En
Venezuela, las actividades económicas más rentables son el acceso al cambio
protegido y el narcotráfico. El cambio diferencial es un sainete que simula que
el grueso de las divisas del Estado son destinadas a la inversión social,
cuando en realidad es la forma más fácil de robar impunemente. La tajada mayor
de los dólares preferenciales se asigna en teoría a la compra en el exterior de
alimentos y medicinas, pero el destino principal es una asquerosa operación de
saqueo financiero.
Este jueves el régimen anunció la creación del DIPRO, el
último alias dado a esta fuente de enormes fortunas ilegales que es la mampara
tras la cual operan los carteles de la seguridad alimentaria. El DIPRO recibe
una asignación de las divisas represadas
en el exterior para importar alimentos y medicinas. Buena parte se usa
para sobornar a líderes de países amigos, pagos ocultos de campañas electorales
y financiar obras en otras naciones sin autorización. Parte se emplea para
gastos menores en deportes, investigaciones
científicas, estudiantes y pago a pensionados y jubilados en el
exterior. Otro empleo es el pago a decenas de miles de cubanos castristas que
pululan en Venezuela. Esos espías prestan servicio en diferentes áreas,
incluyendo salud, deportes, inteligencia y el área militar. Por último una fracción se destina al pago de
funcionarios diplomáticos, militares y de los cuerpos de seguridad y espías del
régimen en misión secreta en el extranjero.
Mientras el
precio del petróleo se mantuvo alto, el ingreso de divisas fue elevado. Con
estos fondos inmensos el régimen pudo mantener la política de canalizar miles
de millones de dólares a la importación de alimentos, medicinas. Más de 2/3 de
esos recursos fue robado por administradores del sistema cambiario y
funcionarios corruptos. La compra de productos vencidos, o cercanos a vencerse,
a fracciones de su precio internacional es práctica regular. La
sobrefacturación a precios de productos de primera calidad es otra estafa.
Finalmente los dólares sobrantes, entre 60% y 70% del monto asignado, se
cambian en el mercado paralelo generando ganancias astronómicas. Hasta hace
poco los “importadores” en la movida recibían dólares preferenciales a $6,30.
Una fracción de ese dinero fue utilizado para importar y el resto es cambiado a
Bs. 1,200 en el mercado paralelo o depositado en cuentas secretas en paraísos
cercanos. Este negocio sucio genera una astronómica ganancia cercana al 20 mil
por ciento sin requerir inversión. La caída del precio del petróleo y la
corrupción secaron esa teta.
Un ejemplo
reciente permitirá visualizar mejor el saqueo. En noviembre del 2015 la empresa
mayorista CASA, encuadrada en el Ministerio de Alimentación, recibió 21.200.000
dólares preferenciales para comprar alimentos en Uruguay. Parte de la compra
incluía 525 toneladas de queso colonia, similar al queso holandés tipo Edam.
Este es un queso gourmet de alto costo. Una copia de este queso es fabricado en
los estados de Vermont y Wisconsin se
vende al detal en los supermercados de EEUU en AMAZON por $12/Kg. Su precio en
fábrica es cercano a $7. Quesos cercanos a su vencimiento se venden con
descuento a $3 o $4. El precio unitario
CIF la Guaira contratado al por mayor por CASA
con la empresa uruguaya “PILI” fue de $5,12/Kg (32,27 Bs/Kg). Esto es un
indicio que el queso comprado en Uruguay estaba cercano a su vencimiento.
Desconozco el precio al cual fue vendido por CASA a los supermercados del
gobierno y privados para su venta al detal,
pero es fácil estimarlo.
Buena parte del queso uruguayo fue vendido por CASA a
Abastos Bicentenario. El precio al público ofertado por esta cadena de
supermercados del gobierno fue cercano 1.800 Bs/Kg. Si este era el “precio
justo”, Bicentenario debe haber comprado a CASA a un precio unitario de
alrededor de 1.200 Bs/Kg. Al cambio preferencial de 6,30 Bs/$, 1.200 Bs
equivalen a unos $190. Como CASA compro a $5,12 CIF la Guaira, su sobreprecio a
Bicentenario fue un astronómico 3.719%. La ganancia de CASA fue obscenamente
especulativa estafando al pueblo con una gansteril “soberanía alimentaria”. El
monto cargado a Bicentenario fue casi 40 veces superior al costo CIF original.
Los gastos de trasporte, almacenamiento, refrigeración y distribución no pueden
haber sido tan elevados, pero la historia no termina allí. La posibilidad que
Bicentenario, y no CASA, hay sido la causante del enorme sobreprecio la
considero inconcebible.
Dado que el queso estaba a punto de vencerse y que el
costo de refrigeración era elevado, la gerencia de bicentenario decidió vender
el remanente de su inventario, antes que se pudriera. Al efecto vendieron 300
toneladas restantes a una empresa de Barquisimeto distribuidora de delicatesen
y charcutería fina a un costo unitario de 1.339,28 Bs/Kg. Tengo en mi poder la
factura de venta de la empresa uruguaya de quesos y la de venta de Abastos
Bicentenario de 300 toneladas. La Presidente y varios gerentes de bicentenario
y empleados del comprador fueron detenidos recientemente acusados no por el
sobreprecio sino por haber vendido a un distribuidor. Extrañamente el ministro
del Interior armo u escándalo hecho de twitter ignorando que Bicentenario está
autorizada para hacer venta a minoristas pequeños. Sospechosamente los jefones
en Min Alimentación y CASA, casi todos oficiales de alto rango del
Ejército, que son cómplices no fueron ni
indiciados ni investigados y siguen libres.
Esas facturas pueden verse en mi página Gen. Carlos Peñaloza. El
escándalo del fraude alimentario es pavoroso y debe investigarse. El cambio
protegido es uno de los robos más flagrantes y obvios. Bicentenario es un chivo
expiatorio con el cual se busca desviar la investigación y evitar dejar en
evidencia a los verdaderos culpables.
Carlos Julio Peñaloza
genpenaloza@gmail.com
@GenPenaloza
Estados Unidos
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