La Democracia no se enseña repartiendo libros de historia
ni pegando calcomanías con nuestra Bandera Nacional en los parachoques de los
carros.
La Democracia se enseña y se aprende con el buen ejemplo de quienes
ocupan altos cargos en la dirección del país, tanto en la función pública como
en la privada. De este modo, el buen ejemplo va permeando y abonando la mente y
el comportamiento de la sociedad. Simplemente, la democracia no ha germinado en
el cómo y el cuándo lo debería, por cuanto algunos de quienes han debido ser
los sembradores de la nacionalidad, se preocuparon y ocuparon más en recoger
que en sembrar.
El suelo venezolano, abonado con la sangre, el sudor y
las lágrimas de nuestros antepasados aborígenes y de los forjadores y hacedores
de nuestra independencia política, todavía está fértil para recibir la semilla
de la democracia. Mala semilla han tratado de sembrar en los últimos 17 años
pero, pasada la esperanza en sus bondades, el suelo la rechaza y espera con
urgencia que le abran los surcos para recibir tanto la buena semilla como el
buen ejemplo que le garantice el riego oportuno, continuo y necesario.
El Pasado 6D, los jornaleros comenzaron a preparar la
siembra en tierra liberada y ocupada, lamentablemente en ella quedaron restos
de malas hierbas que están tratando de impedir la apertura de los surcos. La
recuperación de la democracia, con buenas semillas, buenos sembradores y buenos
cosechadores, requiere también tiempo para lograrla y garantizar su continuidad
y perfectibilidad.
En apenas tres meses -noventa de días- de haber
recuperado a la Asamblea Nacional, con una infraestructura semidestruida y con
un Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Electoral y Poder Moral, que día tras
día, están colocando piedras en el camino para impedir su normal funcionamiento
y con promesas de eliminarlo totalmente, ya empezaron a aparecer, como cuñas
del mismo palo, jornaleros que deberían estar abonando el campo y no sembrando
cizaña y mucho menos, echándole la culpa, a quienes hoy dirigen con mucha
pasión y sacrificio a la Asamblea Nacional, por no haber logrado un cambio en
el gobierno.
A esos cizañeros se les debe recordar que la función de
los Diputados es básicamente legislar y controlar y que la fuerza armada la
tiene y controla el Ejecutivo, quedándoles, como armas defensivas para cumplir
su misión, Diputados con lenguas bien conectadas al cerebro y al Presidente de
la Asamblea Nacional, a quien exigiéndole que “sea Dios sin haber sido
Jesucristo”, por ahora solo le queda repetir,
como lo expresó el Diputado del siglo XX, Andrés Eloy Blanco en sesión
del 10 de abril de 1947, “Mi arma aquí es la campanilla, que tiene voto y
manda, que tiene lengua y habla. Y cuando se alzara aquí un clamor de voces
atacando una región cualquiera de mi Patria, yo no tendría mejor camino para
responderle, que agitar mi campanilla, enseñarle el retrato de Bolívar, y sería
lo mismo que si le dijera: Tiene la palabra el Libertador de América.
Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl
Carabobo –
Venezuela
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