Todos vemos el 6 de
diciembre como el chorrito de agua en plena sequía. Los que nos inspiran confianza por su diaria
disposición de lucha contra el gobierno -único responsable de la gran tragedia
que estamos viviendo los venezolanos- son los que en medio de tanta oscuridad
nos alumbran la esperanza. Pero no hay
duda de que toda expectativa del cambio,
para bien del país, pasa por la conformación de una nueva Asamblea Nacional que
no sea instrumento de quien hoy dispone los movimientos de la estructura política
en base a la sumisión de quienes están al frente de esas instituciones.
Con sobrada razón se
hace latente el titubeo; personas que
llevan consigo el desencanto y la desilusión de muchas frustraciones, solo tienen oídos para el mensaje desalentador del ventajismo y la
trampa; no se imaginan que todo déspota tiene su tiempo marcado; no ha habido uno solo que de por sí o por
circunstancias inscritas en su propio destino se libere del pago de sus
tropelías. Nos preguntan por el
después. La respuesta no puede ser otra que la que
corresponde al resultado de una
reflexión que nos oriente por los caminos de
la paz; el propósito no es
responder la guerra de provocaciones y violencia del régimen, buscando que el
liderazgo democrático se desvíe para
aplicar medidas que le sumen más espacios para la represión.
El pesimista es quien
menos aporta en la necesidad de cambiar el rumbo de esta perversión
política. Es el que no cree en la salida
pacífica por la vía de los votos; inconscientemente piensa más en “el palo a la lámpara.” El atropello en esas colas para que la gente
adquiera la comida de su casa es agobiante y de signos explosivos. Aquí tiene que surgir una concertación de
todas las voluntades que tomen conciencia de esta realidad. No hay un después sin un antes. Primero viene el 6 de diciembre.
Con un solo ojo se puede ver la desesperación
del gobierno aterrorizado por los murmullos de calle que le anuncian la
derrota. La Asamblea Nacional es la pata
de mayor fuerza que sostiene la mesa;
con una amplia mayoría de diputados se asume su
control y desde allí se paralizan las atrocidades del régimen. Esa es la respuesta: organizados para votar
le pondremos freno al irresponsable que
nos lleva al país hacia el precipicio.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo – Venezuela
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