Un tema controversial, los partidos políticos. Es cierto que una sociedad puede sobrevivir sin partidos, pero las naturalezas de sus luchas pueden ser mucho más complicadas, pues en democracia, estas organizaciones son el musculo de la política y de ella depende en grado superlativo su funcionabilidad.
No es casual, cuando nuestra nación atraviesa su peor momento histórico los partidos políticos han sucumbido ante la apatía y el rechazo. Prácticamente, quien no recibe alguna retribución directa por formar parte de una organización de éstas sencillamente no vota, más del 80% de los venezolanos señalan no pertenecer ni simpatizar con alguno.
El Psuv mantiene cautiva una población a través de una relación de neo esclavitud, a través del voto coercitivo asigna alguna recompensa como bonos, bolsas Clap, entre otros estipendios o amenazas como el despido.
La apatía/rechazo que lacera los partidos venezolanos tiene su génesis en no haber podido fungir como mediadores efectivos entre las necesidades del país y quienes toman las decisiones, además de ser señalados (sus cúpulas) de haber traicionado a sus militantes aceptando diálogos y procesos electorales al margen de la ley justo después de coyunturas específicas, cuando el régimen se encontraba acorralado y los venezolanos habían sudado, sangrado, entregado vidas.
La “venta” de algunas figuras partidistas, febles posturas y cohabitación con el régimen son principales causas del hoy eclipsado mundo partidista. Otro factor reductor de los partidos venezolanos es la ausencia de democracia, de constitucionalidad y la perdida de los valores del voto (no premia, no castiga ni genera cambios), éstos se hacen poco atractivos.
Los venezolanos se preguntan ¿Para qué votar sí el chavismo gana aún cuando pierde? Reflexión derivada a la devastación por parte del chavismo de los espacios que pierde a través del voto, quita recursos, competencias e impone poderes paralelos, amén de otras estratagemas antidemocráticas.
De este modo, en un sistema castrista por imposición, el único partido sobreviviente es el del gobierno, pero su perdurabilidad es ficticia y débil, dependiente de factores que, en su mayoría, no puede controlar perennemente.
A todas estas, la democracia sobrevivirá mientras haya demócratas y los venezolanos lo estamos demostrando, ya una vez lo hicimos en medio de cruentas dictaduras. Se avecina una fecha supremamente importante, que puede significar el giro que todos hemos esperado, las primarias de la oposición.
Con todo lo ocurrido en estos luengos 22 años, los habitantes de este desnaturalizado país sabemos identificar quienes son los aliados del régimen, escudados tras una falsa/ominosa oposición.
Aprovechemos como ciudadanos este evento a fin de deslastrar estas organizaciones políticas y permitir destranquen el juego democrático.
Desde luego, es imposible hablar de elecciones sí se mantienen las condiciones absurdas, pero para poder presionar es necesario organizar la lucha y, precisamente, para hacerlo son requeridos los partidos políticos.
Nuestro país ha sido abandonado a su suerte por parte de una comunidad internacional lerda y con intereses propios. La lucha debe ser nuestra, para protagonizarla la legitimidad de sus figuras es determinante.
Hay que rescatar la fe en los partidos políticos, son insustituibles. Para nuestra fortuna esa revalidación no depende de ellos sino de nosotros (los ciudadanos) sabiendo escoger entre sus figuras, preponiendo la preparación, la experiencia, sus niveles de honradez. Finalmente, llegó la hora de luchar, pero luchar bien e inteligentemente ante un enemigo que solo usa la fuerza.
Leandro Rodríguez Linárez
leandrotango@gmail.com
@leandrotango
Venezuela
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