Éxtasis, no otra cosa, es lo que siento cuando veo la primera fotografía tomada por el telescopio James Webb, publicada hace apenas pocos días, lunes 11 de julio de 2022, foto de un universo multicolor, cual tarjeta navideña, desplegado ante nuestros ojos por primera vez. Éxtasis ante el despliegue científico-tecnológico que ha significado poner en órbita el telescopio, programar todas sus funciones a distancia sideral, y mandar sus fotografías, según lo prometido el 25 de diciembre de 2021 cuando el telescopio fue lanzado desde una base en la Guayana francesa, cual regalo de navidad para la humanidad, como reseñé en artículo previo.
Éxtasis ante la belleza de un mundo desconocido hasta ahora por el ojo humano, incapaz de visualizar la luz infrarroja que sí capta el telescopio Webb. Éxtasis ante estrellas cuya existencia desconocíamos; ante la belleza explosiva de las nebulosas, esas guarderías donde se incuban las estrellas bebés en medio de polvo y gases y donde también las estrellas viejas, las supernovas, van a morir, vida y muerte en un mismo espacio cósmico; ante galaxias que lucen cercanas pero que se encuentran a millones de años luz* de nosotros.
El telescopio Webb seguirá regalándonos fotos que permitirán estudiar la formación de las primeras galaxias y estrellas que se formaron en el universo temprano, unos cien millones de años después del Big Bang. La luz de estas primeras galaxias ha estado viajando durante 13.800 millones de años y son ellas las que el telescopio James Webb captará para nosotros en su vasto curiosear por el infinito.
Recreo aquella conmovedora escena de «Rapsodia en agosto», film antibelicista del eximio director de cine Akira Kurosawa, en la que la abuela y sus nietos, de espaldas al espectador, en silencio contemplan la luna llena que limpiará sus mentes de las miserias del pasado, de la violencia de un brutal ayer atómico que contradictoriamente pretendía la paz. Solo que ahora recreo la escena de la anciana y los niños, asombrados al igual que yo, de ese cielo estrellado multicolor que el telescopio Webb nos regaló ayer, de ese cielo que siempre ha estado allí, aunque nunca a nuestro alcance, por causa de nuestras limitadas capacidades sensoriales; una imagen, ahora sí, marcada para la paz de todos los seres humanos en admiración por lo alcanzado.
Quisiera quedarme allí, en ese universo infinito, en búsqueda de nuevas verdades, de descubrimientos sin fin, en medio del orgullo de estos logros, nacidos de la inventiva del ser humano, que al mismo tiempo traen consigo la humildad de vernos como un punto minúsculo en medio de tanto portento.
No es posible. Hay que volver a la tierra, a nuestras preocupaciones diarias, a nuestras alegrías y tristezas, buscando la paz en medio de las discordias, que son muchas. Ahora con la certeza de que habrá siempre más para sorprendernos en el camino de la ciencia. En frase de Sharon Begley, reportera de Newsweek en 1977, erróneamente atribuida a Carl Sagan: «En alguna parte, algo increíble espera por ser descubierto». Ayer fue uno de esos días.
*(año luz: medida de longitud empleada en astronomía, equivalente a la distancia que recorre la luz en un año, aproximadamente nueve billones de kilómetros)
Dra. Gioconda Cunto de San Blas
Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
Individuo de Número, Sillón XX
Investigadora Titular Emérita
Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)
Caracas, Venezuela
Twitter: @daVinci1412
Website: giocondasanblas.blogspot.com-----------------
"Allí donde se niega el conocimiento científico, se difunden las teorías de la conspiración y la agitación". Angela Merkel, discurso de despedida como Canciller de Alemania. 02/12/2021
“El castigo por rehusarte a participar en política es ser gobernado por personas inferiores a ti”. Platón
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