EVENTOS DE POMPA Y BOATO
La historia de los hermanos Patrocinio y Odín Sánchez no puede ser más
cruel. El primero de ellos fue secuestrado por la guerrilla ELN en condiciones
infrahumanas por un largo periodo, su familia pagó una parte de la extorsión,
enfermo, cadavérico y en vista de que no aceptaban liberarlo, su hermano Odín
se canjeó por puro sentido de hermandad. Al cabo de 10 meses, este último,
enfermo y agobiado, fue objeto de un canje de doble vía. El Estado liberó a dos
guerrilleros a cambio de la liberación de Odín.
El Estado fue incapaz de exigirle al ELN lo que a las FARC: abandonar la
práctica del secuestro. De otra parte, la familia de Odín entregó una
millonaria suma de dinero al ELN para que lo liberaran. El Gobierno Santos
aceptó esa humillación para sentarse a negociar la paz con ese grupo.
De encima, la comandancia elena en tono arrogante reconoció tener más
secuestrados en su poder, entre ellos un soldado, y en el colmo de la sevicia,
cara amenazante, dicen tener “derecho” a seguir secuestrando.
En este estropicio contra la más elemental justicia y los derechos
humanos, tan pregonados y defendidos por tantos falsos defensores, por
hipócritas, por infiltrados de la extrema izquierda en organizaciones
humanitarias y por despistados escribientes que guardan sus plumas frente al
atropello, llegan al país, de cuenta del erario público, tres, cinco? premios
nobel de paz a aplaudir a quien ha despojado nuestro Estado de toda dignidad y
a avalar un proceso consagrado por un golpe de estado en la más impúdica
impunidad posible en la historia reciente del mundo.
No queda la menor duda, a Juan Manuel Santos le encantan los eventos de
pompa y boato, es muy hábil para organizarlos y para hacerlos en el momento
adecuado a sus intereses. No pierde detalle aunque le toque tirar la casa por
la ventana, eso sí, quede claro, no es su casa, sus festines se pagan con los
impuestos de los colombianos.
Como quiera que la favorabilidad no le favorece y que no obstante sus
esfuerzos por pasar a la Historia Grande de Colombia como artífice de la paz
sigue de capa caída en las encuestas, busca ganar aplausos y apoyos con
personalidades del exterior que poco conocen los dramas del país ni los costos
políticos, constitucionales y morales de su política de capitulación ni sobre
nuestras disputas y conflictos.
Santos es luz de la calle y oscuridad de la casa, es un gran mago, todo
un ilusionista, pues ha logrado atraer la mirada complaciente y el respaldo de
instituciones, gobiernos y figuras extranjeras, vendiendo la idea de que
Colombia sufría los estertores de una prolongada y cruel guerra de más de medio
siglo, que las guerrillas colombianas no eran terroristas sino luchadoras por
la justicia y habían tomado las armas inspiradas en ideales altruistas, que su
poder era tan enorme que bien valía perdonarles todos sus abominables crímenes,
en especial los de lesa humanidad, que no merecen la cárcel, que el secuestro
es comprensible, etc.
¿Estarían al tanto de que la voluntad popular que rechazó el pacto con
las FARC en el plebiscito del 2 de octubre, la Constitución, la separación de
poderes y la institucionalidad, fueron lanzadas al abismo de la ignominia?
El mal ejemplo del Acuerdo espúreo entre un Estado legítimo y un grupo
terrorista, ha empezado a rendir sus frutos podridos. La negociación con el ELN
se inicia a la sombra de un chantaje en que el Estado se humilla ante
exigencias de una guerrilla que ni se sonroja justificando el secuestro y
prometiendo que lo seguirá haciendo.
¿Se leerán los señores nobel de la paz esta dolorosa historia de la
familia Sánchez, tan solo esta, aunque son miles las historias horrorosas que
podríamos contarles? ¿Qué pensarán de la justificación del secuestro por parte
de los jefes guerrilleros? ¿Seguirán pensando que la causa revolucionaria
justifica todo tipo de crímenes? ¿Soportarían eso en sus países? ¿Estarían
dispuestos a destruir la institucionalidad de sus países en aras de hacer la
paz cerrando los ojos antes los crímenes atroces?
Llegamos a pensar que en materia de ignominia este Gobierno había tocado
fondo, pero, al observar el nuevo proceso de paz en Quito no podemos sino
concluir que Colombia sigue en caída libre, lo que quiere decir que veremos
hechos peores y más indignantes de los que hasta ahora hemos presenciado.
Ruben Dario Acevedo Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc
Colombia
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