Me
acabo de levantar, son las 3.30 Am. Debo
ir a mi trabajo. Es la hora en que debo
hacerlo para poder llegar a tiempo pues vivo un poco lejos: Los Valles del Tuy.
Y trabajo en Caracas. Esto lo hago todos los días de lunes a viernes. Bastante
cansón.
Será otro lenta y feroz semana. Lenta por lo eterno que todavía es. Feroz por todo lo que hay en el camino, Inconsciencia, intolerancia, incapacidad, impunidad, insensatez, indolencia, creo que si usamos el prefijo in lo podemos decir todo de una manera más acertada. Y estoy seguro que así entenderemos mejor el mensaje que quiero expresar aquí.
Esta
clase política se ha dado el “lujo” de haber dilapidado en extremo, los dineros
públicos. Como nunca antes nadie lo
hizo. Que se diga dilapidar no es la palabra correcta, están en cuentas en
dólares y en el exterior.
Hemos
presenciado y sido testigos casi mudos de la voracidad de unos cuantos que no
se sacian. Y aun así pretenden seguir en eso. Posiblemente tardemos un poco en
arreglar el asunto.
La
historia nos restriega en la cara que hay salidas. Que los errores cometidos
pueden enmendarse. A pesar de que el
tercer mundo también existe en nuestras cabezas y ahí seguirá por un buen
tiempo más. Se ha afirmado que se
aprende más de los errores que de los aciertos. Así que vamos por buen
camino. Hemos sido error tras
error. Las soluciones tienen vida
propia, se esconden y agazapan para que no podamos encontrarlas. No sabemos quién
será el próximo que dará el zarpazo. La gravedad de las heridas, que aún no
sanan, nos ponen “los pelos de punta”. Y estamos tan acostumbrados ya a los
escombros y limosnas que todo amago por
salir del agujero nos produce un escozor en la espalda.
Nunca
antes este pueblo había tenido la rabia
tan a flor de piel. Exacerbada más bien. Y la paciencia casi nula. Ambas están
esparcidas en todo el territorio y no pueden ocultarse ya que saltan a simple
vista.
Antonio
López Villegas
altatribuna@yahoo.com.mx
@lopezvillegas7
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