MATAR AL MENSAJERO
En este inventado día de
asueto para conmemorar los 200 años del nacimiento de Ezequiel Zamora y
recogiendo las duras palabras de Ramos Allup desacreditando a Zamora y la
inmediata reacción de Maduro en contra de Ramos, se me han puesto las ganas de
comentar del asunto.
A beneficio de los que no
saben el cuento va un resumen. Chávez y sus amigos rescataron la figura de
Zamora como una representación del revolucionario que luchó en contra de la
oligarquía de su tiempo en defensa de los pobres y los campesinos. Zamora
ciertamente comandó algunas batallas de la llamada guerra federal también
llamada la guerra larga (duró cinco años) donde se enfrentaron los
conservadores y los liberales.
A los liberales (los que
aúpan los rojos de hoy) los llamaron federalistas pues la autonomía de las
provincias era su principal objetivo y, aunque el gobierno actual no le gustan
las autonomías, el himno es bonito pues dice “oligarcas temblad, viva la
libertad”.
En cualquier caso, a los
chavistas les gustan las cosas de Zamora y por eso se decretó día no laborable
el día en que nació.
Ramos Allup, opositor al
gobierno de Maduro, usó la oportunidad para criticar duramente esa iniciativa
argumentando que Zamora había sido un maleante, asaltante de caminos y
desflorador de niñas de doce años y que así lo decía un conocido libro de su
biografía. Ante tal espinosa declaración Maduro uso lo de costumbre, matar al
mensajero, diciendo que Ramos era esto y aquello y que lo metería preso por
bocón.
Ese es el cuento, ahora
un poco de análisis.
Como la mayoría conoce la
moral se refiere a costumbres de una sociedad que presume buenas y correctas y
la ética es el razonamiento sobre esas costumbres tratando de buscar la verdad
de lo que es bueno o malo.
En general los llamados
próceres de la patria son respetados por todos los habitantes de Venezuela y
hablar mal de ellos no es usual. Simón Bolívar, por ejemplo, es casi una figura
de santidad que genera profundo respeto y es referencia frecuente para
cualquier cosa. De tal manera que la costumbre (lo moral) es no hablar mal del
prócer.
Pero si vamos al
razonamiento ético surge enseguida la pregunta ¿y por qué no hablar mal de un
prócer? La respuesta no es sencilla pues al fin y al cabo se trata de figuras
públicas y sujetas a opinión diversa. Además, la libertad de opinión solo
existe cuando se expresa. Para muchos la virginidad de María es santificable e
incuestionable, pero para otros es una idiotez y un invento absurdo.
No hay duda que la ética
-lo racional- nos lleva sin mucho esfuerzo a permitir la crítica al prócer como
algo absolutamente correcto, aunque la moral (la costumbre) esté en contra.
Quizás Chávez sin darse cuenta abrió la caja de Pandora y quebró la costumbre
moral, al criticar la actuación de Páez en su relación con Bolívar. Lo hizo
fuerte, repetido y en cadena nacional. Así que Ramos Allup haga lo equivalente
no debería romper vestiduras. Además, las supuestas ofensas a Zamora como
asaltante y violador fueron de menor cuantía que las que usó Chávez llamando
nada menos que traidor al General Páez.
Y olvidando distancias la
orden de Cabello de colocar cartelitos de “aquí no se habla mal de Chávez” es
igualmente atolondrada bajo el razonamiento ético.
Quizás hasta pongan preso
a Ramos, pero no hay razón ni ética ni moral que soporte a la acción más
cobarde que existe como lo es el abuso de poder.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
Zulia - Venezuela
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