domingo, 21 de febrero de 2016

SUSANA MORFFE, COMO PELICULA, “THE END” (ENTRE CIELO Y TIERRA)

Después de los anuncios desde Miraflores para terminar de hundir la economía y con ella a todos los venezolanos,  el Banco Central de Venezuela, saco el conejo del sombrero y al fin divulgó lo que es obligatorio y se esperaba sobre la monumental inflación del 2015, información retenida estúpidamente, quizás por miedo a las reacciones.

Lo más resaltante es la cifra inflacionaria acumulada de 180,5% y el producto interno bruto que se contrajo 5,7%, según el organismo emisor. El rubro de Alimentos y Bebidas no alcohólicas fue el que más se disparó en el último año. Según el BCV, el precio de los alimentos subió 42,2% en los últimos cuatro meses de 2015. El estado quedó quebrado por mal administrador.

Pero ahora enfrentamos otro revolcón de precios que, nuevamente hace ruido dentro del circulo vicioso donde giramos todos, referente al “chucuto” salario mínimo, superado por un bono de alimentación y una devaluación del bolívar a toda marcha. Lo del bono de alimentación es la jugada psíquica para el pueblo, muy apropiada para el régimen para evadir pasivos laborales, sin beneficios para la masa trabajadora en el futuro. Somos ciegos, guiados por ciegos.

Han hecho vivir al pueblo de ilusión óptica y mental, igual con el anunciado salario chucuto, de efecto apaciguador, por poco tiempo porque quedará diluido en sal y agua. La calle, aunque lo quieran disimular, disfrazar y detener, esa calle está caliente y no hay fuerza que contenga el malestar estomacal y la locura que existe en la gente para enfrentar el hambre. Por esto y por lo que ha sucedido en años anteriores, es una realidad la disidencia revolucionaria.

Se hacen los locos y habría que recordarle al régimen, entre otras cosas,  que desde el 2014 se hizo una solicitud de Tipo de Cambio de flotación para el Puerto Libre de la isla de Margarita, y hasta el momento no hay respuestas para echar adelante lo que es la principal entrada económica de la región para generar empleos.

No hay una comunidad, de los once municipios que integran el territorio insular, que no se esté quejando en este momento. Es insólito tener que levantar la voz para protestar por algo tan vital como el agua, que desde hace meses mantiene en profunda sequía a los habitantes, al igual que por alimentos e incluso las fallas permanentes de los accesorios que utilizan los niños para sus cuidados higiénicos ¿Dónde está el humanismo que predican los funcionarios del gobierno? Los pescadores viven azotados por el hampa porque les roban los implementos para sus faenas diarias.  ¿Por qué el gobernador del estado no da la cara?

El agua para el consumo humano, cuando llega, no se puede utilizar por el color turbio saliendo por los grifos, mientras que un botellón de agua pasó de 220 bolívares falsos a 400 bolívares más falsos y nadie está seguro que el agua embotellada sea verdaderamente potable, ¡es que nos quieren matar a todos!
Los venezolanos ya hemos conocido y practicado todas las técnicas, rituales y ejercicios para enfrentar la crisis, desde el yoga, deportes y retiros espirituales, hasta contemplación de la naturaleza, acompañado de alaridos para sacar la rabia del espíritu. Sin embargo, la inflación revolucionaria nos sigue devorando el bolsillo y la existencia.

¿Qué hace el mandatario de Miraflores ante tanto drama?, ¡hasta cuándo vas a seguir atacando a los venezolanos! ¿El seguirá durmiendo como un bebé?, ¿sin trasnocho ante la aguda crisis que ha provocado? Hay algo cierto, los que gobiernan de manera desproporcionada terminan mal, muy mal, sin nada. Me recuerda a una empleada doméstica torpe que cometía errores, uno tras otro, y por falta de una sustituta se aguantaba, pero llegado el momento la paciencia y consideración se acaba y hubo que despedirla. De igual manera pasa con una persona que funge como jefe de estado y peor sino “calza” en esa designación.

Estamos de acuerdo en que el pueblo se equivocó, hubo trampas, nos metieron gato por liebre hasta por dudosa nacionalidad, pero cualquier argumento ya es el capítulo en sus últimos finales. El asunto no está como para ganarse un Oscar y mucho menos el Nobel de La Paz. Los venezolanos somos celosos de nuestro suelo, ciudadanía y soberanía. A pesar de las circunstancias, hemos demostrado al mundo que somos únicos, especiales y tenemos resistencia.
Esta historia se está acabando y no hay diferimiento, cada venezolano conoce y sabe lo que tiene que hacer al momento de buscar lo que nos están arrebatando. No obstante, saben los venezolanos de ese paso que el régimen espera, lo usarían a su favor para quedar como víctimas y poder huir sin pagarle a la justicia todos los desatinos cometidos. Los hechos no se van a poder cambiar y el sorpresivo desenlace es el adecuado para un final de película de acción...The End.

Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com

Nueva Esparta - Venezuela

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