UN PARTIDO POLÍTICO NO ES UNA TARJETA ELECTORAL
Cada maniobra y cada arbitrariedad del régimen despótico deben ser
rechazadas, por ello nos enfrentamos enérgicamente a la nueva estocada
fraudulenta orquestada a través del CNE dirigida a proscribir a los partidos
políticos. Ocasión que nos permitirá, además, colocar ante la opinión pública
un debate sobre cuál es el rol de los partidos políticos en una sociedad y
sobre todo en tiempos de catástrofe.
La legitimidad o no de un partido político no depende de la calificación
que realice un régimen, menos cuando éste es ilegítimo y actúa al margen de la
Constitución y las leyes. Una organización es legítima desde el momento en que
un grupo de hombres y mujeres deciden crearla. Un partido es una agrupación
consciente y voluntaria de individuos que son, en sí mismos, seres sociales;
esto es, que conviven dentro de una sociedad en un estadio dado de su evolución
y desarrollo, dentro de unas circunstancias históricas y políticas determinadas
nacional e internacionalmente, frente a las cuales se organiza para impulsar
las trasformaciones que como voluntad colectiva considera necesarias.
Un partido político no es entonces una tarjeta electoral, el que algunos
se hayan encargado de desvirtuar su papel y se hayan convertido en mercaderes
de la política, creando franquicias electorales que se venden al mejor postor,
no desdice de los propósitos de un verdadero partido, cuyos militantes asumen
la política como un apostolado de servicio a la gente y sintetizan el sentir de
diversos sectores de la sociedad en función del país que anhelan construir, de
tal forma que la participación electoral es sólo un componente de la lucha que
un partido enarbola.
En el caso de Vanguardia Popular, por ejemplo, nos une un programa
dirigido a garantizar condiciones de existencia dignas para todos: de igualdad
social, libertad y justicia, de progreso y bienestar, de soberanía y
democracia. Somos un medio y somos una forma de lucha que expresa los intereses
de la sociedad, convencidos que es sólo con la participación de todos, que se
puede lograr la satisfacción de todas las necesidades materiales y espirituales
del pueblo, su realización plena como ciudadanos y seres libres de toda forma
de opresión, explotación, dependencia, alienación, iniquidades e injusticias.
La legitimidad la otorga el soberano, quien reconoce o no al partido
político, bien sea por permitir su acompañamiento en sus reclamos, o cuando
decide respaldarlo en sus acciones; allí se demuestra si tiene o no liderazgo,
prestigio o algún nivel de influencia. Además, el Art. 67 de la Constitución
nacional faculta a todos a asociarse con fines políticos, mediante métodos
democráticos de organización, funcionamiento y dirección, garantía que no puede
estar sujeta a las triquiñuelas de burócratas. El partido debe tener la
capacidad de adecuarse a las diversas circunstancias. Hoy cuando su plan es no
tener competencia electoral, debemos levantar nuestras banderas, colocarnos con
más fuerza a la vanguardia de los procesos de lucha de nuestra gente y asumir
un mayor compromiso por el cambio.
Nos podrán quitar el derecho a estar en un tarjetón electoral, pero no
el derecho a existir, a tener sueños, a actuar con forme lo demanda el País y
su gente. La única forma de lucha democrática no es la electoral, hay infinidad
de formas de lucha y organización que han de ponerse en práctica en estos
tiempos aciagos para las mayorías nacionales, que sufren a diario de la
pobreza, el hambre, el desprecio, el irrespeto y la burla de una cúpula
corrompida y mafiosa.
Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Vanguardia Popular
Zulia - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario