VENTANA DE PAPEL
Cuando las bajas pasiones toman por asalto las realidades sociales, desaparece
el esplendor de la vida pues se embotan los esfuerzos y se relajan los
momentos. De ahí aquel dicho popular que reza: “dale migajas a un pueblo
hambriento y se desquiciará su conciencia”. De ello resultará una aborrecible
contracción de la noción de ciudadanía hasta convertirla en nauseabundos
despojos. Sólo que de los mismos, se aprovechará todo gobierno fachoso de una
gestión pública en forzado curso, en su desesperación por ensanchar su poder
político.
Problemas de esta índole, degeneran no sólo en tragedia moral. También
de naturaleza fáctica afectando toda una comunidad. Aunque debajo de tan
nebulosas realidades, se encuentra emplazada la manoseada estrategia política
de “pan y circo” que suele emplear todo gobierno soliviantado por vulgares
apetencias. Es el caso del gobierno venezolano. De esa manera, hace posible
apaciguar y distraer la atención de la población mediante la presentación de
espectáculos emplazados con el fin de mantener la gente ocupada en cuestiones
que sólo emborrachan aspiraciones y zarandean actitudes.
Cuando ante problemas sustantivos, un gobierno se entrega por completo a
organizar y producir actos de características feriales, es porque en su
intención reposa la idea de privar al pueblo de sus razones para expresar sus
disgustos. Esa misma población se envicia tanto, que hasta hipoteca su malestar
social, político o económico por fiestas que le induzcan el olvido necesario
conveniente a los intereses del gobierno. Esto no es otra cosa que “pan y
circo”. O “pan y fútbol”, como le llaman en otros países. Pero que bien acá,
podría hablarse de “pan y toros”. O lo
que significa una aviesa manipulación y depravada banalización y degradación de
valores cívicos que, en otra coyuntura, sustentarían la moral y el civismo como
recursos políticos capaces de despertar conciencia y exaltar razones de crítica
ante cualquier género de dificultades.
Es pues contraproducente que en el centro de la crisis de acumulación y
del otro tipo de crisis de dominación que agobia al venezolano, todavía hay
quienes siguen convencidos de que estas distracciones públicas tienen el acento
de una gestión gubernamental con sentido social compensatorio.
De manera que
resulta lamentable que el pueblo haya desarrollado una adicción a recibir
favores políticos en forma de fiestas y ferias. O que en nombre de santos,
vírgenes o bondades de la naturaleza, depusiera sus deberes de ciudadanía lo
cual ha llevado a convertir el país, desde sus ciudades y poblaciones, en
burdos motivos para justificar a duras penas, ferias sin ley.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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