miércoles, 13 de enero de 2016

TAMARA SUJÚ ROA, ¿POR QUÉ AMNISTÍA YA?, DESDE PRAGA CHEQUIA

Una de las cosas más dolorosas de mi exilio, ha sido dejar a algunos de los presos políticos a los que he conocido y de alguna forma defendido, presos, en las mazmorras de un régimen que no conoce la palabra `humanidad` y que goza alardeando de que no tiene presos políticos, sino políticos presos. Creo que la mayoría de los venezolanos desconocen el día a día de estas personas, de estos jóvenes, mujeres y hombres y como transcurre su tiempo en las cárceles del Estado. También creo que son muy poco los venezolanos que conocen las cárceles del país por dentro. El Helicoide, la Tumba, Ramo Verde, Uribana, el Rodeo I y II, la Cárcel de la PICA, la Cárcel de Yare II y III o la cárcel de El Dorado. Algunas son verdaderos depósitos de seres humanos, sin agua, sin letrinas, e incluso con techos de zinc, donde el calor multiplica la plaga y las enfermedades.

La diferencia entre preso común y preso político es un abismo, y lo esencial es que los presos políticos están presos por diferir y oponerse políticamente con sus palabras, acciones y objeciones al régimen imperante. El gobierno venezolano para castigarlos más, ha enviado a algunos a cárceles comunes, y ninguno de ellos ha cometido delito alguno.

Nuestros presos políticos duermen con un ojo abierto y otro cerrado. Así se duerme cuando temes por tu vida dentro de una cárcel. Algunos han debido aprender el lenguaje carcelario y adoptar las normas impuestas por los delincuentes para sobrevivir. Otros han tenido que adaptar su cuerpo y su espacio a una celda 2 x 3 y estar ahí las 24 horas del día sin tener contacto con otros presos o personas, sin tener libros que leer, esperando una requisa en cualquier momento para tratar de humillarlos y que le destrocen lo poco que tienen. Hay quienes todavía sienten los vestigios de las torturas sufridas, y quienes temen ser sometidos de nuevo a ellas y lo vuelvan a guindar por ejemplo de una cuerda por los brazos y le den palo por las piernas para quebrárselas. Hay presos políticos que han padecido Hepatitis B y C dentro de la cárcel por una epidemia de los reclusos, sin haber tenido atención medica oportuna ni seguimiento alguno de su actual estado de salud.

Uno de ellos tiene una mano fracturada desde hace meses a tal punto que se le está deformando irremediablemente, sin ser atendido por un traumatólogo y ser operado. Otro presenta una infección en la piel que le ha provocado más de 30 furúnculos llenos de pus que le producen fiebre constante y no ha sido atendido. Hay presos políticos que se han visto obligados a tomar agua de la poceta o a comer comida con gusanos. La desesperanza por los retardos procesales y audiencias diferidas están a flor de piel en nuestros muchachos, en estos héroes que pudieran ser los hijos de todos nosotros. El tiempo para ellos corre de manera diferente que para un adulto, porque los jóvenes siempre quieren montarse en el mundo y ganarle, y sus vida, sus ilusiones, están ahora detrás de unos barrotes, para acorralarles sus ideas. La situación de nuestros presos políticos es critica. Y el régimen es cruel, muy cruel. Ni los absolverá ni les dará Libertad Plena.

Pero todavía no he mencionado a la familia. A esas esposas, madres, padres, novias, hijos, que una o dos veces por semana tienen que ir a ver a su familiar injustamente encarcelado, a llevarles ropa limpia y comida, y hacer la cola en los penales. Someterse a la requisa, a ser desnudado para vejarlos a propósito, a que le metan la mano en la comida que con tanto cariño han preparado en su casa para ellos, a que sus pequeños hijos vean a su papá o mamá en ese sitio feo, insalubre, lleno de hombres uniformados y armados, es un trauma que nunca olvidaran. Pero peor que esto es recibir la llamada de una madre a la media noche, desesperada, para buscar consejo y consuelo, ante los temores de que a su hijo o hija le pase algo en el penal, porque los presos se levantaron, o porque les hicieron una requisa y los incomunicaron, o porque puede haber un “golpe” por la situación política existente y sus hijos son muy vulnerables en el lugar donde están. La tortura psicológica es constante, y la ansiedad eterna. Me pregunto cuantos venezolanos se interesaron en ellos en Navidad? Cuantos pensaron en esos jóvenes encerrados? Cuantos pensaron en los niños cuyo papá o mamá estaban presos porque el régimen así lo ha querido?

He visitado presos políticos desde el 2002. He sentido su angustia, su desesperanza, su ansiedad. He visto como familias se desintegran porque no aguantan todo lo que significa esta reclusión, he visto separaciones matrimoniales e incluso, intentos de suicidio, pero sobre todo, los he visto muy solos, con muy pocas demostraciones reales de solidaridad. Lo pero que puede pasarle a un preso político, es el olvido. Me pregunto cuantos venezolanos se acuerdan de Erasmo Bolívar, Héctor Rovain, Luis Molina, Arube Pérez o Marco Hurtado? O de Rolando, Otoniel y Juan Guevara? Los primeros están encarcelados desde el año 2002, son los Policías Metropolitanos presos por los hechos del 11 de Abril, que ya tienen 15 años encerrados en Ramo Verde. Y los Guevara están encarcelados desde el año 2004 en el Helicoide. Ellos han perdido más de una década de sus vidas encerrados, pidiendo justicia.

Como venezolana, exijo libertad para todos los presos políticos. La Amnistía propuesta por Foro Penal Venezolano es por Decreto Legislativo para la próxima Asamblea Nacional. Mientras no tengamos un sistema de justicia Independiente, con jueces y fiscales probos, apegados a la Ley, nuestros presos políticos no saldrán de esas cárceles. Por eso la Amnistía es un acto de simple humanidad. Y desear la Amnistía no es indigno, al contrario, es desear que los venezolanos presos y perseguidos del gobierno, vivan con dignidad.

He leído algunos escritos de respetables autores, diciendo prácticamente que pedir Amnistía es admitir que ha habido delitos. La Amnistía es la herramienta que nos da la Constitución para que miles de ciudadanos venezolanos, con acusaciones infames y vergonzosas, puedan salir de la cárcel o regresar al país. Ya habrá una “justicia” que se encargue de aclarar hechos y circunstancias y la historia de limpiar los nombres de los venezolanos acusados injustamente por estos 16 años del chavismo. Hoy, si yo tuviera que escribirle al mismo diablo para pedirle clemencia y libertad por Lorent Saleh, Gerardo Carrero, Gabriel Vallés, Araminta González, Leopoldo López, Laided Salazar, Ronny Navarro, Renzo Prieto, Efraín José Ortega, Juan Carlos Nieto, Vasco Da Costa o cualquier otro preso político, lo haría. Se que ninguno de ellos aceparía un Indulto presidencial, más si lo pidiera, tendría todo mi respeto. No soy yo la que está durmiendo en una pocilga insalubre, sin agua, con una letrina al lado para orinar, mientras vejan a mi familia afuera para dejarla entrar por pocas horas.

Por eso, mi primer escrito de este año 2016 es un grito de libertad para todos los presos políticos en Venezuela. ¡Amnistía ya !

Tamara Suju Roa
tamarasuju96@gmail.com
@TAMARA_SUJU

Praga - Chequia

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