lunes, 25 de abril de 2016

EGILDO LUJÁN NAVA, EL VIRAJE DE AMÉRICA LATINA FORMATO DEL FUTURO…

En esta parte del Continente, las modalidades políticas y los comportamientos gubernamentales llegan como las olas: avanzan, cubren y pasan. Desde los años de la época libertadora  en América Latina hasta el presente, ha  habido esta secuencia que ha marcado una gran diferencia en su evolución con respecto a Norteamérica y a Europa.

En el Norte, los ingleses colonizaron el territorio exterminando parcialmente a los nativos y se instalaron con sus respectivas familias para quedarse en el sitio, en condiciones de dueños. En su época de Independencia, los mismos nuevos nativos, en su mayoría de procedencia o descendencia inglesa, lucharon contra la Corona Inglesa se independizaron y lograron fundar su país. Luego se planteó otra contienda interna entre el Norte y el Sur por la abolición de la esclavitud y la unificación federada de los Estados. Triunfó el Norte, se abolió la esclavitud y se consolidó el país en una Federación de Estados que constituye la nación del Norte.

En el Sur, españoles y portugueses, en su mayoría prófugos de la justicia, mercenarios o aventureros, se apoderan del territorio y se instalaron en convivencia con los nativos locales. No para producir y construir. Sí  con la intención de expoliar las riquezas naturales, metales y piedras preciosas para enviarlas a sus respectivas Coronas europeas. Y, de esa manera, colaborar en el financiamiento de guerras, la opulencia y los desmanes en el mundo. Estos invasores tenían como meta personal reunir una dote suficiente para luego regresar ricos a sus patrias. Desde luego, el sentimiento de Patria nueva fue inexistente entre ellos y para ellos.

Cuando se inicia la ola independentista en América del Sur, los invasores, a diferencia del Norte, ya se habían mezclado con los habitantes locales. Prolifera un mestizaje poblacional que, definitivamente, es lo que define una gran diferencia con los del Norte, que sí se unieron para formar un único país basado en el concepto de que "en la unión, está la fuerza". Mientras tanto, en el Sur el concepto fue -y continúa siendo- "divide y vencerás". Sólo Simón Bolívar creyó hasta el día de su muerte, en el concepto de la Patria Grande y unida. Eso nunca se logró. De hecho, hasta el día de hoy la región se sigue distinguiendo por ser un espacio geográfico dividido territorialmente, y  en la que sus componentes insisten en tratarse con desconfianza. Es decir, de la ola independentista quedó como resultado una multiplicidad de repúblicas débiles, rurales y poco evolucionadas.

El Siglo XIX cierra así un momento que se proyecta hacia el Siglo XX con un lento proceso de reconstrucción regional, hasta concluir políticamente en la década de los 40 con un cúmulo de naciones casi todas gobernadas bajo la égida del caudillismo, de férreas dictaduras o de gobiernos militaristas, alejados del espíritu y la motivación democrática que avanzaba fuera del Continente.  

Es cierto que al final de esa misma década de los cuarenta, hubo casos aislados de interés serio y cierto a favor de las modalidades gubernamentales democráticas en la zona. No obstante, lo hicieron influidos por un componente de origen local: el populismo. Una figura nueva, es verdad, pero que equivalía realmente a una fusión de caudillismo, dictadura y militarismo, cubierto con ropaje de supuesta Democracia, ya que equivalía a pensar y actuar al margen del componente imprescindible de un sistema gubernamental de libertades: una base institucional firme, inobjetable, con poderes públicos al servicio de los ciudadanos y no de falsos demócratas.

Ante semejante fragilidad institucional, es por lo que en los años 50 regresa nuevamente una ola de dictaduras militares y/o militaristas, hasta que su pobre desempeño termina sirviéndole de motivo justificado para que en los 60 reaparezca el interés pendular por la necesidad imperiosa de vivir en Democracia, aunque sin haber superado las causas que anteriormente habían servido de excusa para que emergiera el siempre erróneo concepto del militarismo salvador.

De hecho, es precisamente esa realidad la que hace posible que en Venezuela, a finales de los 90,  sea un militar el que asuma el control del poder por la vía de los votos y no de las balas. Sólo que lo hace en combinación y connivencia con los Castro Comunistas cubanos, como expresión materializadora de los propósitos ansiados por el "Foro de Sao Paulo", a la par de países comunistoides de otras latitudes, además de naciones regidas por dictaduras, y, en su mayoría, catalogadas  de países forajidos. Es la gran modalidad gubernamental del Siglo XXI, y que se comienza a proyectar con fuerza a partir del estratégico aprovechamiento de la inmensa masa de dinero que le ingresó a Venezuela durante los últimos 15 años, pero también con un objetivo claramente definido en Brasil: la instauración de un sistema gubernamental hegemónico y comunista en América Latina.

Pero caen los precios de las materias primas en el mundo, incluyendo los del petróleo. En Venezuela, fallece el principal propulsor y financista del avance populista-comunista en América Latina, Hugo Chávez Frías,  y se cierra así el cofre financiero venezolano de la mal llamada "Revolución del Siglo XXI".

Lo peor para Venezuela, sin embargo, no es la desaparición física del caudillo militar. Es que el país entra en una gran recesión económica con la inflación y las devaluaciones más altas del mundo, además de que el declive de la ola pasional y popular por el populismo se extiende a ciertos países de la región, principalmente los comprometidos ideológicamente con la misma tesis financiada con el petróleo venezolano.

En lo que esto se ha traducido, es que el hambre, la escasez, la corrupción, el populismo engañoso y la decepción  han generado una incontenible expansión de rechazo hacia una cierta forma de gobernar, a partir de modalidades dictatoriales con ropaje democrático, y comienza a cambiar el panorama a favor del llamado espíritu de libertades.

De hecho, el siempre usado lema de los autocalificados progresistas "Yankee Go Home", progresivamente ha comenzado a cambiar, y pasado  a transformarse en "Yankee Come Home". Cuba, cuna ideológica y armada del propósito arrastrado históricamente,  inicia el viraje hacia la reconciliación con los Estados Unidos y los países democráticos del mundo, después de casi 60 años de distanciamientos o de falsas relaciones bilaterales. De igual manera,  Colombia inicia un proceso de pacificación con la narcoguerrilla comunista.  Argentina se da un nuevo Gobierno, diametralmente distinto al que lo sometía al personalismo.  Brasil entra en convulsión social con alto  peligro de descabezamiento presidencial. Y mientras que en Bolivia y en Ecuador sus ciudadanos comienzan a pronunciarse en contra de las hegemonías personalistas y caudillescas, en Venezuela, además de asestarse una derrota inobjetable a nivel parlamentario en contra de lo que representaba el liderazgo del fallecido Hugo Chávez, el Gobierno en funciones, sencillamente, no descansa en su propósito de contribuir a sepultar la base de sustentación de ese mismo movimiento,  con su desafortunado y pobre desempeño administrativo.   

El resto de países del Sur está en plena evolución hacia un cambio de reencuentro con formas de gobierno distintas a las que vienen fracasando en los últimos años. Todo eso está haciendo posible que se perciba a mediano plazo el surgimiento de una evolución positiva que, posiblemente, permitirá promover nuevos procesos de integración continental. Es cierto, aún hay resabios en pie de la base sustentadora del esquema gubernamental que insiste en sostenerse, como siempre, medrando de la seria fragilidad social regional. Sin embargo, también se impulsa una ola de desarrollo y de progreso que, de convertirse en aciertos,  pudiera hacer entender que sólo unidos, es posible formar una gran alianza productiva, cultural y social competitiva en el orden global.

La creencia que entusiasma y anima a ser optimistas, se deja sentir en lo dicho hace poco en un evento vecinal nacional: “En América Latina, somos cariñosos; tenemos ritmo para bailar. El concepto familia lo tenemos arraigado. Somos "amigueros" y nos gusta la buena vida. Todo eso indica que, entre nosotros, no debe haber fronteras. Debemos integrarnos como un solo pueblo. Sí podemos ser también  otra gran y poderosa Federación de Estados siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos y de la propia Unión Europea. Por supuesto, para llegar hasta allí, hay que  entender  que sólo lo lograremos trabajando con miras a dicho propósito, erradicando el populismo, las dictaduras y las desigualdades. También que hay que  luchar contra las causas de la pobreza y de la corrupción. Y que las más poderosas motivaciones para ser una sociedad de trabajo productivo, siempre serán más  y mejor educación; investigación teórica y aplicaba. También  trabajo y más trabajo”.

En honor a ese gran hombre Latinoamericano que fue Simón Bolívar, y por haber dedicado su vida en procura de la unificación y formación de "la Patria Grande", desde luego, la única moneda del Sur debería ser el BOLÍVAR. 

Egildo Lujan Navas
egildolujan@gmail.com
@egildolujan
Fedecamaras
Fedenaga
Miranda - Venezuela
Eviado por
ebritoe@gmail.com

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