REFLEXIONES LIBERTARIAS
La estructura del liberalismo emergía de los movimientos
“liberales clásicos” que se iniciaran en los siglos 17 y 18, con el estallido
de la Revolución Inglesa de 1688 para derrocar a James II, produciendo la
Declaración de Derechos con la cual se restringía el poder absoluto del Rey.
Ello sería el detonante de la Revolución Industrial que llegara para liberar la
actividad económica de las asfixiantes restricciones del Estado. Sería una
poderosa fuerza en contra de lo que se llegó a conocer como el “Viejo Orden”,
esquema dominante de todas las sociedades del mundo durante siglos. Este
arreglo había impuesto un Estado central representado por El Rey, que gobernaba
sin controles por “mandato divino”, una red de monopolios feudales de las
tierras, y gremios urbanos de dóciles trabajadores. El resultado fue una Europa
raquítica expirando bajo esa cruel mafia de controles, impuestos, monopolios
favorecidos para producir y vender, los que el gobierno central concesionaba a
sus favoritos.
Esta alianza del burocrático, pugilístico Estado Divino con
sus “empresarios” favorecidos, sería bautizada por los historiadores como
mercantilismo, y sumando a los señores feudales acaparando la tierra, se
constituía el “Viejo Orden”, contra el cual, los liberales clásicos se
rebelaran durante los siguientes dos siglos, para convertirse en la peor
pesadilla de monárquicos, nobles, religiosos y estatistas.
El objetivo de la lucha de esos liberales era claro, lograr
la libertad individual en todos aspectos. En la economía, en aspectos
impositivos que deberían ser drásticamente reducidos, controles y regulaciones
deberían de ser eliminados, la energía humana, el espíritu emprendedor y los
mercados, deberían de ser libres para crear y producir en intercambios que
beneficiaran a los consumidores. Los emprendedores deberían ser libres para
crear, desarrollar y competir. Las viejas cadenas aprisionando tierra, trabajo
y capital, deberían de romperse. Libertad personal y libertad civil, deberían
de garantizarse contra la depredación y la tiranía del Rey y sus favoritos. La
religión, fuente de tantos sangrientos conflictos, debería liberarse del Estado
para que todas las religiones pudieran vivir en paz.
La política en relaciones internacionales, debería eliminar
el viejo credo del Estado Imperial invadiendo y conquistando, y remplazarse por
una política de paz y libre comercio con todas las naciones. Como la guerra es
engendrada por ejércitos belicosos, deberían ser remplazados por milicias
locales voluntarias, formadas de ciudadanos que solo estarían dispuestos a
pelear en defensa de sus hogares y los de sus vecinos. Además de la separación de Iglesia y Estado,
debería haber separación de economía y el Estado, separación de la libre
expresión y la prensa del Estado, separación de la tierra y el Estado,
separación de la guerra del Estado, en pocas palabras, la separación del Estado
de literalmente todo que no fuera su obligación de proteger la nación.
Haría luego su aparición John Locke para establecer los
derechos naturales de cada ciudadano hacia su vida, su libertad y su propiedad.
Y definía el propósito y única función del gobierno debería ser proteger y
defender esos derechos.
En las palabras Lockeanas que inspiraran la Declaración de
Independencia de EU: “Y para asegurar esos derechos, el gobierno es instituido
entre los hombres derivando sus justos poderes del consenso de sus gobernados.
Pero cuando cualquier forma de gobierno se torne destructiva de esos
principios, es el derecho de la gente de cambiarlo o abolirlo. El ser humano
está dispuesto a sufrir cuando lo diabólico es sufrible, y por eso no ejerce su
derecho de abolir esas formas a las cuales fue acostumbrado. Pero cuando un
largo proceso de abusos lo encamina al despotismo absoluto, es su derecho, es
su deber supremo, derrocar ese gobierno y establecer controles para el futuro”.
El viejo establishment ante las credenciales con las que
arribaba el liberalismo, entraban en pánico y surgía la urgencia de organizar
el contraataque. Ellos pronto identificarían el problema más importante;
sociedades de mentes libres como lo era la nueva sociedad americana. Sociedades
rebeldes amantes de la libertad. Inteligentemente entendieron que esa clase de
sociedades era prácticamente imposible de controlar, y debían modificar sus
estrategias. Ya no debían rechazar la prosperidad general que generaba la
Revolución Industrial, y el visible progreso en el nivel de vida de las masas.
Necesitaban cambios que los acercaran a la gente y nacía la demagogia moderna.
Su nuevo mensaje sería:
“Nosotros también favorecemos el desarrollo económico
generalizado y la mejora del nivel de vida de las masas. Pero, para lograrlo,
debemos regular la economía para el beneficio de todos; debemos de sustituir el
cruel mercado libre con una cooperación planeada, coordinada y controlada por
el gobierno; debemos sustituir la vergonzosa paz y el libre comercio, por una
nación sin miedo a la confrontación, necesitamos el proteccionismo de nuestros
mercados, estado imperial y un gran poder militar. Pero para lograr todos estos
objetivos beneficiosos para la sociedad, necesitamos un gobierno hercúleo y
poderoso”.
Emergía la nueva derecha ahora con ropajes compasivos, pero
con cambio de beneficiarios. Ya no serían los nobles, señores feudales, el
ejército, la burocracia y los negociantes favorecidos del rey. Ahora serían los
políticos, los monopolistas, la nueva burocracia, el ejército, y los “born
again” empresarios en sociedad con los políticos. Debían de convencer a las
masas que tiranía era mejor que libertad, carteles del feudalismo industrial
privilegiado, era mejor que la libertad para
elegir de los consumidores en un mercado libre, que carteles de
monopolios eran necesarios en nombre del antimonopolio, la guerra y ejércitos
beligerantes de las elites, era para el beneficio de los conscriptos y el
pueblo indefenso, a merced de tantos depredadores internacionales.
Pero
¿Cómo se podría lograr su perverso plan?
En las sociedades la opinión pública es cincelada por las
clases intelectuales, son los escultores de la opinión social. La gente no crea
ni disemina ideas ni conceptos, ellos tienden a la adopción de esas ideas
promulgadas por las clases intelectuales, son los mercaderes profesionales de
ideas. Para los déspotas que controlan los Estados, ha sido más grande su
necesidad por los servicios de esos mercaderes de las ideas, que tener
ciudadanos pacíficos y productivos en sociedades libres. Los gobiernos siempre
han requerido de intelectuales moldeadores de opinión, para engañar a la
población y convencerlos de lo sabio y necesario que es ese gobierno.
Para establecer el nuevo orden estatista, los neo
mercantilistas debían de forjar una alianza entre intelectuales y el Estado
para controlar la educación, y hacia allá se dirigían a finales del siglo 19,
en el cual, los EU tendrían su último presidente libertario; Grover Cleveland
(1893-1897).
"Si pudiésemos correr el velo oscuro de la antigüedad
[en lo referente al origen de los reyes, del Estado y los impuestos] y
pudiéramos rastrearlos hasta sus orígenes, encontraríamos que el primero de
ellos no fue más que el rufián principal de alguna banda desenfrenada; su
salvaje modo de ser o su preeminencia en el engaño, le hicieron merecer el título
de jefe entre canallas. Incrementando su poder y depredación, obligó a los
pacíficos e indefensos a comprar su seguridad con frecuentes ontribuciones” Thomas
Paine.
Ricardo Valenzuela Torres
chero@refugioliberal.net
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
México-Estados Unidos
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