La pedagogía
que conocemos en su dimensión ideopolítica proyectan un sistema educativo
institucionalizado, con maestros institucionalizados y con alumnos
institucionalizados, donde se ENSEÑA a imitar y reproducir el modelo dominante.
Su pedagogía discursiva y su pedagogía del hacer, sólo responde a la clase que
domina y está al servicio del Estado, del partido y de la clase política que
gobierna.
La
subalternidad, esquema de la educación colonial, vamos a encontrar el origen de
la sociedad disciplinada para obedecer en medio de la concepción de la
subalternidad, bajo el argumento de la misión civilizadora y donde se busca y
se obliga, en medio de esas relaciones de poder, que el colonizado manifieste
la imagen del colonizador y de esta imposición que perdiera su origen, su
identidad y su cosmovisión del mundo. De allí, que en esa escuela se desprendía
el proyecto de domesticar y “civilizar” a las poblaciones originarias, en el
criterio y la concepción de una educación basada en la idea de repetir, imitar,
obedecer, temer y disciplinar. Es así, como se da comienzo a la
desindianización, entendida esta como: “un proceso histórico a través del cual
poblaciones que originalmente poseían una identidad particular y distintiva,
basada en una cultura propia, se ven forzadas a renunciar a esa identidad, con
todos los cambios consecuentes de una organización social y su cultura. La
desindianización no es resultado del mestizaje biológico sino de la acción de
fuerzas etnocidas que terminan por impedir la continuidad histórica de un
pueblo como unidad social y culturalmente diferenciada”. (Bonfil Batalla.
México Profundo. Edit., DEBOLSILLO. México 20013, pp. 42).
En éste
marco de la sociedad colonial, nace en el subconsciente colectivo
latinoamericano el complejo de inferioridad, al creer que todo lo que viene de
ese eurocentrismo representa “la verdad absoluta” y por lo tanto hay que
asumirla como tal. Por esta situación, es que muchas veces y en múltiples
ocasiones aceptamos como verdades absolutas, construcciones teóricas que vienen
de ese pasado colonial que arrastramos hasta nuestros días, pero lo peor de
todo éste escenario, es que parte de ese “saber” ha construido en la mayoría de
nosotros la personalidad de lo que hoy somos, constituyendo un sujeto atrapado
y alienado en medio de un “conocimiento” que sólo le sirve al que coloniza, en
un proceso donde la única relación social existente es entre dominante-dominado,
es ese proceso alienante lo que no nos permite ver nuestra propia sumisión. Y
no se nos permite ver, porque en el subconsciente se manifiesta el cuento
permanente, como buenos colonizados, que en 1492 el náufrago llamado Colón le manifiesta a Europa, que nuestro continente
Abya Yala estaba constituido por una población de indios que eran caníbales
salvajes, sin religión que necesariamente había que civilizarlos, domesticarlos
y someterlos para que sirvieran a Dios y a la Corona.
¿HA CAMBIADO
ESE PASADO?
En medio de ésta realidad, que no han podido
ocultar de ese pasado colonial, nuestros modelos socio-económicos de vida, han
arrastrado esa vieja concepción y nuestros sistemas educativos han respondido
en gran parte a esta situación. La dimensión ideopolítica del pasado colonial,
ha cambiado de forma, pero el fondo, el propósito, el fin y el objetivo no se
diferencian en nada de ese pasado y encontramos entonces que los modelos de
sociedad que se conocen hasta ahora, llámese capitalismo o socialismo,
pretenden imponer su pensamiento único, su concepción de la vida, su
cosmovisión del mundo, “trasmitiendo” sus “saberes” a los pueblos, no
importándoles si el modelo que imponen responden a la realidad de las regiones
que pretenden o que quieren dominar, colonizar y para tales fines UTILIZAN la
educación como instrumento ideológico para enajenar y ponerla al servicio del
modelo propuesto en la misma relación de ese pasado colonial-es decir- una
relación entre dominante-dominado, opresor-oprimido, se quiera o no reconocer
esta situación. Aquí, es donde entra con mucha vigencia el pensamiento de
nuestro Simón Rodríguez:
“ Dónde
iremos a buscar modelos?... -La América Española es original = ORIJINALES han
de ser sus instituciones i su Gobierno = i ORIGINALES los medios de fundar uno
i otro. O inventamos o Erramos”.
Ambos
modelos (socialismo y capitalismo) en su dimensión ideopolítica proyectan un
sistema educativo institucionalizado, con maestros institucionalizados y con
alumnos institucionalizados, donde se ENSEÑA a imitar y reproducir el modelo
dominante. Su pedagogía discursiva y su pedagogía del hacer, sólo responde a la
clase que domina y está al servicio del Estado, del partido y de la clase
política que gobierna y yo me pregunto: ¿cuál es la diferencia con el ayer? La
educación colonial promovía una enseñanza que tuviese un valor UTIL al servicio
de Dios y del Estado Metropolitano Español –en otras palabras- UTIL a Dios y al
Rey. Hoy, esa educación cambia de forma, pero el objetivo, el propósito y el
fin sigue siendo el mismo, los sistemas educativos siguen estando al servicio
del llamado ESTADO y de la clase que domina, clase que se encuentra al servicio
de manera incondicional a la ideología que dice representar a cambio de cuidar
sus propios privilegios.
UNA
EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD
Nuestro Sistema Educativo no puede seguir
siendo un acto de enseñanza, donde un maestro institucionalizado le enseña a un
estudiante institucionalizado, donde no hay una relación verdaderamente
humanística y donde el alumno es simplemente un DEPOSITO, pues el maestro
coloca en su cerebro el “conocimiento” que le conviene al que domina en una
relación vertical (de arriba hacia abajo), donde no existe el diálogo y el
llamado saber institucional es un “conocimiento” impuesto y que debe
reconocerse como única expresión de verdad que se deposita en el alumno, es lo
que el Prof. Paulo Freire llamaría la concepción bancaria de la educación. Para
el Prof. Freire, en mi humilde interpretación, el llamado “conocimiento” no se
trasmite, se construye en medio de nuestras propias realidades y es una
construcción colectiva, profundamente humana y transformadora. Esa construcción
colectiva, llena de amor, esperanza y redención, redescubre la palabra
autentica y entiende que esa palabra implica reflexión-acción, conduce a la
toma de la conciencia crítica, conciencia crítica que desaliena y que saca de
la oscuridad y el silencio tanto al alumno como al docente, en función de
transformar las realidades que establecen los estados de injusticia social y
ese conocimiento surgido de la reflexión colectiva, de la investigación y del
ejercicio real de la búsqueda de la verdad de nuestras propios quehaceres,
sirve para eso, para transformar, para cambiar y salir del entrampamiento en
que nos han sometido los procesos colonizadores.
En los niños
y adolescentes, se encuentra una realidad que el maestro tiene y está obligado
a encontrar, para poder entender la cotidianidad de la vida de sus discípulos,
donde él también se encuentra sumergido, esto permitirá a lo que el libertador
refiriéndose a las enseñanzas del maestro Simón Rodríguez le indicó: “Ud. guío
mis pasos; estos pasos dirigidos muy anticipadamente por Vd. Mismo. Vd. Formó
mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso.
Yo he seguido el sendero que Ud. Me señaló”.
(TOMADO DEL
LIBRO “LA IDEOLOGIA DISFRAZADA DE UTOPÍA” DEL ESCRITOR Y
Enrique
Contreras Ramírez
@enriqcontrerasr
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