viernes, 5 de febrero de 2016

CARLOS E. AGUILERA A., “EL PORTEÑAZO”, UNA CLARINADA COMUNISTA

Eran apenas las 6 de la mañana de un  día domingo 2 de junio del año 1962, cuando los calicantos del viejo Fortín Solano de Puerto Cabello, comenzaba a recibir los impactos de las bombas lanzadas desde aviones de la Fuerza Aérea Venezolana, leales al gobierno de Rómulo Betancourt, en una de las acciones bélicas más cruentas que registra la historia, pues los rebeldes comunistas que se identificaron con el régimen de Fidel Castro, mantuvieron tres días de intenso combate y fuego continuo, que produjeron escenas de horror, angustia, destrucción y muerte.

La cruel asonada comenzó cuando un grupo de oficiales de mediana graduación, comandados por el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva y el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, se atrincheró en la Base Naval N| 1 en Puerto Cabello. Un  alzamiento que había sido planificado a primeras horas de la noche del sábado en un conocido hotel de la ciudad, en aquella época llamado “Cumboto”, en el que por espacio de tres horas estuvieron reunidos dos oficiales de las Fuerzas Armadas Navales (hoy Comandancia de la Armada) y tres civiles que se encargaron de planificar todos los detalles pertinentes, hasta sus más mínimos detalles.
Según testimonios de la época recogidos por los medios de comunicación, tras el fracaso de la rebelión que fue denominada “El Porteñazo”, los hechos ocurrieron cuando el Capitán de Fragata Guillermo Ginnari fue despertado bajo amenaza y apuntado con una ametralladora, así como también el Comandante de la Primera División de Infantería de Marina, Capitán de Navío Oswaldo Moreno y el jefe de la Escuadra, Capitán de Navío Jesús Carbonell Izquierdo, quedando en consecuencia a partir de entonces la Base Naval en manos de los rebeldes.
Inmediatamente los insurgentes tomaron por asalto todas las dependencias militares, policiales y gubernamentales de Puerto Cabello, Prefecturas, sede del partido AD, la emisora Radio Puerto Cabello 1290 AM, desde la que comenzaron a emitir mensajes y consignas en contra del gobierno de Betancourt, e invitaban a la población a rebelarse y respaldar al “Movimiento Libertador”.
Al enterarse el gobierno nacional del intento de golpe, envió efectivos de la Fuerzas Aérea Venezolana y del Ejército para que bombardearan el Fortín Solano y rodearan la ciudad, por lo que inmediatamente se comenzó a producir el combate frontal entre las fuerzas del batallón de Infantería de la hoy Armada, General Rafael Urdaneta (que se habían sumado a la sublevación de los Oficiales y efectivos de la Base Naval y grupos civiles armados por estos) y la tropa del Batallón Carabobo que se había trasladado desde Valencia, al mando del Coronel Alfredo Monch. La primera y trágica escaramuza se produjo en el sitio denominado La Alcantarilla.
Tras tres días de intensos combates, el Ministerio de Relaciones Interiores anuncio al amanecer, que las Fuerzas Armadas leales al gobierno habían puesto fin a la rebelión que dejó un doloroso saldo de más de 400 muertos y 700 heridos. A escasos días fueron capturados los jefes del alzamiento y tomado el último de los reductos de los insurrectos, el Fortín Solano. Posteriormente el gobierno nacional manifestó haber comprobado la participación en dicha sublevación de políticos ligados al partido comunista de Venezuela, e inmediatamente profundizó la depuración en las Fuerzas Armadas, en las que dio de baja a Oficiales ligados o sospechosos de simpatizar con la izquierda comunista.
“El Porteñazo” es considerado como la conspiración cívico-militar de mayor magnitud ocurrida en el seno de las FF.AA durante la presidencia de Rómulo Betancourt (1959-1964), tanto por las fuerzas involucradas e intensa lucha, y por el terrible saldo de muertos y heridos.
Enrique Aristeguieta Gramcko  un porteño, abogado y político, quien fuera miembro de la Junta Patriótica que derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958, relata este doloroso suceso así: “Telefónicamente se le pidió ayuda a las Fuerzas Aéreas para reducir el Fortín Solano, donde los rebeldes estaban atrincherados con una ametralladora "Punto 50", la cual inexplicablemente no había sido utilizada para impedir la concentración de tropas en la Estación, pues tanto ésta como el ingreso a la ciudad están dominados por el Fortín, que se encuentra en una colina, al Sur. A las cinco y media, las unidades listas para el ataque, estaban en la Estación.
El Batallón Carabobo se distribuyó en pelotones de 30 hombres que iban cada uno detrás de los trece tanques que debían entrar al Puerto. Sin embargo se esperó para el asalto, que la aviación efectuase la operación prevista contra el Fortín.
A los pocos minutos aparecieron aviones F-86 Sabre, que atacaron con cohetes y ametralladoras. Los cohetes, lanzados de a dos cada vez, dieron todos en el blanco. Desde el mismo Fortín y desde el Liceo Miguel Peña, se disparaba con ametralladoras contra los aviones, en intento totalmente inútil, pues la velocidad de éstos los ponía a salvo de ser alcanzados.
Los viejos muros españoles que circundan el Solano, de pura y maciza mampostería con dos metros de grosor resistieron el impacto, no así las otras instalaciones menos antiguas. Eliminado el peligro del Fortín comenzaron las tropas a penetrar en Puerto Cabello”.
Por su parte Marconi Villamizar, agudo colega periodista escribió:
“Ante el sostenido ataque de las fuerzas leales, los insurrectos se replegaron definitivamente hacia el Fortín Solano dejando sólo pocos focos de franco-tiradores en la ciudad. En el Fortín, que fue duramente bombardeado por la aviación durante el domingo, los rebeldes habrían estado en condiciones de adelantar otras acciones desesperadas, pero la previsión del Capitán Carbonell, acordada en días anteriores al alzamiento, frustró las esperanzas rebeldes.
En el Fortín se encontraban ubicados dos poderosísimos cañones de 155 milímetros, montados por el General Cipriano Castro en 1905, para estar en condiciones de rechazar cualquier nuevo intento de bloqueo del puerto por potencias extranjeras. En el Fortín hay más de 200 grandes proyectiles para las dos unidades, pero resultó imposible para los rebeldes operarlas. La precaución de Carbonell luego del alzamiento de Carúpano fue comisionar al Teniente Justo Pastor Márquez, especialista en armamentos, para que quitara los percutores a los cañones. La operación fue secreta y aparte de Carbonell y Márquez muy pocos oficiales se enteraron.
El Fortín Solano apenas sufrió daños por el bombardeo aéreo. Esta fortaleza fue construida por los españoles allá por el año 17505 y tiene murallas de más de dos metros de espesor. Tiene también platabandas de más de tres metros de espesor, a las cuales las bombas no hicieron absolutamente nada. Pero los rebeldes no podían materialmente sostener sus posiciones en el Fortín. Contando sólo con ametralladoras y armas cortas se exponían a ser sitiados.
Este doloroso y triste episodio en el que perdieron la vida numerosos venezolanos y enlutó a tantos hogares, nos muestra la cara de quienes en su afán de alcanzar el poder a como dé lugar, se sublevan sin importarles la vida de quienes acatan ciegamente sus órdenes, con el único fin o propósito de implantar por la fuerza el comunismo en nuestra patria. Esta crónica la complementamos gráficamente, para que las nuevas generaciones conozcan los intentos del castro-comunismo por tomar el poder absoluto en nuestro país, desde hace 54 años.
Esto quiso hacer el castro-comunismo en el año 1962, y no debe ni puede volver a suceder, por lo que hay que estar atentos y vigilantes en defensa de nuestros derechos, soberanía y democracia.
“El patriotismo es un fuego sagrado que no puede estar oculto; y que tanto cuanto se extiende en un sentido verdaderamente puro, tanto más habrá ganado la felicidad del país, cuya moralización demanda extraordinariamente todo paternal cuidado”  Simón Bolívar. 
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)

Aragua - Venezuela         

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