros, manuscritos, fotografías, sin lugar apenas para pasar entre inmensos montículos de papel. Carpetas y demás publicaciones en el más completo desorden, ya comenzando a deteriorarse. Era, ciertamente, una inmensa memoria que yacía esperando ser atendida.
-Esto es para ti, Juan. En mis manos depositó un libro de su coterránea, la poeta Jean Aristeguieta, ‘Ebriedad del delirio’, con una dedicatoria. En su interior colocó un ejemplar de las plaquettes que esta destacada escritora continuaba promoviendo a sus más de 90 años.
Leopoldo Villalobos publicó varios libros, así como innumerables artículos y ensayos sobre la historia de Guayana y sus misterios. De su pueblo, Guasipati, que está en el sendero de la inmensa selva de la Guayana venezolana, Leopoldo la describe, ‘Guasipati: memoria de un pueblo’,con acuciosa mirada para dar una versión más objetiva de la historia de esta tierra dorada y de inmensas y profundas aguas. Fundada, como el resto de pueblos y cantones, por los conquistadores y misioneros en el siglo XVIII. De tanto adentrarse los españoles en la selva buscando el mítico Dorado, fueron quedando misiones, como El Callao, Tumeremo, El Palmar, El Dorado.
La escritura laboriosa y reposada de Leopoldo Villalobos se aprecia, tanto en sus artículos publicados como en las crónicas, cuentos y poemas sobre la historia de los pueblos de la Guayana. –Es que en Guayana los poetas crecen como la verdolaga, mi querido amigo. Me confesaba, sarcásticamente, cierta vez a propósito de los encuentros y recitales poéticos a los que asistía.
Su prosa poética, presente en su ‘Mega canto a Guayana’, describe un territorio donde la memoria está íntimamente adherida a lo cotidiano, a los espacios de los pueblos que vio nacer y crecer, a las ciudades que se construyeron, como Ciudad Guayana, a los sitios ancestrales, como el Puerto de Tablitas donde se originó el pueblo de San Félix y del que tanto discutimos.
Hoy Leopoldo no está. El integrante de la primera promoción (1960) de licenciados en comunicación social de la Universidad Central de Venezuela, fundadores del periodismo académico en Venezuela, partió un 31 de octubre de 2018. La Guayana de la inmensa memoria cultural, con sus ancestrales y misionales pueblos, sabrá recordar y apreciar su aporte a la cultura y las letras.
Juan Guerrero
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
@camilodeasis1
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario