LOS DERECHOS NO SE NEGOCIAN
No hay nada más antidemocrático que utilizar los mecanismos e
instituciones de la democracia para
acabar con ella. Ello no sólo demuestra
un enorme cinismo, sino también una grave
inmoralidad, semejante a la de violar sistemátícamente la constitución
invocándola. Después de intentar llegar al poder mediante un golpe militar violento que ocasionó numerosos muertos, el
chavismo una vez que fueron amnistiados generosamente sus jefes, vio la
oportunidad y la supo aprovechar muy bien
de alcanzar el poder mediante
elecciones. El pueblo compró su propuesta redentora, que iba a combatir de frente
la corrupción y nos llevaría a todos al
mar de la felicidad, de modo que quedaran en el pasado la miseria y las
desigualdades. El aumento sorprendente de los precios petroleros contribuyó a
fomentar un populismo desaforado que se orientó a formar clientes en lugar de ciudadanos. Ebrio de
poder, Chávez soñó con convertirse en un líder internacional, una especie de
nuevo Libertador. Para ello, utilizó el petróleo, como si fuera suyo, para comprar conciencias y fidelidades.
Buscando controlarlo todo y acabar con la disidencia, destruyó el aparato
productivo, confiscó empresas y tierras, se adueñó del Banco Central y logró
que los demás poderes se volvieran
genuflexos y serviles. Mientras los altos precios petroleros le permitieron
conservar el apoyo popular, se
multiplicaron en Venezuela las elecciones
y hasta logró vender la idea a
nivel nacional e internacional del carácter democrático de su gobierno, pues se
legitimaba una y otra vez mediante elecciones. Además, se afirmaba que se
estaba superando la democracia electoral para gestar una democracia participativa y
protagónica.
El hundimiento de los precios petroleros mostró el verdadero rostro de
la supuesta revolución que terminó por convertirnos en el país de mayor
inflación y entre los más inseguros y corruptos.
Si bien Venezuela potencialmente es el país más rico de América, somos
junto a Haití el más pobre y crece incontenible el hambre, la miseria, el
desabastecimiento, la escasez de comida y medicinas, la delincuencia, la
desesperanza hasta el punto de que más de dos millones se han marchado por no ver aquí futuro y otros muchos desean
irse.
Para superar esta realidad tan caótica y triste, los ciudadanos, que
somos los verdaderos dueños del poder exigimos que nos permitan votar para decidir
si queremos o no cambiarla. ¡Basta ya de subterfugios leguleyos, de trampas y
de interpretaciones amañadas de la Constitución! No va a ser posible torcer la
voluntad de un pueblo que quiere expresar su voz y reclama sus derechos como dueño del poder.
Nos robaron el referéndum, nos robaron las elecciones de gobernadores, y no
terminan de presentar un cronograma
electoral como camino pacífico y democrático para salir de la crisis.
No
queremos golpes de Estado, pero tampoco
queremos que siga esta situación inhumana. Confiamos en el país y estamos
dispuestos a trabajar y sacrificarnos
por la reconciliación, la paz y la
prosperidad. ¡Queremos votar y tenemos derecho a ello! Ni el Ejecutivo, ni el
Poder Electoral, ni el Tribunal Supremo de Justicia, ni el PSUV son los dueños
del poder. ¡Somos nosotros y exigimos
que no nos sigan cercenando nuestros derechos! Más que pedir elecciones, las exigimos pues los derechos no
se negocian. Negar o posponer elecciones
es afirmar el carácter autoritario y antidemocrático del Gobierno. Si las
impiden, tengan al menos el valor de declarar
que abandonaron el camino de la democracia.
Antonio Perez Esclarin
pesclarin@gmail.com
@pesclarin
Zulia - Venezuela
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