El voto es la herramienta democrática por excelencia con la cual se logran los cambios que exige la sociedad. Sin embargo, en el imaginario colectivo de los venezolanos el voto no sirve para nada. Con total desprecio la gente dice: “total todo sigue igual”, “todos son lo mismo”.
¿Cuáles son las razones que llevan a la gente a esa dañina y peligrosa percepción? y digo peligrosa por el debilitamiento que de la democracia que conlleva.
Una, el fraude electoral que desde 1897 cuando Joaquín Crespo envió a cada plaza a unos bandoleros para impedir que los partidarios del general José Manuel (el Mocho) Hernández votaran, incluso a él mismo, para que ganara su títere Ignacio Andrade, lo cargamos a cuestas.
Digna mención los dos (2) fraudes cometidos por Marcos Pérez Jiménez. La primera en 1952, cuando habiendo perdido las elecciones de la Constituyente disolvió la Junta de Gobierno y tomó el poder por la fuerza. El segundo en 1957 cuando se arroga el triunfo del plebiscito (con el primero se consolidó y con el segundo se destruyó).
La democracia no se sale lisa de acusaciones de este tipo, muchos rememoran al “acta mata voto” o la imposición de los cogollos por uno u otro candidato. Pero también la misma viveza criolla de no reconocer una derrota echando culpas a otros, entonces siempre hay fraude.
En tiempos de chavismo el fraude electoral paso a ser una constante. La dirigencia política despues que exigió el voto automatizado ahora se ha encargado de difundir la idea de que las máquinas están amañadas que favorecen al chavismo. Sin embargo, quienes hemos sido desde miembros de mesa hasta coordinadores de centro sabemos que deben coincidir los resultados en las boletas que emite la máquina y estos con las auditorias posteriores en las mesas aleatorias. Con lo cual no quiero decir que el ventajismo grosero y abusivo en el uso de dinero y entes públicos para hacer campaña no sea fraude.
Otra de las razones, son las candidaturas poco competitivas. Porque cuando la gente se decide a votar porque es su derecho entonces dice: ¿por quién voto? Ninguno de esos candidatos me dice nada. Además, todos lo hacen mal y cuando llegan es a robar y no trabajan para el beneficio de la sociedad.
Entonces el ciudadano está sumergido en las aguas del fraude, de la desconfianza y del desinterés y decide no votar. Lo cual responde a nuestra cultura política de Juan Bimba, pasiva, sumisa, conforme, ¿qué puedo hacer yo? ¡Yo no puedo cambiar nada!
Es el sentirse solo en un país marcado por los intereses personales y lleno de contradicciones. Por ello, no votar para que no pase nada, debemos cambiarlo por #Votemos. Para combatir el fraude.
Dejar que Venezuela siga en manos y en la decisión de unos pocos es condenarnos no sólo al fraude, sino a las malas gestiones, a la corrupción y la ineficiencia. Entonces es necesario cambiar esa actitud pasiva y conformista por una activa y vigilante, por lo que es de todos, en función del bien común, del colectivo… donde las grandes mayorías logremos imponernos a las imposiciones de los cogollos políticos y económicos. Entonces #Votemos.
Carlota Salazar Calderon
Carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar
Venezuela
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