El Club de Roma fue el primero en alertar en su conocido informe Meadows sobre los límites al crecimiento. El informe constataba la evidente inviabilidad del crecimiento permanente de la población y sus consumos. Durante los años 70 y 80 del siglo XX aparecieron gran cantidad de publicaciones que realizaban una crítica del modelo desarrollista y de su brazo ejecutor, el sistema tecno-industrial. Pronto estos temas alcanzarían el terreno de la política
En este marco nace la ecología política hacia la segunda mitad del siglo XX, partiendo de diversas fuentes como el naturismo y se divide en diversas corrientes, como la ecología profunda o la ecología social como lo explica el profesor Castells.
La ecología política es “una corriente de pensamiento cuyo objetivo es llevar al ámbito de lo político los múltiples aspectos y realidades que engloba el término ecología, pero no lo hace desde posiciones preexistentes. En este sentido, la ecología política no se identifica con la izquierda o la derecha convencionales, puesto que rechaza de raíz lo que ambos posicionamientos comparten” (Wolf 1972, 2-6).
En el panorama mundial encontramos a los movimientos ecologistas no políticos, es decir, ONGs como Greenpeace, World Wide Fund for Nature (WWF) u otras organizaciones de carácter internacional o regional; y por otro lado a las formaciones políticas ecologistas, conocidas normalmente como partidos políticos verdes.
De este debate surgió el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), instaurado en 1972 para hacer visibles internacionalmente los problemas medioambientales mundiales. Con la toma de conciencia por parte de la sociedad sobre las cuestiones relacionadas con la degradación del medio ambiente, sobre los años 70, las ideas ecologistas van cobrando fuerza y generando diversas tendencias.
La proliferación de los movimientos sociales con orientación medioambiental, la contracción del mercado mundial por el incremento de los precios del petróleo, el nacimiento de miles de Organizaciones No Gubernamentales (ONG's) dedicadas a la protección de los recursos naturales, el creciente interés de los científicos por un nuevo paradigma que incluyera tanto aspectos físicos como sociales o la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, son elementos que han permitido que la cuestión ambiental se posiciones en la Agenda pública.
La Conferencia de Río de Janeiro de 1992, conocida como Cumbre de la Tierra, fue realmente significativa ya que marcó la aprobación de varios instrumentos multilaterales, entre los que destaca la Convención de Diversidad Biológica, la Agenda 21, los Principios Forestales, la Declaración de Río y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, antes mencionada, cuyo fin último era la estabilización de las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera, a un nivel que prevenga los peligros derivados de las interferencias del ser humano en el sistema climática, cuestiones ya contempladas en la Declaración de Estocolmo.
Esta Convención brinda un marco de cooperación de los Estados orientada a facilitar las acciones de mitigación en primera instancia y afrontar la cuestión climática desde una visión global, ya que sus efectos están previstos para todos los Estados, aunque también con estrategias regionales.
Un hito significativo ha sido el Protocolo de Kioto, instrumento legal, autorizado por la Convención Climática, adoptado en la conferencia celebrada en Japón, en 1997, que fue enmendado en la reunión en Doha (Qatar) en 2012 a través de la llamada Enmienda de Doha, que contiene un segundo período de compromisos, desde 2013 al 2020, centrado en la reducción de emisiones.
Así, se incluyeron tres mecanismos para intercambiar créditos de carbono, a saber: Aplicación Conjunta (AC), Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) y Comercio de Emisiones de Carbono, que permiten acciones como generar créditos en forma de Unidades de Reducción de Emisiones (ERUs). La determinación de los principios, modalidades y normas, del comercio de emisiones de carbono se reguló especialmente en los Acuerdos de Marrakech
Las negociaciones climáticas han experimentado un fuerte movimiento en los últimos veinte años, que fueron abonando el camino para el Acuerdo de París de 2015 y recientemente Glasgow 2021. Desde 1995 con el Mandato de Berlín, y posteriormente con la Plataforma de Durban se introducen en la palestra pública aspectos relacionados con el financiamiento a largo plazo, el REDD Plus y el Mecanismo Internacional de Varsovia para las pérdidas y los daños relacionados con las repercusiones del Cambio Climático; aquí se aborda un planteamiento esencial como lo es el financiamiento para la transición verde sobre todo desde países desarrollados hacia países en vías de desarrollo, dado los altos costos de las tecnologías verdes.
Así pues, el Cambio Climático es una temática que cruza transversalmente las políticas públicas, tanto en el plano nacional como en el plano internacional. Los Acuerdos de Glasgow 2021 en el marco de la COP26 parecen ahondar en este planteamiento y se configuran como el nuevo horizonte en torno a la generación de políticas públicas y programas de gobierno ecopolítico. Una señal clara que el mundo apunta hacia esta dirección es el énfasis climático que tiene el nuevo gobierno en Alemania, donde por primera vez los Verdes han ingresado al gobierno de la nación germana.
Dylan J. Pereira
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Venezuela
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