PIDO LA PALABRA
Esta economía de inspiración socialista, las políticas macroeconómicas
elaboradas para orientar el devenir de la Venezuela bajo la égida del
socialismo del siglo XXI desvirtuaron procesos de redistribución del ingreso
petrolero que originaron problemas de índole política y social.
Es posible que Venezuela esté revuelta no tanto por la orientación
funcional que le imprime el llamado “Plan de la Patria”, de cruda ascendencia
populista. Tal vez, y es una hipótesis a demostrar, que el desorden nacional se
debe a un nuevo enfoque metodológico de hacer economía. Y aunque suene a
sarcasmo, pudiera ser cierto. Basta con reconocer aquel mundo que ilustraron
los cómics de finales de los años 50 donde todo funcionaba al revés y que
luego, con especial ironía, recreó la pluma de Eduardo Galeano (Editorial Siglo
XXI, 2001: Patas arriba, la escuela del mundo al revés). Ahí escribe que “al
fin del milenio, el mundo al revés estará a la vista: será el mundo tal cual
es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los
pies”. Y cuán acertado fue su señalamiento.
Entonces, ¿por qué no aceptar que el modelo económico puesto en marcha
por la doctrina socialista que defiende la manida “revolución bonita”, busca
que la dinámica económica funcione de modo contrario a lo que plantea la teoría
convencional? Que no por convencional, deja de ser científica en su exacta
acepción. Pero que sin embargo, tiene múltiples lunares que dan cabida a que
ideólogos aficionados inventaran el modelo económico socialista con énfasis en
Venezuela y con el cual pusieron el país a andar al revés. O sea, en
retroceso. De forma invertida.
En una economía de impulsivos y sólidos fundamentos, los agentes
económicos basan su comportamiento en un constante proceso de optimización
donde el proceso de formación de expectativas en el interior del mercado,
ejerce un rol fundamental. Pero en esta economía de inspiración socialista, que
de revolucionaria tiene sólo el nombre, las políticas macroeconómicas
elaboradas para orientar el devenir de la Venezuela bajo la égida del
socialismo del siglo XXI desvirtuaron procesos de redistribución del ingreso
petrolero. Y en efecto, dicho problema agudizó programas de estabilización de
la economía que a su vez se tradujeron en problemas de índole política.
En medio de tan contrariada situación, los incrementos del gasto público
que, con bombos y platillos acordó el alto gobierno, a desdén de organismos
oficiales encargados del desempeño monetario y financiero nacional, no fueron
capaces de ampliar la demanda agregada razón por la cual Venezuela cayó presa
de dificultades sociopolíticas que derivaron en la crisis de Estado que en la
actualidad consume las precarias fortalezas del país. Amén, de restarle
posibilidades al gobierno de actuar en aras de lidiar constructivamente, en
simultáneo, con situaciones de inflación y de tazas de cambio.
Y naturalmente, las convulsiones no tardaron en salir a flote y provocar
el descalabro que descompuso la funcionalidad administrativa, económica,
financiera y monetaria del país arrastrando con ello serios incidentes sociales
y políticos en el país. O sea, se demostró el escrúpulo y el carácter capcioso
de un modelo de desarrollo que, aunque obsoleto e incapaz, funcionó según el
esquema ideológico-político ordenado y aprobado por el régimen venezolano. Es
decir, contrario a lo que establece la teoría económica en materia de modelos y
crecimiento.
En fin, los resultados del esfuerzo revolucionario son translúcidos.
Esta revolución sólo sirvió para endeudar y empobrecer más al país, a pesar de
los reiterados aumentos salariales aprobados por orden presidencial. Esto
revela una economía que al verse reprimida por causa de políticas económicas
desacreditadas, provocó una aguda contracción que se tradujo en injusticia,
estampidas y restricciones. Pero que paradójicamente, generó una desbordada
inflación asociada a problemas de desempleo, inseguridad y conflictos en
general.
Una economía bajo la cual muchos dirigentes y altos funcionarios del
régimen se aprovecharon de las coyunturas para tener la posibilidad de actuar a
instancia de las reglas de juego de un sistema político donde,
contradictoriamente, los medios justifican los fines logrando así enrarecer
cada vez situaciones de las cuales se han valido para continuar estos
gobernantes haciendo de las suyas en perjuicio de la población venezolana.
Podría decirse que han venido instalándose mecanismos para sofocarle los
derechos individuales a los venezolanos mediante una ¿economía en contrario?
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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