¿Sabía
que la arepa que Ud. come en el desayuno está enriquecida con hierro porque
unos investigadores del IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas), Miguel Layrisse y Gabriel Chuchani entre otros, se plantearon
hace medio siglo la idea de desarrollar compuestos de hierro que suplementaran
la dieta del venezolano de entonces, debilitado por las anemias que plagaban la
Venezuela rural?
¿Sabía
Ud. que en 1973 se creó en el IVIC el Laboratorio de Genética Humana, bajo la
jefatura de Sergio Arias Cazorla, como entidad pionera en Venezuela para el
despistaje de múltiples enfermedades o condiciones de origen genético, así como
pruebas de paternidad?
¿Necesitó
alguna vez albúmina humana, factor 8, inmunoglobulinas para el cuidado clínico
de un familiar? Quimbiotec, planta procesadora de derivados sanguíneos, fue
creada como empresa del IVIC para suministrarlos gratuitamente a todos los
hospitales del país en la atención a sus pacientes. Hoy, extirpada del
organigrama del IVIC, está en cierre técnico a todos los efectos.
Estos
son apenas algunos ejemplos de las múltiples contribuciones que el IVIC aportó
al país y sus habitantes a lo largo de varias décadas como productos de sus
investigaciones en las más diversas ramas del conocimiento humano. Lamentablemente,
a lo largo de los últimos 20 años y en particular desde principios de esta
década, el deterioro no ha hecho sino ahondarse, en paralelo con el
desmantelamiento de toda institucionalidad nacional.
El
IVIC en su 60º aniversario presenta una
estampa desaliñada. Desde hace tiempo,
sus laboratorios carecen de presupuestos para sus proyectos, mucho de su
personal altamente capacitado ha emigrado en busca de mejores condiciones
laborales, la infraestructura luce deteriorada por años de abandono y su
biblioteca desactualizada dejó de ser el orgulloso centro de referencia
bibliográfica científica para América Latina y el Caribe. El IVIC apenas
sobrevive a la espera de ese tiempo futuro que marque el nacimiento de una
Venezuela próspera.
Las
secuelas de los mega apagones del 7 y 25 de marzo no han hecho sino agravar la precariedad
institucional. Desde entonces, la intermitencia en los servicios de agua, luz,
internet o gas se ha traducido en apenas
2 días de actividad completa en marzo (6 y 7) y 4 días de actividad parcial
hasta mediodía. No hay servicio de comedor por falta de pago al proveedor. Los
apagones prolongados y la falta de mantenimiento de los sistemas de emergencia
eléctrica alternativos provocaron el descongelamiento y pérdida irreparable de
muestras biológicas recolectadas a lo largo de décadas de actividad científica.
La lista de calamidades es extensa, asociadas unas al deterioro general de los
servicios públicos nacionales y otras a la propia desidia de las autoridades.
Por
lo pronto, a pesar de tantas dificultades y de unos sueldos lastimosos
(equivalentes a US$ 10 para personal científico y becas insultantes de BsS 6
–seis- para estudiantes graduados) todavía hay en el IVIC profesionales
dispuestos a dar sus mejores esfuerzos en la reconstrucción institucional.
Para
quienes participamos de aquel IVIC pretérito deberá ser compromiso propio y
ciudadano acompañar a las nuevas generaciones de científicos en la tarea de
reestructurarlo cuando el tiempo del resurgimiento llegue. Es esta la hora de
plantearnos qué queremos y hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos para que el
IVIC renazca como instituto científico del siglo XXI, una vez superada esta
etapa oscura de demolición institucional.
No
es solo el IVIC. El desprecio por el conocimiento como política de estado y la
esencia totalitaria del régimen han hecho que todos los institutos de
investigación y las universidades nacionales fueran ahogados por falta de
recursos para ejercer sus funciones, fueran perseguidos o amedrentados sus profesores
e investigadores y sometidos a sueldos humillantes, en un intento vano por
callar las voces libertarias propias de las instituciones académicas.
Si
acaso, tanta indignidad solo puede conducir a una renovada rebeldía para luchar
en favor de un mejor destino. En ese sentido, vamos bien…
TUITEANDO
LA
MOLIENDA SECTARIA intenta horadar la frágil unidad lograda desde enero de 2019.
Las voces destempladas de unos pocos extremistas que se asumen impolutos
enfilan a destruir lo mucho que se ha logrado en estos meses. Los avances
obtenidos en la ruta de la paz, esa misma que exigen los países comprometidos
con nuestra causa, mueven en ellos un llamado a la guerra, bajo condición de
que sean otros quienes arriesguen el pellejo en la conflagración subsiguiente.
No parecen darse cuenta de que así están trabajando para el usurpador, a quien
dicen aborrecer.
Gioconda
Cunto De San Blas
@daVinci1412
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