Toda
reforma tributaria es desagradable y los gobiernos sensatos las despliegan solo
después de amplia búsqueda de consensos para hacerles ambiente. Con argumentos
técnicos a favor y contra aspectos “puntuales”, la colombiana era, es necesaria
y estaba bien concebida. Entre otras, establecía un considerable fondo para
atender la pobreza y no creamos que el proyecto de reforma es causa el motín
popular en Colombia, pero si coartada perfecta.
Lo que
determina estallidos colectivos, riots, no son los malestares sociales o
económicos, sino su torpe manejo político-policial. Eso lo saben los que deben,
e infiltran las marchas con minorías violentas para provocar locura represiva.
Pero destreza, jefatura y sentido táctico-estratégico moderan peligros del
sistema, como Rómulo Betancourt entre 1959-1964, y asombra el genio de Duque
para no sosegarlos sino exacerbarlos y auto desestabilizarse.
Lejos del
infierno económico que pinta la izquierda, Colombia más bien, desde las
reformas de Álvaro Uribe (2002- 2010) tuvo crecimiento económico estable, baja
inflación (apenas 1.6% en 2020) y desempleo no tan alto. Además, expulsó la
guerrilla a las fronteras y luego Juan Manuel Santos la incorporó al proceso
democrático. Eso contribuye a que Iván Duque gane las elecciones de 2019 con
53% de los votos, pero con él se acaba la sanación.
El paraíso
perdido
Era la
continuidad del sistema político, porque tanto el nuevo presidente, como el
anterior (aunque Santos se emancipó) estaban asociados a Uribe. La izquierda
marca record histórico con 43% de Gustavo Petro dentro de la estabilidad
democrática. Duque convirtió en dos años ese ambiente en una olla de presión,
en guerrilla de nuevo a la izquierda revolucionaria, y polariza a la sociedad
entre uribismo y petrismo. “Mano dura” fue su promesa y mano dura recibe.
Se empeña
en perseguir a FARC legalizada y deja que los paramilitares asesinen
sistemáticamente a los pacificados, conocidos como “dirigentes sociales” (151
muertes en 2019 y 251 en 2020). No impide baños de sangre en las zonas rurales,
36 masacres con 133 muertes en 2019, y 76 con 292 muertes en 2020. El clima
sanguinario y de pánico fortalece al ELN, rearma ex pacificados, y proliferan
nuevas pandillas narcoterroristas.
La base
política de Duque se encoge y un amplio espectro desde demócratas hasta
guerrilleros, se desplaza a Petro, eje de una gran alianza de izquierda y no
sabemos qué traerá a Colombia. Duque hostiliza al gobierno venezolano, desde su
país promueven invasiones y hoy financian disidencias guerrilleras como foco de
una eventual Contra en la frontera. Activistas venezolanos en el exilio
asumieron su responsabilidad en esto “para crear el caos” junto con factores de
poder en Colombia.
El
crecimiento económico se derrumbó con la pandemia, el desempleo subió a 16% y
no hay como cubrir el déficit fiscal. La Reforma Tributaria era para pagar
gastos sanitarios. En su impericia Duque la presenta en el peor momento
imaginable, con fallidos esfuerzos para ganar aliados y pone en bandeja de
porcelana los argumentos del discurso demagógico para las turbas. Por si no
bastara, la represión salvaje al paro produce 45 muertes según NY. El caos
interno podría desinflar la contra fronteriza.
Hierro y
yerro
Denuncian
“la mano el gobierno venezolano” en los conflictos y… ¿después de lo ocurrido
en la frontera cabría pensar que este se cruzaría de brazos? Me cuesta creerlo.
Es común que en batalla la primera baja sea la verdad, aunque los
corresponsales de guerra se juegan la vida para que esto no se cumpla. Por
desventura, la polarización en Venezuela ametralló no solo la verdad, sino que
formó políticos carentes de raíces nacionales.
Se
extinguió el más elemental patriotismo en quienes no distinguen nación de
gobierno, ni integridad territorial y vida de la gente, de sus intereses
financieros. Frente a un asalto al territorio por irregulares colombianos,
desatan una ofensiva de descrédito contra las Fuerzas Armadas, que en última
instancia son los muchachos que mueren en la frontera para defendernos.
Reaccionan contra su país y la FF. AA, y acusan a estas de que solo terciaban
un pleito entre narcotraficantes.
Como eso no
funcionó inventaron la violación masiva de derechos humanos y el novelesco
asesinato de una familia de nueve miembros a la que nuestros militares
supuestamente luego vistieron de guerrilleros, los habituales falsos positivos
precisamente del ejército colombiano. Ningún medio de comunicación respetable
publicó semejante invento, y languideció porque era simple fake creado en el
conocido laboratorio venezolano bogotano.
Luego
pasaron a otra etapa descabellada: “que en la frontera usaban a los soldados
como carne de cañón”. Los militares existen precisamente para defendernos de
agresiones extranjeras. Si un país no moviliza a su ejército… ¿a quién envía? …
¿a las congregaciones religiosas, a los colegios, a los gremios profesionales o
a los condominios?
Carlos Raul Hernandeaz
carlosraulhernandez@gmail.com
@ElUniversal
Venezuela
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