Un esperpento jurídico de
proporciones épicas es lo que se ha diseñado en Colombia con el nombre de
Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Este es
una especie de marco legal ad- hoc dotado de un Tribunal Especial, que nacerá
en el momento en que el país haya aprobado, mediante plebiscito, el régimen que
entrará en funcionamiento a partir de fin de marzo, cuando el país vecino entrará en una nueva etapa de su vida
republicana con un país supuestamente en paz.
Este JEP va a juzgar tanto a
combatientes (eufemismo creado para designar a las FARC), como a no
combatientes y a los militares que le hicieron frente al terrorismo durante medio siglo de guerra desigual y más
de 220.000 muertos o desaparecidos. Tratar de explicarle este ornitorrinco a la
gente del común es una tarea poco menos que titánica porque es posible que ni siquiera quienes lo han estado pariendo en
La Habana entiendan sus alcances, ni sean capaces de imaginar las
interpretaciones que se le dará a esta “jurisdicción especial” en el futuro
cuando deba aplicarse frente a casos
concretos.
Listar las concesiones que los
negociadores han hecho a los criminales también es imposible. Baste con
señalar, como lo ha hecho Human Rights Watch, que - palabras mas, palabras
menos- este régimen resulta una oprobiosa institucionalización de la impunidad.
¿Quien entiende, por ejemplo, como es que criminales confesos condenados por
fechorías como secuestros, asesinatos, violaciones, tortura, narcotráfico y todo tipo de crímenes mayores van a poder ejercer cargos
públicos y decidir sobre asuntos del Estado
antes de terminar de cumplir las penas que les sean impuestas por el Tribunal Especial?. “Ningún tribunal internacional ha
permitido que aquellos que han sido condenados por crímenes de guerra puedan
evitar la prisión por crímenes tan graves” fueron las palabras de Vivancos,
quien dirige la organización internacional que se ocupa de los asuntos Derechos
Humanos a escala planetaria.
El problema no es solo que lo que
ocurra en Colombia a raíz de la instauración de este novedoso esquema de
juicios, castigos y reparaciones va a ir en contravía y en franca colisión con
las normas establecidas internacionalmente para analizar y dirimir casos de
violaciones de derechos humanos. Es que
este monstruo legal validado por la sociedad en su conjunto a través de una
votación plebiscitaria no va a cumplir con uno de los principales propósitos de
las negociaciones de la Habana que es el de conseguir la reparación de los
afectados por el terrorismo guerrillero.
Hasta las definiciones de los
individuos objetos de este nuevo sistema de justicia- guerrilleros, militares
de alta gradación, sociedad - son vagas y no aparecen en él a algunos actores
de la guerra como las fuerzas paramilitares. Hasta el narcotráfico está
quedando en limbo, después de haber servido para causar protuberantes
alteraciones en las finanzas del país y
hecho destrozos graves en la ciudadanía colombiana, haber contaminado a
Venezuela hasta los tuétanos incluyendo a figuras importantísimas de sus Fuerzas Armadas y haber gestado un
entramado sofisticado de comercio que trasciende al continente entero .¿Quién
duda del protagonismo explícito de las
FARC y sus tentáculos en el narconegocio?
Pues bien, le ha tocado al propio
Juan Manuel Santos explicar algunos de los elementos que atemorizan a la
sociedad en relación a este novedoso esquema de justicia e invertir montos
considerables en mercadear el despropósito que el país neogranadino deberá instaurar con su voto en
pocas semanas.
No hay que ser abogado para
deducir sus consecuencias. Será heredada por las nuevas generaciones y será
usada como un precedente para regímenes similares en casos de conflictos. Es de
esperar que sus creadores sean capaces, cuando aún hay tiempo, de percatarse del legado que
hacen al país de sus hijos.
Así
como un ornitorrinco es considerado por la ciencia más bien una “broma de la naturaleza” que una especie definida en el
árbol evolutivo, el régimen nuevo que está a punto de aprobarse en
Colombia, también es una completa y
fatal aberración.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario