sábado, 28 de enero de 2017

ALFREDO MICHELENA, VENEZUELA Y LA “REALIDAD ALTERNATIVA”

BITÁCORA INTERNACIONAL
LA “NEOLENGUA” DE LA NOVELA “1984” 

  
“Solo se han presentado ‘hechos alternativos’ (Alternative Facts)”. Esa fue la asombrosa respuesta de la asesora principal de Trump sobre la polémica suscitada por el secretario de Prensa cuando este afirmó que la concentración para la toma de posesión del magnate inmobiliario había sido la más grande hasta ahora “y punto”, mientras la prensa mostraba con claridad, comprando fotos, que este no era el caso. Es como entrar en un relato de ciencia ficción en el cual conviven una realidad y una realidad alternativa, solo que esta la impone el Estado. Recordemos una frase de Marx, pero Groucho: ¿A quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?

Aquí esto es el pan de cada día. Es la permanente negación de la evidencia que se ha venido construyendo. Es la “hegemonía comunicacional” que se basa en tres pilares: construir una realidad y un discurso alternativo -la “neolengua” de la novela “1984”, de George Orwell-; controlar o liquidar los medios independientes; y  esconder los hechos, los datos, y en la medida de lo posible comenzar a producir otros en línea con el nuevo discurso.

No es que el gobierno mienta para tapar hechos. Es que mentir se convierte en una norma para ocultar una realidad y crear otra. No es que con los mismos datos podamos alcanzar resultados diferentes y en casos contradictorios. Es que primero se construyen los resultados y luego se derivan los hechos, los datos. Esto me recuerda cuando por allá en 2004 se cerró una oficina en el PNUD que manejaba las estadísticas sociales y se modificó oficialmente la metodología para medir la pobreza. Inmediatamente más de 10% de los venezolanos dejaron de ser pobres en esa realidad alternativa.

El mejor reconocimiento lo acaba de dar el expresidente Zapatero, el mediador mediatizado, cuando declaró que en Venezuela hay “dos relatos radicalmente diferentes” -algo que ya había dicho Tomas Shannon. Por lo que el español concluye que aquí hay diferencias “insalvables”.

Claro que son insalvables por la sencilla razón de que mientras en las democracias pueden existir diferentes ideologías en el socialismo-totalitario solo puede existir la del grupo en el poder. Y porque en ese socialismo la posibilidad de que las élites compartan y se roten en el poder no está en ese discurso, por lo que aceptar tal rotación sería aceptar su propia destrucción.


Lo de Trump, sin dudas, no llegará al extremo venezolano. Entiendo, con Fukuyama, que el sistema de pesos y contrapesos en EE.UU. no permitirá que este tipo de posiciones triunfe en el norte, pero cuidado con el “no vale aquí no puede pasar eso”.

Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
Internacionalista
Canada
Caracas - Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario