CALIDAD ES MATERIA PNDIENTE
El Gobierno insiste en que, entre los logros más importantes de estos
años de “revolución”, está la educación,
añadiéndole además la palabrita mágica de “calidad”. No dudo que se han hecho
grandes esfuerzos en cantidad y
dotación, pero la calidad sigue siendo una materia pendiente.
Conozco bachilleres que son incapaces de comprender un texto
sencillo y licenciados y hasta magisters que no logran expresarse ni
oral o por escrito con la mínima coherencia. Además, a la palabrita se le dan
significados muy diversos.
Para mí, es de calidad la
educación que permite a todos el desarrollo de sus talentos y capacidades creativas, de modo
que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y alcanzar su plenitud
humana.
Educación que despierta el gusto por aprender, por superarse
permanentemente, que fomenta la creatividad, el emprendimiento, la libertad y el amor. Educación que enseña a
vivir y a convivir, a defender la vida,
a dar la vida para que todos podamos
vivir con dignidad y contribuir a la construcción de un mundo mejor.
En definitiva, la educación es de
calidad si forma personas y ciudadanos de calidad.
En definitiva, educar es servir, poner la propia persona al servicio de
la promoción del otro. Por ello, no basta con proporcionar educación a todas
las personas, sino que se trata de educar a toda la persona. Eso es lo que
significa integral.
Educar razón, corazón y espíritu; conocimientos, sentimientos y
valores; memoria e imaginación, voluntad y libertad. Educar
los sentidos, pies y manos, estómago y
sexualidad.
Educar a cada persona como ciudadano del mundo e hijo de su aldea, de su
región, de su país.
Educar para convertirnos en esa persona plena y feliz que estamos llamados a convertirnos,
en ese ciudadano trabajador, respetuoso
y solidario, verdaderamente comprometido con el bien común.
¡Cuántos genios en potencia han quedado frustrados y cuántas
potencialidades seguirán dormidas por no
contar con educación de calidad o con un
educador que ayude a descubrirlas y potenciarlas!
En uno de sus inolvidables escritos, José Saramago hace una increíble
descripción de su abuelo: “Viene cansado y viejo. Arrastra setenta años de vida
difícil, de dificultades, de ignorancia. Y con todo, es un hombre sabio,
callado y metido en sí, que sólo abre la boca para decir las palabras
importantes, las que importan … Un hombre igual a muchos de esta tierra, de este
mundo, un hombre sin oportunidades, tal vez un Einstein perdido bajo una espesa
capa de imposibles, un filósofo (¿quién sabe?), un gran escritor analfabeto.
Algo sería, algo que nunca pudo ser”.
A su vez, Saint-Exupéry recuerda
un viaje en un tren repleto de gente de extracción social baja. Un niño pequeño
dormía tranquilo entre sus padres. El escritor
francés se quedó mirando la carita del niño y recordó la figura del gran
compositor alemán Wolfang Amadeus
Mozart. Y pensó que probablemente ese niño tuviera en sí potencialidades como
para llegar a ser un gran músico, pero temió que ni la vida ni sus educadores
le iban a ofrecer las oportunidades
necesarias, con lo cual sus potencialidades quedarían ahogadas. Después de una larga reflexión, cuando el
escritor separa ya definitivamente los ojos del niño, en su fuero interno lo
considera como un “Mozart asesinado”
¡Cuántas personas no han podido realizar
sus potencialidades por falta de educación! ¡Cuántos artistas, científicos,
héroes, santos…, habrá bloqueado la mala educación!
Antonio Perez Esclarin
pesclarin@gmail.com
@pesclarin
Zulia - Venezuela
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