La igualdad absoluta
es una lamentable ilusión, para que pueda existir tendríamos que ser todos sin
excepción similares en espíritu, condiciones físicas, talento y habilidades. La
única igualdad social para el hombre es la del derecho. Debemos ser gobernados por
los más instruidos, los más capaces, los más interesados en la aplicación de
las leyes, de las virtudes y de la racionalidad sin prejuicios ni fanatismos.
Un país gobernado por
el resentimiento, el desapego, la ignorancia y la ambición es un país de fracasados
y avanza inexorable a su destrucción. La
idea de la comunidad de los bienes fue la primera fórmula del comunismo. Luego
del manifiesto de Babeuf, pasa a ser una ideología que así entraba en la
historia política.
La táctica del
comunismo, tiene su esencia en lo que Jean Paul Marat definía tempranamente
como: “Después de la toma del poder mediante la insurrección, sería estúpido
remitirse a una asamblea según los principios de la democracia política,
incluso debemos hacerlo fuera del sufragio universal”.
Así mismo afirmaba:
“La dictadura de una minoría revolucionaria es indispensable durante el tiempo
preciso para la restructuración de la sociedad y la puesta en marcha de las
nuevas instituciones”.
Estas ideas pasaron a
Buonarroti y luego a Blanqui, lo que es la base en la práctica de la “dictadura
leninista del proletariado” ¿Cuánto es ese tiempo? 50 años, 80 años,
¡Indefinido! habría que preguntárselo a los rusos, Coreanos del Norte, Chinos y
a los patéticos hermanos castro.
Lo único cierto hasta
la fecha, es que el proceso de restricción de los valores esenciales del ser
humano, el desmantelamiento del sistema de trabajo productivo y de la dictadura
del proletariado ejercida por un grupo de privilegiados, condujeron a la
estrepitosa caída del comunismo en el mundo.
Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
Caracas - Venezuela
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