Después del duro cachetazo que le propinó la Corte
Suprema por sus inconstitucionales pretensiones sobre la autonomía de la ciudad
de Buenos Aires, el Gobierno continúa avanzando sobre la República, tal como
quedó demostrado con los proyectos para postergar las elecciones -que una
ingenua oposición convalidó, sin siquiera reclamar la boleta única- y, sobre
todo, para otorgar al penoso Presidente (y, por ende, a su mandante) facultades
extraordinarias, teóricamente circunscriptas a la salud pero, en la práctica,
limitantes de las atribuciones de las provincias y de las libertades
individuales, en un remedo de la Ley de Habilitación que obtuvo Hitler, en
1934, para terminar con la división de poderes.
Este disparate, expuesto como tal con la más elemental
lección de derecho por el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la
cara de Alberto Fernández durante la segunda escala del patético viaje que éste
está realizando por algunas capitales europeas, sin duda será anulado a corto
plazo por la misma Corte, que ya ha dejado muy en claro que no tolerará
manotazos contra la Constitución y el federalismo.
¿Por qué Juntos por el Cambio se prestó a la innoble
tarea de postergar el calendario electoral? El Frente de Todos aceptó la
inclusión de una cláusula que estableció que era "por única vez" y la
oposición se quedó contenta con ese "logro". ¿Ignora acaso que
enfrente sólo hay mafiosos que nunca respetan un compromiso? ¿En qué evidencias
científicas apoyó su decisión? ¿Quién puede prever cómo estará la situación de
la pandemia y de las vacunas en septiembre? ¿Olvidó que una enorme cantidad de
países, muchos de ellos latinoamericanos, celebraron sus elecciones
normalmente, a pesar de los contagios? ¿Por qué pudieron votar los bolivianos
en escuelas argentinas, y no podremos hacerlo nosotros cuando estaba previsto?
El Gobierno sueña que, para la primavera, la economía
estará mejor, habrá conseguido superar
su (tan corrupto) fracaso en la compra de vacunas y conseguirá las necesarias
para inmunizar prioritariamente a sus huestes, como ya hizo con Carlos Zannini,
Horacio Verbitsky y tantos otros ladrones VIPs; mientras tanto, continuará
aterrando a la sociedad con sus sospechosas estadísticas de contagios y
muertes. Podrá hacer entonces que miembros de La Cámpora y de los movimientos
sociales ocupen la mayoría de los puestos de presidente de mesa electoral; en
resumen, estará agregando otra pieza al cajón de herramientas disponibles para
el fraude.
El Estado de Derecho, la Constitución y la Justicia están
bajo fuego graneado sin que aparezcan demasiadas voces, más allá del periodismo
y la academia, que lo pongan en blanco y negro todos los días. ¿Reaccionó a
gritos la política cuando el vernáculo imitador de Jimmy Hoffa, Hugo Moyano,
extorsionó públicamente a Francisco de Narváez, nuevo dueño de Walmart
Argentina, para que pagara una monumental e injustificada indemnización a sus
camioneros?, ¿qué dice hoy mismo, mientras ese corrupto sindicalista bloquea a
una pequeña empresa de logística? ¿Qué hizo frente al inconstitucional recorte
de fondos a la Ciudad Autónoma?
En otro orden de cosas, ¿no percibimos que Cristina
Fernández quiere que la Argentina caiga en un nuevo default con el Club de
Paris y con el FMI, además de llevar a la misma situación a las empresas a las
cuales les ha prohibido pagar sus obligaciones externas? El permanente
esmerilado al que somete al Ministro de Economía, Martín Guzmán, que
inexplicablemente no ha renunciado aún, tiene ese propósito, y que sea el
"pelotudo" Senador Oscar Parrilli su principal vocero lo confirma con
creces. Y esa posición busca convertir a China en el peligroso financista de
única instancia.
Tenemos que entender todos que a estos tipos que nos
gobiernan nada les importa, con excepción de triunfar en sus grandes proyectos
de impunidad y permanencia hereditaria; y que todas sus acciones, como en el
ajedrez, tienen objetivos que sólo se verán varias jugadas después. Si la
ciudadanía continúa cayendo en la trampa infantil de analizar cada movimiento
aisladamente, cuando despierte será demasiado tarde.
Los sufridos lectores me preguntan qué se puede hacer
para evitar este trágico final. Existe una sola respuesta: la sociedad civil
debe organizarse masivamente para actuar y defender, en todos los terrenos, a
la República y su Constitución, aunque ésta sea el adefesio de 1994. El mundo,
y también la Argentina, están llenos de ejemplos de reacciones a favor de la
democracia y en contra de quienes quieren subvertirla y transformar a cada país
en una monarquía absoluta; es cierto que, muchas veces, es riesgoso hacerlo y
cuesta dolorosamente caro, pero no hay alternativas. Se lo debemos a nuestros
hijos y nietos, tanto como a nuestros ancestros.
Enrique Guillermo
Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
ega1avogadro@gmail.com
www.avogadro.com.ar
@egavogadro
Desde Argentina
Miembro del Consejo Consultivo de República Unida
No hay comentarios:
Publicar un comentario