Todo ser
viviente y su creación individual o
colectiva se equivocan. «Errar es humano» dice el dicho ancestral. En el primer
caso se tiene la opción y a veces la oportunidad de admitirlo, arrepentirse y
hasta prometer(se) el intento de corregir por diversas vías: el confesionario
religioso de los “mía es la culpa”, por acceso a terapias que otorgan la
psicología, la psiquiatría, el psicoanálisis por igual el ortodoxo y sus ramas
flexibles. El más recomendable por preventivo es uno aprendido en casa o desde
el preescolar. Y consiste en el método de razonar toda orden o mandato mediante
ejercicios y juegos que instalan en la mente infantil la costumbre de aplicar
la lógica elemental cada vez que se le(s) presente un dilema a resolver.
Preguntar, dudar, investigar, debatir, mostrar contradicciones, evadir trampas,
rechazar engaños. Así se combate la llamada” obediencia aprendida” que sin
excepción, a derechas, izquierdas y centros, está en la base de cada esclavista
régimen totalitario.
Durante gran parte de cuarenta años democráticos los
constructores partidos políticos venezolanos acertaron en su propósito común de
sembrar un sistema imperfecto, pero el mejor hasta hoy, que permite corregir
defectos, castigar pecados y negociar pecadillos. En sus diez años finales, el
poder en apariencia asegurado los distrajo y dañó en grado fatal. Así emergió
el casiquismo de las tribus, mientras la subversión comunista anidaba en los
cuarteles lo que dio paso abierto a la infiltración militarista latente allí
por largo tiempo, heredera de una tradición de 150 años entre caudillos,
bandoleros, dictadores.
En 1999,
una sociedad civil petrolizada, impaciente, acostumbrada al ”ta’barato dame
dos”, menecracia luego menelandia de naturaleza inmediatista, no soportó la
crisis económica derivada de conflictos foráneos y domésticos conectados que
requerían ajustes duros a fin de recuperarse
y para colmo se hartó de la desunión local intra y extra partidista. Fue
cuando se suicidó eligiendo por mayoría legítima, electoralmente impecable, al
castrochavismo tenazmente frenado por Rómulo Betancourt.
En el el
propio terreno venezolano expropiado por Cuba, con o sin cable submarino,
avanza como tiranía narcomunista que en su esencia es militarista pues para
sostenerse requiere de procedimientos criminales, a saber amenazas,
persecución, arrestos, torturas, ejecuciones, suicidios inducidos, matanzas
grupales y masacres. Lo sigue practicando el castrismo contra el pueblo cubano
de última generación, jóvenes y adultos hoy por fin en abierta disidencia
pacífica.
Disfrazada
en trajes civiles, la Cubazuela del G2 se empoderó de registros electorales,
documentación mercantil y de toda índole, manda en escuelas de doctrina que
enseñan el odio hacia los disidentes, centrales distribuidoras de
alimentos-basura, en fin acabó con todas las instituciones democráticas
judiciales y legislativas y ahora compran con iguales trampas a líderes
fracasados que nunca reconocieron sus desaciertos y quieren perpetuar su mala
fama como dirigencia inocente, renovada con emergentes partidos políticos que
se niegan a reconocer sus debilidades para confrontar al poder por su
incapacidad y por la criminalidad perversa de una casta criolla, hamponil,
uniformada, al servicio del Estado castrista que no vacila en asesinarla a
fuego lento. Está por verse si otra vez será obedecida por lo que resta de una
sociedad disminuida, cansada, arruinada, aletargada. Así la historia se
repetiría casi al pie de la letra y la democracia fue un ocasional lapso de
libertad y progreso.
Puede que
el momento actual de oportunismo clientelar muy claro desde un parlamento
ilegítimo que elige otro, uno más, un CNE bajo control oficialista culmine en
la instalación definitiva de un comunismo proyectado como centro operativo para
toda la región continental o quizás, el inicio de su
etapa final. Con suma vergüenza se debe reconocer que el resultado ya
depende casi exclusivamente del apoyo bipartidista estadounidense a las
condiciones exactas que exige el legítimo gobierno interino traicionado otra
vez por falsos demócratas, permitiendo por fin una intervención de emergencia
humanitaria provisional a través de la DEA expulsada por Hugo Chávez. Una
opción que le conviene por múltiples motivos y queda en manos de su muy
competente diplomacia. O en contrario, acaso también por hartazgo, siguiéndole
el conocido juego castro sovietista de sobornos, chantajes, seudodiálogos y
CNE-S de simulacro mientras resuelve sus propios graves problemas ante un trumpismo que destruyendo
al partido republicano busca minar a su bicentenaria democracia ejemplar,
modelo para el mundo democrático occidental.
Respetando
las obvias diferencias y a pesar de la distancia, el mismo conflicto los
acerca. En ambos países el futuro inmediato cuelga hoy sobre una cuerda floja
porque si eres demócrata y rechazas la doble moral politiquera de mentirosos
fijos y aplicas una mínima lógica, no puedes aprobar para otros lo que es
inaceptable para ti. Aunque te lo venda con seguro incluso Noruega. Mensaje
también dirigido a la inefable. ¿Unión? Europea presuntamente igualada en su
vocación democrática.
Por ahora
la que fue Venezuela sigue rota, enferma y solita, manipulable víctima ideal
para cainitas y mercaderes cuyo evidente y repetido oportunismo da grima.
Para colmo
de colmos, analistas de asuntos internacionales advierten con más énfasis hoy
en la prensa mundial que Hamás en Gaza es apenas un intermediario de Irán
instalado en el sur de Líbano. La industria misilística iraní se abastece de
materia prima muy principalmente del coltán, torio, aluminio que sale del
aeropuerto Maiquetía desde hace veinte años a cambio de lo que pida la casta militarista
que hoy tiraniza al ya invadido territorio de lo que fue Venezuela.
Alicia Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich
@ElNacionalWeb
Venezuela
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Venezuela
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