HABLA LA CONCIENCIA
Los últimos acontecimientos políticos que sacudieron con mayor impacto
la intranquilidad de nuestro país abren
un abanico de expectativas sobre la confrontación radicalizada entre el gobierno y la
oposición.
Comencemos por referirnos a
los ministros recientemente designados
en el gabinete de Maduro, quienes contados
en su ejercicio presidencial pocos faltan para sobrepasar la línea de
los cien; y algo muy significativo es que
entre los nuevos y los ratificados que suman 32, 11 son militares. Quitar unos y poner otros, además de una
señal de fracaso, ya es una práctica en
la incompetencia de Nicolás; pero con
quien estremeció el piso fue con la designación del Vicepresidente, ya que
teniendo este nombramiento un trasfondo de arreglos oscuros, también se dice
que es mencionado en los Estados Unidos por sus vínculos con el
narcotráfico.
Roncha produjo el discurso de Julio Borges al asumir la presidencia de
la Asamblea Nacional, en el llamado a los militares venezolanos entre escoger
uno de los dos caminos: "obediencia al Artículo 328 que le impone el
cumplimiento de sus funciones al servicio de la nación y en ningún caso al de
persona o parcialidad política alguna" o seguir siendo escoltas de Nicolás
Maduro. El viejo refrán dice: " al que le pica es porque ají
come". Julio Borges simplemente
les hizo un recordatorio de respeto a la Constitución de la República
Bolivariana.
Sentirse bien atornillado pudiera explicar la confianza con que cuenta
Vladimir Padrino para haberse quitado la careta y alinearse en lo que sin la
menor duda es una dictadura por la calle del medio. Faltaría saber cuántos lo acompañan en tan
decidida traición a la patria. Es de
suponer la vergüenza que debieron sentir tanto los jóvenes cadetes como sus
familiares y todos los militares no comprometidos con este gobierno de
malversadores del erario público, al leer tan humillante comunicado de este
general, en su rol de una de las principales fichas de la actual
dictadura.
Los caminos están despejados. La confrontación pacífica es en la calle,
sin medir consecuencias y desventajas.
El lenguaje de un régimen dictatorial es la cárcel, la tortura, el
crimen político y el exilio. Muchas son
las muestras que podemos enseñar de estos 18 años de lecciones perversas del chavismo-madurismo. Faltaba solo militarizarla con cachuchas y
bayonetas llevando al frente a quien ya se quitó la careta.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
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