Después de la reciente visita de Maduro a los
hermanos Castro, el “sacudón” anunciado, con bombos y platillos, ha venido
siendo relegado al olvido y se han reactivado odios, amenazas y provocaciones
contra la disidencia. El contenido del discurso gubernamental muestra una gran
deriva desde los temas vinculados a las eventuales incipientes correcciones a
las variables macroeconómicas, hacia el establecimiento de más represión a los
adversarios del régimen, mayores regulaciones
a la iniciativa privada, creación de nuevas instancias burocráticas para el
control, nuevos lineamientos para la acción de la fuerza armada y una
escalada en el empeño de convertir a la Asamblea Nacional en un ente carente de
enjundia y poder. Es decir, en esta etapa, el régimen se apresta a ejercer un mayor control político, social y
económico sobre la ciudadanía.
El país necesita modernizar las estructuras del
Estado, hacer eficiente y mejorar la productividad de las instituciones
públicas y garantizar a la ciudadanía seguridad y un sistema de justicia y
legalidad. El Gobierno desestima irreflexiva e irresponsablemente tal necesidad
y obcecadamente responde con más centralización administrativa y más presencia
del Estado en las actividades económicas; menos autonomía de acción para los
entes públicos y mayor control gubernamental para las actividades privadas Así encontramos:
Se profundiza la centralización y monopolización de
las actividades de importación y exportación ; nuevas prohibiciones a la
circulación de productos de la cesta básica y farmacéuticos; puesta en práctica de diversos sistemas de
racionamiento de alimentos a la población, cuyos niveles de escasez se ubican
arriba del 50%; amenazas de encarcelación, multas, confiscaciones y
expropiaciones al sector privado; erradicar del discurso oficial toda referencia
a un ajuste macroeconómico para corregir el déficit del 8% del PIB que
tendremos este año, la esperada inflación anual de 800% con cifras mensuales
superiores al 20%- la más alta del mundo- , el incremento del porcentaje de
personas por debajo de la línea de pobreza- 73% de la población- ; las acciones
a adoptar para obtener del exterior los recursos financieros necesarios para
evitar el colapso- se estiman en US$ 30 billones-; como enfrentar la crisis de
generación de electricidad más allá de las soluciones cortoplacistas de
racionamiento; los temas de violencia e inseguridad que están en límites de entregar al hampa y
la anarquía la seguridad ciudadana; no se habla de las divisas que es menester
asignar al sector privado para reactivar la economía ni tampoco de la pérdida
de las reservas internacionales que se han esfumado a ojos vista y mucho menos
de la destrucción de PDVSA. Tampoco se refiere al "complot"
institucional del régimen contra la Asamblea Nacional.
El discurso
gubernamental habla de represión; de descalificaciones políticas y acusaciones
sin fundamento; de un "mundo
feliz" inexistente; de planes y proyectos
sin viabilidad racional ni recursos para ejecutarlos; de la reafirmación
política de la vigencia del ineficiente
modelo socialista; creación de nuevas instancias burocráticas para
definir y establecer los términos
del "modelo económico de transición
al socialismo" .
En las peroratas que pronuncia Maduro queda
claramente establecido que el único objetivo que persigue es mantenerse en el
poder a cualquier costo y ejercer un mayor control sobre la iniciativa privada
para endilgarle a ésta todos los males y avatares por la que transita y
transitará la economía nacional. En tal sentido, le atribuye las distorsiones
que en este momento tiene la economía nacional, pero sin admitir que las
referidas distorsiones son de la exclusiva responsabilidad de las erradas
políticas instrumentadas por el régimen. Una vez más, se atribuyen los males de
nuestra economía al acaparamiento, especulación y otras perversas prácticas
supuestamente realizadas por lo que queda del sector privado nacional. Se
pretende crear el “chivo expiatorio” para las dificultades presentes y para las
que sobrevendrán por la tozudez suicida de mantener el modelo estatista que no ha
dado resultado positivo alguno en los tres lustros y fracción en que se ha venido aplicando.
De esta manera, el gobierno sepulta la esperanza
que tenían muchos ciudadanos de ver la puesta en práctica de algunos cambios
para mejorar el desenvolvimiento de la economía y consecuentemente su situación
personal.
Maduro reafirmó la “guerra económica”, no a los
corruptos e ineficientes burócratas que medran a su alrededor para lucrarse
ilegalmente, ni a las inconvenientes e
irresponsables políticas que aplica su régimen, ni a las limitaciones
ideológicas y políticas que le impiden realizar las correcciones y ajustes
necesarios; sino a unos supuestos saboteadores, que obviamente no están en el
gobierno. Eso significa que en lo sucesivo, los empresarios y la ciudadanía en
general debemos esperar fuertes ataques de descrédito y represión a nuestras
actividades, más controles burocráticos a la gestión económica, más entornos
adversos para el desempeño empresarial, menos seguridad personal y jurídica,
más deterioro del clima de inversión, más obstáculos para mejorar la
productividad, más incoherencia gubernamental y mayor sobrevaluación monetaria,
cierre paulatino de los canales para que la oposición pueda expresarse y
ejercer su derecho, conquistado por el voto popular, de participar en la
conducción del país. Es decir, el caos, la incertidumbre y la desesperanza
Pedro Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
Miranda - Venezuela
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