¿Qué nos dicen los resultados pasados?
Tenemos que responder esa pregunta con hechos ordenados y argumentos de tipo
electoral los cuales pienso que deben ser considerados. En este sentido voy a
referirme a las elecciones parlamentarias celebradas en Venezuela el domingo 26
de septiembre de 2010, y con ello, a las elecciones ya fijadas para el 6 de
diciembre de 2015. Las primeras ya son historia. La derrota política propinada
-en ese entonces- al gobierno de Hugo Chávez, fue clara e inocultable: en poco
más de un año perdió nada menos que un millón de votos, es decir la diferencia
entre el resultado de las parlamentarias y el obtenido en el Referendo
Aprobatorio de la Enmienda Constitucional en el año 2009, cuando presentó la
propuesta para su reelección como presidente de la República.
Como sabemos, en el 2010, la oposición obtuvo
más votos pero menos diputados, pues la elección de los 98 diputados chavistas
no fue expresión fiel de la voluntad popular-como si lo fue la de los 65
diputados de la oposición- sino el resultado de la adulteración
anticonstitucional del sistema electoral venezolano que se produjo con la Ley
Orgánica de los Procesos Electorales., aprobada en el año 2009.
La trascendental importancia de la Mesa de
Unidad Democrática, que se presenta en alianza perfecta o tarjeta única ha sido
decisiva en el aumento de la votación opositora. Hecho significativo que
revelan los resultados electorales. Nadie podrá negar al mismo tiempo que la
política de la unidad se encontró con el gran país. Una muestra de lo que digo,
son las elecciones presidenciales: si nos trasladamos a las del año 2006 y la
comparación la hacemos con la elección en el 2012, Hugo Chávez perdió dos
millones de votos con Henrique Capriles, como candidato de la oposición.
En las elecciones presidenciales de 2013, el
chavismo, con Nicolás Maduro, perdió un millón de votos, también, con Capriles
como candidato, elevando, así, la pérdida a tres millones de votos. Y, es eso,
que la unidad democrática se propuso ganar a la mayoría indecisa y también a la
minoría pasiva, en gran parte lo logró. La unidad sigue siendo una exigencia y
una esperanza de los venezolanos.
Para el 6 de diciembre están fijadas las
cruciales elecciones parlamentarias en una decisión que llevara al chavismo a
medir fuerzas en uno de sus peores momentos de popularidad, donde la mayoría de
los venezolanos considera que la situación del país es crítica, mala o muy
mala, y hay pocas probabilidades de que el escenario mejore en lo que resta del
año. Pero eso no basta para que la oposición tenga garantizado que conquistará
la mayoría parlamentaria. No basta, tampoco, con decir que es mayoría. La
oposición debería estar clara en que está obligada a trabajar para conseguir el
voto de los ciudadanos., sólo así podrá ganar.
Nicolás Maduro, ante la sensación de alerta y
angustia por el miedo a perder las elecciones parlamentarias está recurriendo a
todo tipo de amenaza. Con absoluto desprecio a la democracia, está expresando
un poder despótico con toda su carga de autoritarismo. En esta realidad- y dada
la inestabilidad política y económica del país- es notable de que existe un
gran porcentaje de votantes chavistas y no chavistas con la mayor
predisposición posible de estar analizando en frio la gestión del actual
gobierno. El voto cautivo que nació de la adhesión ciega e incondicional a una
persona ha perdido terreno y ha aumentado de manera significativa la influencia
del valor del voto pensante, que refleja una mayor disposición de quienes
votaron por Hugo Chávez a examinar con ojos críticos al gobierno de Nicolás
Maduro, y con propensión a votar por una nueva Asamblea Nacional para un cambio
político y un nuevo modelo económico, con un saludable margen de independencia.
Sixto
Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto
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