“Cada vez que nos lancen una piedra, debemos devolverles una rosa. Por que el amor es el único antídoto contra el odio,” una hermosa frase del maestro de la medicina venezolana, Jacinto Convit. Su significado nos permite ver un mundo nuevo, que seguramente saldrá de esta lucha contra la pandemia del Coronavirus, que por momentos parece haber logrado lo imposible. Lo inimaginable, mostrarnos vulnerables como humanidad, y otorgar un puesto preponderante a los verdaderos héroes de blanco en una épica batalla.
Una contienda contra un enemigo desconocido es la que libran esos genios del sistema de salud, en todos sus niveles. Y es que en gran parte del mundo, todas las noches cuando el reloj marca las nueve, bajo un estruendoso aplauso, con música, con gritos, tratamos de darles un simple: “gracias hombres y mujeres al dar su vida por la humanidad, puñado de valientes, gracias por permitirnos reconocer su importancia que tanto subvaloramos, haciendo ahora mea culpa todos unidos”.
Gran parte de la humanidad no olvidará estos momentos por ser claves para observarnos, y reconocer que hemos hecho mal, por qué debemos cambiar, y cómo podemos hacerlo. Una imagen de lo necesario de reformarnos como conglomerado son los continuos debates que observamos en medio de la cuarentena, y es que temas como las nuevas tecnologías y su papel en nuestras vidas, además de la novedad de la impresión 3D para los respiradores, y la lucha entre totalitarismos y formas democráticas para el control de la pandemia, ocupan hoy la palestra de discusión.
La insistencia en la tecnología que se ha de ir involucrando más en nuestras vidas era algo que se percibía antes de la crisis del COVID-19, pero hoy la realidad empuja brutalmente la concreción de ese postulado. El trabajo desde casa, la necesidad de reformas laborales ajustadas al siglo XXI, la ebullición de una nueva Revolución Industrial son ahora palpables, con diferencias en relación a tiempos anteriores, cuando el vapor fue el zumo de ese quiebre histórico.
En ese mismo contexto ahora se entiende la necesidad de que la sociedad, los Estados, las instituciones concernientes a este campo destinen mayores recursos en salud y ciencia. Los recortes en sectores clave son ahora contrastados, por implicar una disminución de la capacidad de los gobiernos para socorrer a las victimas de la pandemia COVID-19. Un viraje es necesario para avanzar, de no ser así poco se habrá trascendido y se seguirá por el mismo sendero.
Pero al mismo tiempo que las Revoluciones Industriales y los presupuestos de salud hoy se vislumbran con agudos desequilibrios, en medio de la crisis del COVID-19 también se encienden disyuntivas sobre el papel de los parlamentos en el mundo y su protagonismo en la discusión mientras que la pandemia actúa. La articulación de la biodefensa y la bio-ciencia como apuesta del presente y futuro se sitúan en el arco mundial Y a su vez la escabrosa materia penitenciaria ocupa un lugar en esta nueva realidad que ha sorprendido a todos.
En ese mismo fragor es claro aclarar que las pandemias tampoco son algo nuevo en el mundo. Virus, enfermedades que han causado estragos se han observado a lo largo de nuestra historia. Un paseo rápido nos permite trasladarnos cientos de años atrás, con una mirada acuciosa y perspicaz por algunas de ellas:
-Europa 1346-1347, la denominada Peste Negra asoló el importante continente europeo, supuestamente los roedores con pulgas infectadas trasladaron la enfermedad desde Asia. Los estragos fueron espeluznantes, la cantidad de muertos aún se desconoce por la precariedad de la época. La bacteria Yersinia Pestis transmisora de la Peste Negra, mediante mordeduras de los ratones a personas contagiaba a los pobladores europeos.
Según datos de la época, Europa que contaba con una población de 80 millones de personas quedaría reducida a la cantidad de 30 millones de habitantes tras la pandemia, producto de las miles de muertes como consecuencia de la denominada Peste Negra. No fue hasta finales del siglo XVIII cuando la enfermedad desapareció, dejando consigo un marasmo de cambios en gran cantidad de áreas.
Y es que la ebullición de la Peste Negra en Europa sacudió los estamentos de la sociedad, en un tiempo que el mundo estaba atravesando estragos con la disentería, la lepra, y el sarampión, ahora se sumaba una nueva realidad en forma de pandemia. La oscilación de la sociedad fue crucial en ese tiempo histórico, porque una crisis sanitaria dejó percibir que en temas de esta naturaleza se quebró la estructura social: ricos-pobres. Las victimas caían sin importar ocupación, creencias o riquezas.
Tanto significaría la Peste Negra, que tras su manifestación Europa cambiaria radicalmente. Los avances y estudios en ciencias y medicina serian desde ese momento más constantes. Se cree en ese contexto que el paso a la modernidad en Europa responde en gran parte a esa crisis de pandemia.
Como dato importante el nombre de Peste Negra se debe a que los cuerpos de los contagiados empezaban a mostrar manchas oscuras, lo que sirvió para reconocer síntomas de forma más clara.
-1696, el Nazareno de San Pablo, contundente el poeta Andrés Eloy Blanco con su obra el Limonero del Señor va a relatar un acontecimiento que entrelaza lo mágico y lo real, en eso que el popular Gabo llamaría: Realismo Mágico. Y es que el denominado Vómito Negro o Fiebre Amarilla, transmitida por un mosquito llamado Aedes Aegipty en plena regencia de la Capitanía General de Venezuela, cuando la corona española ejercía el poder sobe el territorio, estuvo presente.
La difícil y precaria situación de esa época, así como la pobre destreza y avance de políticas sanitarias permitieron que la cantidad de victimas en territorio americano fuera considerable. Permitiéndonos hacer un paréntesis América desde la época de la Conquista hasta la llegada de Hernán Cortez, y su avance sobre la culta población Azteca ha sufrido los estragos por enfermedades, que por ejemplo en ese último caso ocasionaron que murieran indígenas en proporciones considerables.
Para terminar brevemente esta parte del relato propio de la rica y hermosa Caracas, cuenta la historia que la caída de limones al chocar con un árbol la figura del Nazareno de San Pablo en procesión provocó que la población consumiera los limones y sanará milagrosamente. Una historia que seguramente muchos venezolanos cuentan cada año, con gran fe y amor por la tierra que habitan.
-1871, Argentina, la Fiebre Amarilla bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, autor de la preciosa obra “Facundo”, el territorio del sur de América padeció una crisis colosal, una pandemia que cobraría la vida de más de 14.000 personas. La higiene fruto de la inexistente política sanitaria, permitió que un mosquito provocara la muerte de centenares de argentinos.
La presencia de la Fiebre Amarilla en Argentina desde 1871, permitió que por ejemplo la ciudad de Buenos Aires trasformara su composición territorial, y que su planeamiento urbano viviera fuertes virajes. Por ello se reafirma que las crisis de pandemia producen efectos duraderos en todos los planos, como hoy los observamos con el Coronavirus.
En materia urbana hoy la ciudad de Buenos Aires responde en su organización territorial en parte por la crisis de la Fiebre Amarilla. Por ejemplo la Zona Norte fue ocupada por las clases con mayor poder adquisitivo, alejándose de los territorios más carenciadas de la capital del país austral. Y en su momento el popular cementerio de Chacarita por ejemplo fue edificado e inaugurado para dar cristiana sepultura a las victimas de la pandemia, desde 1871.
El impacto en el ámbito sanitario fue gigantesco, principalmente en la ciudad de Buenos Aires como corolario se generaría mayor interés de la política nacional hacia esa sensible área, con la incorporación de trabajos para que el flujo de agua corriente y la instalación de cloacas fuera una realidad en la capital de Argentina. Demostrándose así que la rápida propagación de la enfermedad en gran parte se debía a las deficientes medidas de higiene practicadas por la población bonaerense.
-España, 1918-1920. La Influenza conocida como Gripe Española terminó con la vida de alrededor de 40 millones de personas en todo el mundo, la Primera Guerra Mundial (1914-1918), serviría de criadero para condensar la pandemia que generaría además conmoción en los Estados Unidos.
A pesar de que la influenza recibió el nombre de Gripe Española se ha planteado que antes de que en España se presentaran casos de personas infectadas, ya en parte de Europa, en zonas francesas concretamente se habían producido situaciones de personas infectadas.
Es importante referir que en pleno choque del mundo bajo la Primera Guerra Mundial, la propagación del virus fue considerablemente rápida.
La poca presencia de avances en ciencia y medicina provocaron que las consecuencias de la Gripe Española fueran enormes, además que el cuadro de guerra, necesario de recalcar como un caldo de cultivo con otras enfermedades fue severamente perjudicial para avanzar en la resolución de una situación tan crítica.
Por tanto es palpable que los virus y pandemias cada cierto tiempo han atacado a la humanidad, el soporte de la sociedad es la ciencia, la salud y la tecnología, sectores que hoy es preciso recalcar un millón de veces en su importancia, aunado a lo fundamental que son para superar este tipo de crisis. Las analogías de tiempos pasados con el presente deben servirnos para avanzar y no caer en errores del pasado.
La humanidad demanda unidad de cara a la pandemia del COVID-19, consciencia en la virtud de saber que nuestra vulnerabilidad solo puede ser entendida y aplacada mientras se mantenga más cohesionada la sociedad. Porque se vislumbra un mundo nuevo después de la pandemia, que con fuerza debe ser mejor.
Finalmente a los pueblos del mundo con una frase resumimos su lucha día a día:
¡Ganaremos La Batalla!
We will win the battle!
Nous gagnerons la bataille!
Viceremo questa batagglia!
Fuerza…
Jesús Bolívar
jesuseduardobolivar@live.com
@bolivarjesus
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