AGORA DE IDEAS
En los regímenes democráticos no resulta extraño que con alguna
regularidad se realicen elecciones, de hecho, el cuerpo normativo de éstos
establece claramente el momento en que se deberán realizar esos comicios. Esto
nos lleva a confimar la idea de que todo régimen que se precie de ser
democrático realiza consultas a la ciudadanía sobre los asuntos públicos.
Es a partir de las elecciones como en los sistemas democráticos se
superan las diferencias y además se legitiman los liderazgos y las políticas de
quienes ejercen el poder. No existen argumentos sensatos y verosímiles para
desdeñar su valor para superar las disímiles dificultades nacionales. Aludir a
dificultades económicas y financieras la suspensión de consultas electorales no
son más que necios argumentos, en particular, cuando se erogan cantidades
enormes de dinero para sufragar parrandas a los que nadie va y, además, se
dilapida el dinero en ejercicios militares para defendernos de un supuesto
agresor externo cuando se ha sido incapaz en el mantenimiento orden interno,
sometiéndose a la ciudadanía a un auto-toque de queda.
La legislación venezolana, la que deviene de la última Constitución, es
relativamente laxa en el establecimiento de lapsos en materia electoral, pero
en el caso de la realización de comicios para legitimar los poderes del Estado,
que se someten al veredicto popular, sí están nítidamente establecidos. Dicho
esto, no queda duda de la violación constitucional en la que incurrió el CNE al
no convocar en el 2016 las elecciones regionales, creyendo que con anunciarlas
para el primer semestre del 2017 se despojaba de pecados.
Son derechos
El deterioro, la desconfianza, la incompetencia e insatisfacción
ciudadana por el desempeño de los titulares de los poderes no se circunscriben
a la dimensión horizontal del poder. Esa misma visión la tienen los ciudadanos
en cada entidad federal respecto de quienes hace 4 años fueron electos
gobernadores.
Nadie tiene el derecho ni la autoridad para soslayar las aspiraciones de
cambio de aquellos venezolanos que soportan, además de esa tragedia llamada
Maduro, a otra más cercana como la de sus actuales gobernadores regionales, que
compiten por superar al presidente de la Republica en la más baja calificación.
Esa autoridad o competencia no la tiene ningún poder y mucho menos quienes creen
que por encima de ese anhelo regional está la aspiración particular de
pretender ejercer el más alto cargo de gobierno.
No hay dudas de que aun cuando el Poder Electoral anunció las elecciones
regionales para el 2017 -lo hizo en octubre del 2016- continuará recibiendo
presiones desde el cenit del poder, en ejercicio de sus convicciones
antidemocráticas y dictatoriales, para que no se realicen, no obstante, es
especialmente relevante que algunas organizaciones políticas y de la sociedad
civil hayan dado un paso importante en la solicitud de un cronograma detallado
sobre la realización de los comicios regionales, cosa que también hizo el
rector Luis Emilio Rondón. La MUD pareciera, un año después, haber encontrado
la brújula y ha colocado la atención en el sentimiento de cambio que fluye y
emerge en el sentimiento de cada región. Esperemos que no vuelvan a ser
encandilados por Miraflores.
Todo vale
Insistir en los comicios regionales este año es una ruta necesaria para
el cambio futuro; protestar en la calle exigiendo un cronograma detallado, pero
no solo y exclusivamente en Caracas. Cada región debe ser protagonista de su
propia exigencia. Los negociadores que van y vienen, también las organizaciones
internacionales, deben sentir la exigencia no como capricho sino como
cumplimiento del contrato que los venezolanos se dieron en 1999.
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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